Santiago Saborido | Director del Archivo Histórico Provincial de Cádiz

"Tenemos una base de datos de 214.000 testamentos, nuestro producto estrella"

  • Está al frente de un archivo que alberga millones de documentos, que cuenta con 13.000 seguidores diarios en Facebook y que se dispone a abrir más puertas al mundo a través de internet

Santiago Saborido, junto a la entrada al Archivo Histórico Provincial de Cádiz.

Santiago Saborido, junto a la entrada al Archivo Histórico Provincial de Cádiz. / Joaquín Hernández Kiki

Desde el pasado octubre, Santiago Saborido dirige el Archivo Histórico Provincial de Cádiz, al que llegó en 2013 con ganas de abrir nuevas ventanas por las que la gente pudiese asomarse al pasado. Al año siguiente le propuso al entonces director, Manuel Cañas, difundir la labor del archivo y sus contenidos a través de Facebook. Las 13.000 personas que cada día entran dan fe del acierto.

-Es un trabajo muy desconocido y muy subterráneo el de un archivero.

–Sí. Incluso en ocasiones físicamente. Cuando estuve en la Consejería de Agricultura, nos tenían en un semisótano. Tuve que luchar contra viento y marea para salir de allí, para que me dieran un despacho en la superficie. Los documentos podrán estar en un sótano, les dije, pero no tiene por qué estar ahí el personal del archivo. Un archivo sin archivero no es un archivo, necesita tener un personal técnico a cargo. El problema es la carencia de personal que siempre hemos tenido. Este es un trabajo de vocación. En otros destinos se gana más dinero, hay menos problemas y complicaciones, no se tiene a cargo personal ni miles de documentos, ni hay que gestionar un presupuesto. Cada vez somos menos. La gente emigra. Además, en otros lugares puedes promocionar; nosotros tenemos una carrera muy reducida. Somos poco valorados y poco reconocidos socialmente.

–Ha asistido usted en su profesión a un cambio tecnológico enorme.

–Ha cambiado mucho el trabajo en los archivos. He hecho un máster en la Carlos III en sistemas de información digital. Para ponerme al día. Yo empecé a trabajar con dBase IV, que era una base de datos que casi había que arrancar con manivela. Que te diesen un ordenador sólo para ti era todo un lujo. E hice las prácticas con MS-DOS. Entonces había microfilmación. A la que se le da una duración de cien años. En cambio, los documentos digitales, hoy están en un disco duro y mañana ya no están. Por la obsolescencia de los soportes.

–Eso va a ser un gran problema.

–Un problema importante. Los protocolos del siglo XVII y XVIII indudablemente acabarán deteriorándose, pero la calidad del papel y de las tintas es infinitamente mejor que la de hoy. El papel y las tintas de ahora se van a deteriorar en un par de decenas de años. Aquí tenemos documentos de hace quinientos años que se leen y no hay obsolescencia que valga. Si puedes leerlo, el soporte está ahí. Con los documentos electrónicos, que parecen la panacea…

–Pero son una maravilla para trabajar.

–Pero para trabajar en el momento. El problema que tienen los documentos electrónicos es que se pueda demostrar en un futuro que no han sido manipulados. Las firmas digitales, por ejemplo, caducan. Cuando caduque la firma digital de un notario, ¿quién dará fe de esa firma? ¿Y habrá en el futuro ordenadores que puedan leer ese documento?

–Los DVD ya están quedando arrumbados.

–Por ejemplo. Precisamente esta mañana estaba hablando con un compañero sobre sacar una publicación en DVD. Pero si es que no tenemos ni lectores de DVD. ¿Para qué vamos a gastar el dinero en quinientos DVD si la gente no tiene dónde leerlos? Algo que nos piden mucho es que se cree un repositorio en el que sean depositados los miles de documentos que ya tenemos digitalizados. Tenemos digitalizados todos los expedientes del penal de El Puerto. Pues ya sólo hace falta un servidor para que se puedan subir esas imágenes y que cualquiera, desde cualquier lugar del mundo, a cualquier hora, pueda acceder a esos expedientes.

–Lo que está haciendo PARES.

–Claro, lo que hace PARES, que es un proyecto alabado en todo el mundo, que cada vez va a más, que todos los días se alimenta y que puedes hacer una búsqueda y también ubicar el documento: pertenece a esta colección, a este fondo y está en este archivo. La Junta de Andalucía ya lo tiene proyectado, lo que falta es un repositorio, pagar espacio en servidores para poder tener esas imágenes.

–¿Ha aumentado el número de investigadores que trabajan en el Archivo Histórico Provincial?

–Ha crecido el número de investigadores externos. Los que no vienen físicamente, los que se ponen en contacto con nosotros por teléfono, por correo electrónico o por las redes sociales. Nuestro archivo es el que más usuarios tiene en Facebook en España. Tenemos unos 13.000 seguidores. Reales. No los hemos comprado. Por supuesto, muchos son españoles pero también hay muchos colombianos, mexicanos, norteamericanos… Intentamos poner documentos de la relación de Cádiz con América y hay muchos seguidores que nos visitan todos los días. En 2014 empezamos. Al principio poníamos cinco o seis posts al día, pero era mucha dedicación. Al final nos hemos limitado a poner uno todas las mañanas. No ponemos sólo la imagen. Lo contextualizamos. Es una ventana. Un escaparate. Tenemos Facebook e Instagram. Y si podemos, lo haremos en Twitter también.

–¿Qué es lo más satisfactorio de este trabajo?

–Cuando un usuario, un ciudadano de a pie, viene con un problema, quiere localizar un documento del catastro o un plano de una vivienda, o viene un nieto o un hijo de un represaliado que estuvo preso en el antiguo penal de El Puerto, que se le ponen las lágrimas en los ojos y que tú mismo te emocionas cuando está viendo el expediente penitenciario. Te das cuenta entonces de la importancia de todo el trabajo que haces de picado de datos, de carga de información, que muchas veces no sabes si servirá para algo. Al final, hay alguien que llama a la puerta, miras aquí y allí y le dices: aquí lo tienes. A veces, quien viene no se va con el cien por cien de lo que buscaba pero sí con una pista, o con una indicación sobre dónde puede encontrarlo.

–¿Y acude mucha gente?

–Sí. Y tenemos consultas de todo tipo. Desde una señora que todavía no sabe quién fue su padre biológico y que lo sabrá a través de la sentencia de un juicio que hubo en los años cincuenta, hasta un investigador de la Columbia Británica que te escribe pidiéndote el testamento de un marino español que desembarcó en aguas del norte de Alaska. O una mujer que busca los planos de un piso para saber por dónde va una tubería que hay que arreglar. Hay muchas consultas sobre problemas de lindes en los catastros de rústica. Tras los protocolos notariales, es el fondo que más se consulta y se investiga. Sobre los expedientes penales, como la mayoría de los presos del penal de El Puerto eran de la cornisa cantábrica, tenemos peticiones todas las semanas de particulares y de asociaciones memoria democrática del País Vasco, Galicia, Cantabria, Asturias. Este es un archivo de archivos. Tenemos casi 200 fondos documentales. Por ejemplo, el fondo de la antigua delegación de Obras Públicas del Estado, con cientos de cajas en las que hay unos planos que los abres y te quedas maravillado, proyectos de ferrocarril, de carreteras, de finales del XIX y principios del XX, con una meticulosidad… Pequeñas joyas.

–Unos fondos que seguirán creciendo.

–Y no sólo con documentación oficial. Animamos a todo aquel que tenga un documento de carácter histórico: si lo quiere donar a este archivo, será bien recibido. El otro día vinieron dos ingenieros de Navantia. Se había hecho limpieza en unas dependencias y se encontró un plano de ferrocarril de principios del XX de una vía que enlazaba San Fernando con La Carraca. De 1926. Muchas veces es cuestión de suerte. No todo lo que se ha escrito o se ha producido ha llegado a nuestros días. Porque se ha quemado intencionadamente, en época de guerra o porque a alguien le ha interesado destruirlo, por la razón que sea, o por la desidia, porque se ha abandonado en un sótano y se ha estropeado. El archivo no es el reflejo único o unívoco de la realidad de una época. Pero al menos, con lo que ha llegado intentamos que se conserve en el tiempo y que se difunda.

–¿Qué fondos echan en falta?

–Aquí no ha llegado nada del Movimiento, de las oficinas de Falange locales. Nada. Y me han dicho: pues fulano de tal tiene el archivo de la Falange de tal pueblo. Tenemos algunas cosas de la Sección Femenina, de Coros y Danzas, algo de Algeciras. Pero poco. Realmente, con lo que supuso el Movimiento, las instituciones del Movimiento durante 40 años, aquí no hay nada. En algunos archivos municipales hay algo pero no mucho,

–¿Entonces tampoco hay nada del Sindicato Vertical?

–Sí hay. Del Sindicato Vertical lo tenemos todo. Es un fondo gigantesco que desgraciadamente no se ha podido organizar. Se han organizado los libros, pero los documentos sueltos, eso es un trabajo que necesita años, con tres o cuatro personas que se dedicaran a eso. Esto llegó a través de la AISS, la Administración Institucional de Servicios Socioprofesionales, que fue el previo al INSS. La AISS heredó las competencias de los sindicatos verticales y a principios de los ochenta hubo un convenio para trasladar todos los fondos a los archivos históricos provinciales. Aquí llegó una masa enorme de documentación. Y se ha podido organizar una parte. Hay secciones muy interesantes, por ejemplo, la de Espectáculos. Pero no la podemos ofrecer a los investigadores porque no sabemos ni lo que hay. Tenemos que remangarnos y echarle unas cuantas semanas para catalogarlo.

–Entre tantos documentos que hay en el Archivo Histórico Provincial, alguno le parecerá muy destacable.

–Es difícil elegir uno. Hay muchos destacables. Tenemos aquí casi 17 kilómetros lineales de cajas con documentos. Hablamos de millones de documentos. Hay uno que siempre enseñamos a las visitas que es muy curioso. Es de unos armenios. Fue marcado, en la actual Siria, con sellos anulares de los jefes de los distintos clanes. Es un documento de deuda. Está transcrito en un documento notarial hecho en Cádiz en el siglo XVIII. Unos armenios habían salido de su tierra, les habían prestado un dinero, y acabaron en Cádiz. Posteriormente, enviaron a otro armenio en su busca, a cobrar la deuda. Es un reflejo de una ciudad que era un centro comercial internacional.

–Y que ha producido, por tanto, documentación primordial. Testamentos de personajes históricos, por ejemplo.

–Tenemos una base de datos de más de 200.000 testamentos. De todos aquellos que hicieron testamento en la provincia de Cádiz desde el siglo XVI. Es un trabajo que se ha ido haciendo durante años. Aquí tenemos los testamentos de Blas de Lezo, Antonio de Ulloa, Alcalá Galiano, Gravina, el general Álava (un marino del XVIII), Francisco de Heceta (que cartografió las costas de Alaska), Ramón Power, Mejía Lequerica… Esta base de datos es la que nos pone en el territorio de los archivos del mundo, porque nos consultan investigadores del mundo entero. Nuestra idea es publicarla en red este año. Creo que va a ser un antes y un después de este archivo, que van a llover las peticiones de documentación. Son 214.000 testamentos. Es una fuente de información de primer nivel. Es nuestro producto estrella.

–Digamos que el Archivo Histórico Provincial de Cádiz vive un buen momento.

–Sí. Pero la gente demanda que abran el archivo por la tarde. No se abre por falta de personal. Hay gente que viene de afuera y se asombra. ¿Pero a las tres os vais? ¿Ya hasta mañana? La solución es más dinero para personal.

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