Un arquitecto gaditano colabora en la creación de casas más resistentes en los asentamientos saharauis
Jóvenes arquitectos de los campamentos consiguen una mezcla de adobe que planta cara a las lluvias torrenciales
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Las construcciones del Sáhara se han levantado tradicionalmente con ladrillos de adobe. Barato, accesible y con bastante poder aislante, lo que le hace ganar puntos en términos de eficiencia energética. Una alianza perfecta hasta que los grandes eventos climáticos la alcanzaron. La han alcanzado, en concreto, en forma de episodios de lluvias torrenciales que deshacen las viviendas como si fueran castillos de arena.
El reto, comenta el arquitecto gaditano Germán López, era encontrar un material tipo adobe que pudiera resistir las trombas de agua. “Ahora lo que tienen más a mano son los bloques de hormigón y las chapas, que obtienen de Argelia. Nosotros, por ejemplo, les hablamos de una tecnología cubana en los techos para evitar que metieran chapa, porque es imposible con el calor –indica–. La luz también ha llegado a los campamentos, ahora se ha reforzado con postes metálicos, y todos tienen aire acondicionado en la jaima, que ponen todo el año: pero con un tipo de construcción optimizado, el ahorro energético sería mucho mayor”.
Germán López es profesor investigador de la Escuela de Arquitectura de Sevilla, y también voluntario de Arquitectura Sin Fronteras. “Hace años, a partir de las primeras inundaciones –comenta–, hicimos unas jornadas, junto a los grupos de Amigos del Pueblo Saharaui de Sevilla y Jerez, a las que acudieron dirigentes saharauis, entre ellos, el Ministerio de Construcción. Y también acudió Francis Kéré, al que luego dieron el Premio Pritzker”.
¿Quién es Francis Kéré? Yo les explico. Kéré es un arquitecto de Burkina Faso que ha dedicado su carrera a construir bibliotecas, hospitales y escuelas en África con los materiales y técnicas tradicionales del continente. Su trabajo es fascinante. Que le concedieran el que se traduce como Nobel de Arquitectura fue una ráfaga de aire fresco frente a los usuales neofoster.
La línea de acción de Kéré –emplear materiales de cercanía y estructuras familiares, pues hablan de mantenimiento y adaptación al medio– entra en el juego de la sostenibilidad aplicada a los procesos arquitectónicos: “De ahí sacamos la idea de construir en resistencia, y apostamos por la construcción en tierra”, apunta López.
Otra arquitecta de Jerez, Charo Escobar –que también está implicada con Amigos del Pueblo Saharaui– le habló de desarrollar sobre el terreno trabajos de BTC (Bloque de Tierra Comprimida). “Lo difícil –prosigue el arquitecto– era encontrar la arena de calidad óptima, con un buen componente arcillosa, y mezclarla para dar con la proporción correcta para hacerla más resistente”. Cosa que consiguió el grupo de jóvenes arquitectos saharauis con el que han trabajado los voluntarios, mezclando un 5% de cemento.
“Luego, no sólo es el ladrillo –explica Germán López–, también hay que ver cómo se tiene que poner, aislado de la tierra para que no entre el agua, cómo se puede completar con técnicas de techo adecuado y cómo pueden ser los pilares, etc”.
La experiencia ha sido suficiente para establecer los cimientos de lo que podría ser un Centro de Producción, Investigación y Formación de construcción con estos materiales, “que significaría un avance importante en la calidad y accesibilidad de la vivienda en los campamentos saharauis”. “Ahora mismo –prosigue López–, la producción es en pequeña escala, pero la gente ha empezado a preguntar porque les recuerda a su antiguo adobe pero es mucho más potente, más compacto”.
Además de ser más barato: hoy día, los saharauis compran todos los materiales a Argelia. “Mientras que esto sería algo que ellos podrían producir, e incluso vender, y el coste sería menor que el coste del hormigón, además de crear puestos de trabajo”.
Se ha llegado a hablar de dónde podría estar localizado el centro, aunque aún no hay nada estipulado: “Había una antigua fábrica de adobe a las afueras de Bojador, que es como una especie de nudo, muy accesible, pero la tierra allí no es muy buena –desarrolla–. En cualquier caso, hemos presentado el proyecto a agencias internacionales que puedan financiarlo, y dentro del mismo está la realización de estudios técnicos para esclarecer cuestiones como esa” .
Germán López recuerda que estamos hablando de un pueblo nómada, poco acostumbrado a prestar atención a una cuestión como la durabilidad de las casas: “Pero esta nueva generación de arquitectos, formados en Argelia, está interesada en hacer las cosas bien –comenta–. Es un pueblo que ha pasado de esperar la tierra prometida a ver que llevan en esa situación 40 años, y que las construcciones hay cosas que no resisten. Ya son sedentarios, pero los asentamientos se levantan sin normativa regulatoria, si una tipología de las casas adecuada: viviendas muy cerradas, obviando el concepto de patio, tan importante en el mundo mediterráneo y africano. Una de las cosas que hacemos, por ejemplo, es recopilar libros fundamentales de arquitectura y de edificios que eran parte de su patrimonio cultural, algunos incluso de herencia española, para estudiar sus características y demás”.