Vía Crucis de Amor en el Río

La Virgen de la Esperanza no acompañó este año al Cristo

El Cristo del Amor, tras su salida procesional de la parroquia de San Pedro Apóstol.
El Cristo del Amor, tras su salida procesional de la parroquia de San Pedro Apóstol.
Cristóbal Perdigones

20 de marzo 2016 - 01:00

Ayer fue el día grande para los cofrades de la barrida puertorrealeña del Río San Pedro. La Asociación parroquial del Cristo del Amor y Nuestra Señora de la Esperanza volvía a la calle para hacer sus cultos externos.

A las ocho de la tarde se abrían las puertas de San Pedro Apóstol y la cruz parroquial salía anunciando que el Cristo del barrio volvía al encuentro con sus vecinos. La escena se repetía. Como siempre, la mirada se fijó en la complicada maniobra que los hermanos deben realizar para que la imponente talla de Fernando Aguado salve las dimensiones de la puerta del templo. Una salida en la que el público aguanta la respiración y los cofrades viven con responsabilidad y emoción, a partes iguales.

Suena la banda. Ecce Mater de Cádiz toca el himno para marcar el inicio de la catequesis de la calle. El Señor del Río camina acompasado de la banda hasta la primera parada del Vía Crucis. Como es habitual, las marchas procesionales se mezclan con el ejercicio de las catorce estaciones que recuerdan la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.

Finalizada la primera estación, los 52 cargadores del único paso de esta Asociación reciben la llamada de los capataces, José Antonio Moreno y Manuel Aguilar, y el paso vuelva a andar. Se vive entonces un sonido característico del paso gaditano y único en Puerto Real: el de las horquillas que acompasan el caminar del Cristo del Amor.

Los cientos de vecinos que se echaron a la calle a disfrutar del Sábado de Pasión pudieron comprobar los estrenos de la Asociación. Por primera vez procesionaron cuatro candelabros de guardabrisas, cedidos por la cofradía del Santo Ángel Custodio de Cáliz, y cuatro ciriales de orfebrería, realizados por José Antonio Mateo.

El recorrido por la barriada dejó estampas inusuales en la Semana Santa, como el paso del Cristo por la zona del Paseo Marítimo, junto al Río San Pedro.

Con recogimiento, la comitiva presidida por el director espiritual de la Asociación, el padre Francisco Granados, se adentraba en las calles y avenidas del barrio. El luto también se hizo presente con un lazo negro que recordaba a la madre de uno de los cargadores y al padre de otro de ellos, que fallecieron hace poco.

En la salida de la Asociación volvía a llamar la atención el importante número de pequeños monaguillos que acompañaron al Cristo en su recorrido. Incluso algunas niñas vistieron de mantilla.

Al cierre de esta información, los cofrades miraban al cielo ante la amenaza de lluvia, mientras recorrían la Avenida República de Argentina, de regreso al templo de San Pedro Apóstol. La recogida estaba prevista para las doce de la noche. Esta vez, con el Cristo en solitario ya que la Virgen de la Esperanza, a diferencia del pasado año, no salió a la calle.

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