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Un alcornocal desgastado ante un verano de récord

Descorche en la finca La Almoraima. Descorche en la finca La Almoraima.

Descorche en la finca La Almoraima. / Erasmo Fenoy

Escrito por

· Pilar Vera

Redactora

Uno de los escenarios que más preocupa cara a los próximos meses en el estado de la masa arbórea del alcornocal, que llega a este verano debilitado por tres frentes: el endémico desgaste de estrato causado por una presencia excesiva de herbívoros (ciervos), la situación alargada de sequía y la presencia de la lagarta peluda. La plaga ya alcanza, se estima, 45.000 hectáreas de las 170.000 que reúne el Parque Natural de Los Alcornocales.

Para el ecologista Juan Clavero, todo esto es fruto de “una mala gestión del alcornocal”, como ejemplifica el intento de la Junta de fumigar la zona afectada por la Lymantria dispar con un insecticida que prohibe la Unión Europea –el permiso se denegó, pero los afectados insisten en que las fumigaciones ya realizadas con un fitosanitario biológico no han dado resultado–.

Dado que el año pasado ya fueron muchas fincas, por estos mismos motivos, las que se quedaron sin realizar el descorche, este año los agentes económicos afectados han pedido a la Junta adelantar la saca. Nihil obstat administrativo mediante, este año el descorche tendrá lugar del 8 de mayo al 1 de septiembre. ¿Los motivos? Las altas temperaturas –que pueden hacer que haya una capa de corcho suficiente– y adelantarse al ciclo vital de la lagarta peluda, efectuando la extracción cuando el gusano todavía no ha empezado a comerse las hojas de los árboles –actividad que viene a coincidir con el inicio tradicional de la saca–.

La medida, sin embargo, es vista con preocupación entre algunos colectivos y con alarma entre los ecologistas: “En un verano de alta probabilidad de fuego, van a dejar al alcornocal totalmente desprotegido –indica Juan Clavero–. Lo ideal sería no sacar corcho este año: tenemos paradas biológicas con los bancos de pesca, de las que nos hacemos cargo con dinero público, pues aquí tendría que pasar lo mismo: que no se saque corcho y que la administración indemnice. Si el año que viene llueve, pues tendremos más corcho pero, como se saque ahora, se acabó el alcornocal: lo van a dejar totalmente desprotegido”.

Clavero indica que, desde Ecologistas en Acción, le comunicaron a la Junta su preocupación por actual situación del parque de Los Alcornocales tanto al delegado provincial de Medio Ambiente como al director del mismo, “y se nos aseguró que en ningún caso se iba a adelantar el descorche”.

Fernando Ojeda es catedrático de Botánica en la UCA y especialista en ecología del fuego. Para él no existiría diferencia significativa en adelantar unas semanas la saca, ya que “el verano se ha adelantado”. En sí, la agresión al alcornoque es el descorche, como prueba el hecho de que “ejemplares que nunca se han usado en producción pueden llegar a los 500 años, mientras que en los que se descorchan, la esperanza de vida baja a la mitad”. Ojeda también apunta, sin embargo, que estamos atravesando una sequía importante y, “al pelar el árbol, vamos a proporcionarle bastante estrés: puede que la mortalidad sea más grande, pero igual que hay ocurrido este año con otras plantaciones”.

El corcho es la forma en la que el alcornoque ha conseguido pervivir como elemento del bosque mediterráneo, un entorno capaz de adaptarse y sobrevivir al fuego recurrente: “Por ejemplo, en la provincia de Cádiz tenemos a una planta endémica, la Silene gaditana, que se da en el brezal y aparece sólo después de un fuego”.

Si un alcornoque no descorchado se quema –prosigue–, al año siguiente no sabes que se ha quemado si no es porque lo tocas y te tizna. Si has pelado el árbol y no tiene la protección, rebrota de cepa, pero puede que hasta que tenga un tirón lo suficiente grande para ser descorchado pasen 30 o 40 años, mientras que si no está descorchado, apenas se va enterar. Luego, si descorchas un ejemplar que ha pasado por un fuego, puede servir o no para embotellamiento”.

El alcornoque será uno de los emblemas de bosque mediterráneo, que camina con fuego, pero sabemos que las llamas no son como antes: “El gran problema de estos casos –indica Fernando Ojeda– es la intervención humana, es decir, las plantaciones de pinos. Cuando hay incendios descabellados, como el que ocurrió en la Sierra de la Culebra, solemos ver que hay una masa de pinos asociada”.

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