Olga Durán Salguero se define como campesina agroecológica, pero detrás de ella hay un proyecto ecológico y otro personal del que forman parte su pareja, Fernando y sus dos hijos, Pepe y Juan. Ambas trayectorias van paralelas.

Esta joven, que acaba de cumplir los 49 años, es técnica forestal y natural de la pedanía jerezana de La Barca de la Florida. Desde hace muchos años viene reivindicando realizar un reconocimiento a nuestros mayores y dar una oportunidad a las generaciones venideras, ofreciendo productos como la verdura que lleva consigo no solo su sabor, su olor, su forma sino todo lo que ha recogido durante su crecimiento, del territorio donde ha madurado.

Llegó a Vejer buscando un sueño, vivir en el campo. Y ahí está, acompañada de toda la familia animal, sus ovejas, gallinas, pavos, perros, patos, una granja agroecológica familiar. Una forma de vida, comprometida con la naturaleza y la salud de las personas.

Cada jueves, en el mercadillo de Vejer, Olga instala su puesto para la venta de verduras y hortalizas recién recolectadas, y puestas a la venta a precios asequibles. Son variedades de plantas que han desaparecido de los mercados actuales, que por su vistosidad, sabor, color y olor, hacen las delicias del público que acude a su puesto.

Son verduras cercanas, frescas, sostenibles y saludables, donde hay muchas variedades antiguas que en los últimos años ha podido recuperar, una de las más llamativas son mazorcas de maíz de color morado, propias de esta zona. También, y según la temporada hay tomates de diferentes variedades, colores y tamaños. Igualmente, tienen presencia las acelgas de colores, las calabazas de diferentes formas y tamaños, las coliflores, romanescu, pimientos picantes, patatas o las berenjenas, entre otros muchos productos.

Así, según ha explicado Olga Durán, “el método de plantación es super respetuoso, mirando los tiempos y los productos de temporada. Normalmente son variedades que están adaptadas  a la temporalidad, a las fechas, y cada una a su ritmo, como decían antiguamente”.

En este sentido, ha especificado que “utilizamos métodos lo más sostenibles posibles, sin nada de químicos y ningún tipo de plaguicida, ni insecticida para combatir las plagas, ya que al cultivar de esta manera tan respetuosa y observando mucho lo que es la tierra, pues ahí existe un equilibrio entre la plaga y los insectos que son predadores que se comen esas plagas, porque nosotros también favorecemos el que esas poblaciones existan”. ¿De qué forma?, “Poniendo la biodiversidad propia de los cultivos, que eso también favorece que no haya tantas plagas, porque hay mucha diversidad, poniendo también los setos de plantas aromáticas que no solamente repelen a las plagas sino que también es un lugar que también dan cobijo y de alimento para los insectos que se comen esas plagas, eso es importante, que se instaure ese equilibrio”.

Igualmente se colocan cajas de nidos para las aves insectívoras, hemos fomentado también que la población de pajaritos aumente cada año. Ellos también se comen las plagas de gusanos y demás. Eso está repartido por toda la huerta”.

También, según argumenta Olga Durán, “hay hoteles de insectos auxiliares, que utilizan pequeños compartimentos de madera, de cañas, de diferentes materiales naturales donde se alojan todos estos insectos que se comen  estas plagas, por ejemplo la mariquita se come el pulgón, pero la mariquita necesita dormir y reproducirse, por lo que nosotros lo que hacemos es fomentar esos sitios”. A eso añade que “también usamos variedades de semillas antiguas que están adaptadas a ese suelo y al clima en el que estamos”.

“Cuando hay una plaga o algo determinado, lo hacemos con plantas naturales, haciendo extractos y demás, y con eso es con lo que tratamos. Lo único que hacemos es abonar con productos natural, como son nuestras propias ovejas que entran y salen de la huerta. Cuando hemos recolectado, entran, comen la hierba, limpian, aportan estiércol,  y por tanto están abonando de una forma natural el suelo”, describe Olga Durán.

Por otro lado, Olga se muestra preocupada ante la escasez de agua. Así, “cada año hemos estado realizando una selección propia de las variedades antiguas que necesitan menos cantidad de agua para poder producir. La clave fundamental es la utilización de estas variedades antiguas que están adaptadas y que traen esa información de falta de agua, al igual que pueden traer información de los vientos hayan podido haber, del levante, de alguna plaga que haya podido tener. La riqueza que tienen las variedades antiguas es infinita, porque son variedades que están adaptadas al territorio y a todo lo que conlleva en él”.

Otro de los sistemas empleados es el riego por goteo, un riego muy controlado. Hay también una cobertura vegetal, acorchamos todo el cultivo para no haya una pérdida por evaporación. Igualmente, como estamos en pendiente sembramos en perpendicular a las líneas del desnivel para que de esa manera no haya escorrentías de agua cuando se den periodos de lluvia, ni para que haya pérdida de suelo”.

Otra de las cosas que utilizan debido a la sequía, es “que todo el agua que cae del cielo se quede en la finca, en la granja, para que no se pierda ni una gota agua, ya que por filtración pasa a las aguas subterráneas y ahí se van almacenando”.

El volver a los productos de antaño no supone para Olga, estar fuera de la era informática que vivimos, ya que coordina una página web denominada: viviendoenelcampo.com, y varios canales en redes sociales donde va mostrando la evolución de sus plantas y animales, sin olvidar sus insectos, a los que también mima, abejas, arañas, hormigas y saltamontes, entre otros muchos.

A todo eso se unen sus ponencias en foros especializados, como la Escuela de Hostelería de Cádiz, entre otros muchos. Uno de sus últimos artículos en revistas especializadas ha tratado sobre el rescate de los valores.