Trafalgar contra la duna
La arena de la playa sepulta la carretera que conduce al Faro en Caños de Meca, impide el acceso en coche a casas de la zona y amenaza con engullirlas
Las diez de la mañana. Unos turistas cargan con sus maletas. Caminan por la arena, que ha tapado por completo la carretera que conduce al faro de Trafalgar. Vienen de una de las casas cercanas pero el carril que les hubiese permitido acercar su coche y evitar el esfuerzo está cegado. Las señales que prohiben aparcar y circular están ahogadas por la arena. Parece como si se asomasen a respirar. Bañistas madrugadores, muy pocos, se topan con ellas y como la imagen es insólita, se fotografían a su lado. Al fondo, el faro blanco. Una pareja de Guadalajara carga con la silla de su niña camino de la playa y ella, desde la silla, mira divertida al fotógrafo. Una camarera del restaurante Dunatural tira de escoba, como cada mañana desde hace unas semanas, y expulsa la arena que se ha apoderado de la terraza del establecimiento y que amenaza con colarse por la puerta.
Hay una brisa suave, una temperatura agradable, un paisaje de postal. Pero también una duna que crece y crece, que se mueve lenta pero imparable. Dificulta el paso a la playa, aísla a unas cuantas casas y preocupa mucho a los dueños de los negocios. Los vecinos de Caños de Meca están "muy enfadados", certifica el alcalde de Barbate, Rafael Quirós. "Pero el levante es como es", refranea antes de aclarar que el Ayuntamiento no tiene dinero para retirar la arena, que además no le corresponde retirarla pero que colaborará con los vecinos y pagarán entre todos lo que cuesta solucionar el problema. "Es triste que tengamos que arreglar nosotros algo que no nos corresponde", se lamenta.
El problema llegó hace unas tres semanas. El temporal de levante empujó la duna que desde hace unos diez años comenzó a formarse cerca de la carretera del faro. La empujó tanto, que enterró la carretera y engulló la glorieta hasta la que podían llegar los automóviles para dar la vuelta al encontrarse con la barrera que les impedía continuar. ¿Nunca había ocurrido? "Nunca, nunca, nunca", afirma Juan Antonio Moreno, presidente de la asociación de vecinos Cabo de Trafalgar.
Antes la arena cubría la carretera, la tapaba, sí, explica Moreno. Pero se limpiaba con facilidad, no era mucha. Ahora es la duna la que se ha abalanzado sobre la carretera. Y la que amenaza con tragarse las casas cercanas. La primera, la que ocupa el restaurante Dunatural.
El portavoz de la asociación de vecinos es Ernesto Carmona, que tiene muy claro el efecto negativo que causa en el turismo esa duna que tapona la carretera; que tapa el camino peatonal hacia la playa y hacia el faro, en realidad, ya que los vecinos lograron hace años que quedase cerrado el paso a los vehículos. Si hay un accidente en la playa, no puede llegar allí una ambulancia, advierte Carmona, que se moviliza para arreglar el problema.
Estos días ha telefoneado a la Demarcación de Costas, ha hablado con responsables de la Autoridad Portuaria, con el alcalde de Barbate... La asociación paga una pala que ayer por la tarde iba a quitar algo de arena, lo justo para permitir el paso a toda persona, se mueva o no con dificultad, y para que los vecinos de las casas afectadas puedan vaciar las fosas sépticas, por ejemplo, o acercar unas bombonas de butano sin tener que recurrir a usar un quad. Que es precisamente lo que ayer por la mañana hacía Ricardo, uno de los vecinos cercados por la duna.
Carmona explica que la Autoridad Portuaria no quiere saber nada de la carretera del faro, que le han proporcionado al farero un todoterreno para que acceda por la playa y que con eso ya han solucionado su problema. En Costas le dicen que no tienen dinero para quitar la arena, aunque hay un proyecto de conservación del litoral que incluye un arreglo. Salió a subasta en junio y quedó desierto. A fin de mes habrá otro intento.
Como otros vecinos de Los Caños, Carmona sostiene que el problema de la duna lo han creados las hileras de estacas que hace años colocó Costas demasiado cerca de la carretera. Hace muchos años había una duna, pero lejos de la carretera, explica.
El alcalde de Barbate no cuestiona el efecto de las estacas. Pero apunta además una causa menos compleja o menos discutible. "Lo que pasa", dice Quirós, "es que antes se podía vender la arena. Era fácil retirarla. Pero ahora, cada vez que se quita la arena cuesta 5.000 o 6.000 euros". De ahí que la duna, de momento, le gane la batalla a Trafalgar.
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