La gerencia del Servicio Andaluz de Salud (SAS) ha alertado a los profesionales sanitarios de Andalucía del aumento de los casos de “exigencia”, acompañados en ocasiones de amenazas verbales, por parte de pacientes a los facultativos para que emitan certificados que les eximan del uso de mascarilla.

Tal y como indica la normativa vigente, dicha licencia puede ser indicada por los médicos en caso que exista motivo para ello, fundamentalmente por problemas respiratorios, pero en cualquier caso siempre a criterio de los mismos y en modo alguno por imposición del paciente.

Por ello, la gerencia del SAS ha recordado a los profesionales “lo importante que es ser objetivo y riguroso desde el punto de vista científico en la concesión de dicha exención”, ya que la situación epidemiológica y su evolución depende en gran medida de la observación de las medidas de prevención señaladas por los expertos y recogidas en los diferentes acuerdos adoptados por el Gobierno de Andalucía.

También recuerda a los facultativos de Atención Primaria que, si lo estiman oportuno “por no tener suficientemente acreditado el historial del paciente y no disponer en su caso de medios diagnósticos para objetivarlo”, podrían solicitar la consulta del especialista en neumología. En cualquier caso, se recuerda que si hubiese situaciones de amenaza se deberá actuar conforme al protocolo de agresiones.

En la misiva enviada a los sanitarios, el gerente del SAS, Miguel Ángel Guzmán, aprovecha para desear a los profesionales que aproveches los días de descanso porque “el final de verano, otoño e invierno nos exigirá de nuevo lo mejor de nuestro desempeño y ahí estaremos para darlo”.

Las mascarillas en Andalucía son obligatorias para las personas de seis años en adelante en la vía pública, en los espacios al aire libre y en cualquier espacio cerrado de uso público o que se encuentre abierto al público, aunque pueda garantizarse la distancia interpersonal de seguridad de 1,5 metros.

La obligación del uso de la mascarilla no será exigible para las personas que presenten algún tipo de enfermedad o dificultad respiratoria que pueda verse agravada por el uso de la misma. Tampoco para aquellas personas que por su situación de discapacidad o dependencia no dispongan de autonomía para quitarse la mascarilla, o bien presenten alteraciones de conducta que hagan inviable su utilización.