Una alternativa a la formación convencional

Aprendizaje. Manuela de Ríos Oakes gestiona Saberhacer.net, una original plataforma de educación que adapta sus servicios basándose en la respuesta y la opinión de los usuarios

Una alternativa a la formación convencional
Una alternativa a la formación convencional

24 de diciembre 2012 - 05:01

Encontrar un hueco en el mercado y sacarle partido es una regla de oro de un emprendedor. La idea es el principio y en muchas ocasiones la creatividad resuelve una necesidad allí donde creíamos que no existía. Después viene la puesta en práctica; en esas está Manuela de Ríos Oakes, una apasionada de la formación y la comunicación que pretende abrir camino a su iniciativa, una plataforma de formación colaborativa utilizando lo mejor de los medios on-line y la educación presencial.

Saberhacer.net ha nacido con fuerza en Cádiz, con la intención de convertirse "en una alternativa a la formación convencional, ofertando talleres o clases presenciales muy cortas e intensivas. El alumno asimila habilidades para su crecimiento profesional o personal, amplía su red de contactos y experimenta un aprendizaje inolvidable", asegura Manuela, nacida en Londres hace 37 años, aunque gadita por los cuatros costados. Licenciada en Ciencias del Mar por la UCA, es también master en Gestión Integrada de Zonas Costeras por la Universidad de Bournemouth y en Educación Ambiental.

"Hace algunos años que quería volver a ser empresaria, tener un proyecto propio donde pudiera dar lo mejor de mi. Tenía claro que debía tener un impacto a nivel local, en el lugar donde vivo, ayudar a las personas que son parte de mi comunidad. Que fuera un trabajo que me permitiera construir, crear redes que promuevan el empleo y la motivación personal, probar nuevas formas de aprender y enseñar, porque creo en la educación como motor del cambio social", resume Manuela. La otra alternativa, buscar un empleo muy especializado en el extranjero, no le atraía.

A través de su plataforma on-line, Saberhacer.net crea vínculos entre personas interesadas en formarse, y formadores interesados en enseñar. Es algo como así como un intermediario. "Son clases tremendamente prácticas y cortas. En una mañana o en una tarde te llevas una nueva habilidad, ya sea el saber cocinar un cous cous, maquillarte, presentar un proyecto, crear un blog o contar un cuento", cita como ejemplos. Por otro lado, "las clases son fuera de las aulas convencionales, buscamos espacios alternativos, desde casas particulares, restaurantes, sedes de asociaciones o parques y plazas públicas. Cualquiera con experiencia y motivación puede ser profesor, pero será valorado por los alumnos y su presencia online también avala su reputación, si está actualizado, sus actitudes", explica.

En su modelo de negocio, Manuela percibe una comisión sobre la suma total de inscripciones a cada curso, por lo que su empresa necesita viralidad e intercambio social online. "En la primera semana ya contaba con 20 personas que quieren dar una clase con nuestro asesoramiento (pedagógico, de marketing y de logística) y otras muchas que han apostado por apuntarse a nuestras primeras clases", apunta. Manuela apuesta por un modelo "lean startup" para poder ir desarrollando y adaptando los servicios de formación basándose en la respuesta y la opinión de los usuarios. "No descarto para más adelante convertirnos en cooperativa o en un modelo de empresa más social", sostiene.

Para crear esta plataforma educativa, Manuela ha invertido 10.000 euros. "Las nuevas tecnologías nos han permitido construir la página con un presupuesto muy limitado gracias a software libre", explica. Todos los procesos son on-line: comunicación, valorar a los profesores, pasarela de pago, interacción, marketing, etc., aunque el core de la empresa es el contacto presencial durante la formación.

Manuela es consciente de sus amenazas, pero las quiere transformar en retos: "Necesitamos llegar a una masa crítica de personas interesadas, alumnos y profesores para que el proyecto despegue". Hay que animarse y dar el paso, ¿o es que no somos capaces de enseñar algo? ¿Y tampoco necesitamos aprender nada?

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