Un juez decide celebrar un juicio sin la fiscal ante la ausencia de ésta

La representante de la Fiscalía llega a la vista cuando había comenzado y el magistrado le permite incorporarse pero no presentar calificación definitiva · "He llegado tarde pero estoy aquí", protesta ella

La mujer lesionada en 1998 en el accidente.
La mujer lesionada en 1998 en el accidente.
T. Ramos / Cádiz

01 de diciembre 2012 - 05:01

El titular del Juzgado de lo Penal número 2 de Cádiz protagonizó ayer un episodio inusual al decidir celebrar un juicio sin fiscal porque consideró que no estaba suficientemente justificada la ausencia de la representante del Ministerio Público cuando llegó la hora de empezar y ella no aparecía. No era un juicio cualquiera: había sido suspendido el pasado 26 de octubre y los hechos que debían juzgarse sucedieron hace 14 años. En el banquillo se sentaban el ex jefe de la Policía Local de Sanlúcar y otro policía. El juez no quería otra suspensión y recordó que la Fiscalía había sido citada correctamente y que incluso el fiscal que acudió en octubre supo entonces la nueva fecha. Tras telefonear a la Fiscalía para aclarar qué pasaba, el magistrado, visiblemente enfadado y tras consultar la opinión de la acusación particular y las defensas, dio comienzo al juicio sin la presencia de fiscal.

El juicio, con los dos policías acusados de no haber sometido al entonces jefe de la Policía sanluqueña a una prueba de alcoholemia tras un accidente de tráfico, debía comenzar a las diez de la mañana. Empezó más allá de las once con la declaración de uno de los procesados, precisamente Antonio Coronilla, el policía que la noche del 4 de noviembre de 1998, en la avenida de la Constitución de Sanlúcar, chocó por detrás con un automóvil detenido ante a un semáforo.

Coronilla estaba explicando que él nunca se negó a que le hiciesen la prueba de alcoholemia y respondiéndole a su abogado sobre otras circunstancias de lo sucedido (no quiso contestar a las preguntas de la acusación particular). Entonces, cuando ya nadie esperaba a ningún representante de la Fiscalía, una agente judicial se acercó al magistrado y le comunicó que la fiscal acababa de llegar. Eran las doce menos cuarto. El juez despachó el asunto rápido. Dígale que el juicio ya ha comenzado, fue el recado.

Coronilla continuó declarando. Y al poco, la fiscal entró en la sala y se quedó un rato esperando junto a la puerta. Esperando que el juez le permitiese subir al estrado y ocupar su lugar. Era un pulso en toda regla.

Parecía que el magistrado iba a aguantar pero acabó cediendo ante la fiscal togada, allí en pie, dispuesta a participar. La mañana ya estaba más que torcida para ambos. Y para el juicio quizás también. El juez le indicó a la fiscal que ocupase su asiento, ella lo hizo e inmediatamente explicó en dos palabras que su tardanza se debía a un problema de coordinación y reclamó algo: pidió al juez que declarase nulo lo que iba de juicio hasta que ella había llegado.

Ahí el magistrado no cedió. Y comenzó un diálogo tenso que condujo la vista hacia un extraño lugar: la fiscal permaneció luego todo el juicio en la sala, en su sitio, y hasta hizo preguntas y un corto alegato final. Pero estaba allí a medias. El juez le puso limitaciones, le pintó una raya de la que no le permitió pasar. Y la fiscal estaba pero no estaba. Fue una situación excepcional, inusual. La cara de la fiscal bien lo reflejaba.

El caso es que el juez se negó a declarar la nulidad de lo que había transcurrido de juicio. Y no sólo eso. Le dijo a la fiscal que continuaba la vista pero que su participación quedaba limitada, que no podía presentar su calificación definitiva. "He llegado tarde, pero estoy aquí", protestó "enérgicamente" la fiscal al tiempo que anunciaba que pedirá la nulidad de actuaciones. El magistrado reaccionó con no menos energía. Si más adelante un tribunal superior a este declara el juicio nulo, la responsabilidad no será de este juez sino de la Fiscalía, dijo a modo de respuesta a una posible futura petición de cuentas. O como advertencia.

Tras ese intercambio de impresiones, Coronilla terminó su declaración y comenzó la suya el otro procesado, Ildefonso Venzala, que en 1998 era suboficial de la Policía Local de Sanlúcar.

Al poco, cuando el juez le indicó a la fiscal que podía interrogar al acusado, hubo otro momento tenso. Si me ha dicho usted que no podía preguntar, dijo ella. Yo no he dicho eso, replicó él.

Se deshizo ese equívoco y el juicio avanzó, pero con el nudo sin deshacer, hasta bien entrada la tarde. La puntilla a la Fiscalía la dio luego la acusación particular, que representa a la mujer lesionada en el accidente de tráfico con el ex jefe de la Policía de Sanlúcar. El letrado achacó buena parte del enorme retraso de la celebración del juicio (14 años después de los hechos) al fiscal que se ocupó del asunto durante la instrucción judicial. "Tenemos que quejarnos amargamente del Ministerio Fiscal", dijo el abogado.

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