Todas las miradas están puestas en el río Guadalete, que ayer alcanzó su cota máxima desde las inundaciones del pasado invierno en Jerez, cuatro metros de altura que lo situaron las aguas al límite de su caja y a sólo 1,5 metros del punto de no retorno, el desbordamiento con consecuencias directas para las viviendas de los asentamientos rurales esparcidos por la zona inundable.

La crecida del río disparó las alarmas en el Bajo Guadalete, donde los vecinos no pegaron ojo en toda la noche, mientras efectivos de Protección Civil y de la Agencia Andaluza del Agua extremaban la vigilancia y las precauciones.