Un alcalde sin frenos a toda velocidad
Pioneros del turismo en la provincia de Cádiz (y XII)
La cabezonería de Pedro Pacheco consiguió sacar adelante un circuito que fue un negocio ruinoso para el Ayuntamiento pero un gran éxito para el turismo de motor
EL joven Pedro Pacheco creció con el olor a gasolina de los talleres de la calle Arcos de Jerez en la que vivía de niño. Allí era vecino de Antonio Sánchez Garrido, el Peluqui, el mejor piloto de motos de Jerez que acumulaba trofeos en los circuitos urbanos de media España. Tuvo que ser en Jerez en una de las carreras de la Merced que su moto tocó bordillo y Peluqui fue a estrellarse mortalmente contra un árbol. Corría 1963 y eso dejó marcado al futuro alcalde. Tenía 14 años.
Siete años después, en la carrera de motos más peligrosa del mundo, la de la isla de Man, perdía la vida otro piloto español, Santiago Herrero. Fue otro hecho que también recuerda nítidamente el ex alcalde de Jerez, que se debatía entre su pasión de aficionado por el deporte -o lo que fuera- y la impresión de su riesgo.
Cuando siendo un abogado de la Caja de Ahorros mezclado en el mundillo del nacionalismo andaluz obtuvo de manera inesperada la alcaldía de Jerez en 1979 su cabeza empezó a darle vueltas a la idea. Un circuito... ver aquí, en Jerez, a los mejores pilotos del mundo... ¿Por qué?, le decían sus colaboradores. Jerez es vino, caballos y flamenco. Y motor, pensaba él, y motor. Gasolina.
Ahora, casi cuarenta años después de que se celebrara en el circuito la primera carrera un 8 de diciembre de 1985 bajo una lluvia torrencial y con barro hasta en las orejas, Pacheco admite que “fue una locura”. Apenas había dinero y de las otras administraciones sólo conseguía migajas. Que un ayuntamiento fuera propietario de un circuito era algo que no se daba en ningún lugar del mundo.
En España sólo existían dos circuitos de velocidad, el del Jarama, en Madrid, y el de Calafat porque Montjuic celebraba carreras de Fórmula 1 y del Mundial de Motociclismo, pero no dejaba de ser un circuito urbano. La idea de Pacheco iba más lejos. Quería convertir Jerez en una catedral del motor. Y lo consiguió arrebatándole el título al trazado holandés de Assen.
Su momento de máximo esplendor fue tras alcanzar un acuerdo con el capo de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone, para que el trazado jerezano también tuviera una carrera del Mundial de Automovilismo. Es en esa época de cuando data una anécdota que a Pacheco le gusta repetir. Fue de viaje a Argentina y le preguntaron que de dónde venía. Jerez. Ah, Jerez, coches, motos, Ayrton Senna, le dijeron. Y el vino, recordó él. Ah, ¿también tienen vino? Se tuvo que acordar de aquellos que le dijeron que Jerez era vino, caballos y flamenco. Y motor, ahora sí, y, sobre todo, motor.
Aunque la Fórmula 1 se perdió en 1997, decenas de miles de moteros de Europa se seguían desplazando cada primavera a Jerez, coincidiendo con la Feria del Caballo. Habían descubierto que, además de carreras, a dos pasos de Jerez el fin de semana ofrecía magníficas playas y noches de anarquía a dos ruedas, además de vino, caballos y flamenco, algo de lo que muchos nunca habían oído hablar. También, en el debe, como con Peluqui y Herrero, las motos ofrecían adrenalina y la adrenalina se cobraba muertos ya fuera en la carretera o en las motoradas nocturnas regadas de alcohol.
A la vez que el circuito iba creciendo en popularidad en todo el mundo, iba profundizándose un hoyo financiero en torno a la sociedad que gestionaba el circuito y era de titularidad municipal. Las relaciones con el Ecclestone de las motos, Carmelo Ezpeleta, también eran más que cordiales, pero una cosa es la amistad y otra los negocios. Pagar el canon del Mundial era caro y el mantenimiento del circuito no lo era menos. Pacheco había soñado con hacer de Jerez un Silverstone, atrayendo empresas al entorno del circuito para crear un polo del motor, pero el proyecto se quedó a medias y la comercialización de las instalaciones para otros eventos, de entrenamientos a usos privados, no enjugaba las deudas. Aunque toda la provincia se beneficiaba del circuito, el Ayuntamiento tiró durante mucho tiempo solo, lo que afectó a las arcas municipales. La Junta se desentendía y la venta del circuito estuvo planeando mucho tiempo, pero quién iba a comprar una sociedad con semejante agujero.
Aún así, el circuito supuso el gran hito del sector turístico en la provincia de finales del pasado siglo.
También te puede interesar
Contenido ofrecido por Hospitales Pascual
Hablamos con Dr. Francisco Bermúdez Ordoñez, Urólogo del Hospital Virgen de las Montañas