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Naufragio

16 años sin el Pepita Aurora de Barbate

El momento de la partida del puerto de Barbate hacia las aguas marroquíes de Larache con parte de los marineros sobre la proa del pesquero.

El momento de la partida del puerto de Barbate hacia las aguas marroquíes de Larache con parte de los marineros sobre la proa del pesquero.

La verja del recinto pesquero de Barbate acogerá hasta el próximo día 20, una exposición de 23 fotografías de gran tamaño con las imágenes de una jornada de pesca meses antes del naufragio del Nuevo Pepita Aurora, que sucedía el 5 de septiembre de 2007. 

Cuando se han cumplido 16 años de este fatídico suceso, el fotógrafo Miguel Gómez, homenajea en Barbate a la tripulación de esa embarcación. Miguel Gómez, es un fotoperiodista dominicano radicado en España desde hace casi 20 años, la mayor parte de ellos viviendo en la capital gaditana. Ha trabajado para varios medios de comunicación en América, Europa y África y fue precisamente ese trabajo el que lo trajo hasta esta tierra gaditana.

Hace precisamente 16 años que recibió el encargo, junto con otro compañero periodista, de acompañar a uno de los barcos pesqueros que volvían al caladero de Larache después de varios años sin poder faenar en esas aguas marroquíes.

Fue un acontecimiento importante por el tiempo que había pasado y ese hecho fue objeto de una importante cobertura mediática al que acudieron autoridades tanto de la provincia como de la Junta de Andalucía entre otras.

Según expone Gómez, los compañeros de los medios que iban a acompañar a los barcos más allá de la salida del puerto se repartieron varios de ellos, algunos tenían que desembarcar en Tánger y volvían a Barbate, otros solo pernoctaron una noche antes de regresar y los menos como fue su caso, se quedaron con ellos algunos días pescando en Larache frente a las costas marroquíes. A él y a su compañero les tocó embarcarse en el pesquero Nuevo Pepita Aurora, sin imaginarse que meses después iba a tener un trágico final, precisamente en su regreso al puerto de Barbate.

Este fotoperiodista explica que ni para él, ni para su compañero ese viaje “no tenía nada de especial”. Era un reportaje más acompañado de las vicisitudes y retos que tiene cada uno, pero, “es también lo que los diferencia y hace especiales o al menos es como yo los abordo”.

Este reportaje tenía la particularidad de desarrollarse todo el tiempo en el mar, con unas condiciones de espacio particularmente incómodas para quienes no están acostumbrados a navegar. Asegura que “el constante movimiento de las olas, es como si tu casa no para de moverse contigo dentro, la dificultad para descansar o conciliar el sueño, la lucha para contrarrestar el mareo, todo eso fue superado por el trato que nos dieron aquellos pescadores durante todo el tiempo que compartimos espacio, horas y comidas”.

Luego con el tiempo, matiza que “he aprendido que cuando te haces a la mar no solo sueltas las amarras en el muelle también lo haces con todo lo que tengas programado en los días posteriores. Si tienes frío o calor, incomodidad, mareos, si te enfadas o te desenfadas, si extrañas algo o a alguien en tierra, te aguantas, como todo el mundo. No puedes pensar en volver a puerto a menos que suceda algo muy serio y aún así la distancia y el tiempo se te harán eternas”.

Por la forma en que fueron tratados por personas a las que habían conocido horas antes, que no les debían nada porque probablemente hubiese sido más cómodo para ellos viajar sin invitados, siempre “me sentí privilegiado porque al final era como meterse en la casa de un entrevistado, pero en una más pequeña y más tiempo del habitual”.

Recuerda que nunca les hicieron sentir que estorbaban. “Yo personalmente que era el que en más espacios me movía, ponía todo mi empeño en hacerme invisible y a la vez dejar testimonio gráfico de lo hacían estos hombres desde el más absoluto respeto a quien te abre las puertas de su intimidad”.

A algunos de esos pescadores los volvió a ver en los meses posteriores al viaje en visitas que hizo a Barbate. Por eso, cuando se enteró de lo ocurrido el 5 de septiembre de 2007 le vinieron de golpe todas las imágenes y recuerdos de aquel recorrido hecho cinco meses antes.

Su primera reacción fue de incredulidad y recuerda haber preguntado si era la misma tripulación a la que acompañó a Larache. Le confirmaron que la mayoría iba en el barco naufragado. Entonces, asegura que se sintió “enormemente triste porque además de la publicación de aquel reportaje en su momento en los meses posteriores me volvía a encontrar cada tanto con aquellas fotos recuperadas del archivo para ilustrar noticias sobre la pesca en el Estrecho”.

Miguel Gómez, es un fotoperiodista que está en España desde hace casi 20 años

Cuando se cumplió un año del hundimiento del Nuevo Pepita Aurora recibió algunas llamadas de algunos medios de comunicación y de canales de televisión nacionales pidiendo permiso para publicar las únicas fotos que existían de los tripulantes del pesquero. Eso se repitió durante unos años y dado el interés que suscitaba pensó que una buena forma de honrar a aquellos tripulantes que tan bien les trataron y como regalo a sus familiares y amigos y también al pueblo de Barbate era hacer una exposición y mostrar no solo el material que se había publicado, sino también las fotos inéditas hasta ese momento.

Intentó algunos acercamientos al Ayuntamiento de Barbate durante esos primeros años, pero, lamenta que “nunca llegó a concretarse nada”. Por esas casualidades que ocurren a veces a principios de este año estuvo cubriendo el Carnaval de Cádiz para el Diario de Cádiz y había allí un coro que se llamaba el Coro de Barbate. En una de esas sesiones se reencontró con Loli Caravaca, una de las viudas de uno de los pescadores del Nuevo Pepita Aurora y con quien había mantenido contacto durante todos estos años y le expresó nuevamente su intención de hacer la exposición sobre el barco algo a lo que ella siempre la animó.

El caso es que en febrero hizo una exposición sobre el Carnaval junto a dos compañeros fotoperiodistas y cuando finalizó decidió regalarle las fotos a los autores de los grupos y ahí conocí a Mario Caballero que era uno de los componentes del Coro de Barbate y candidato a concejal al Ayuntamiento de su ciudad. A Mario le comentó sobre la expo y le encantó la idea; le dijo que si su partido entraba en el Ayuntamiento iba a presentar el proyecto de la exposición a la Corporación que saliera elegida.

Así ocurrió y a través de este concejal conoció a Ana Valencia, concejala de Cultura, quién recibió con entusiasmo la idea de la exposición fotográfica. Después de mostrarle las fotos y algunas ideas que tenía le sugirió que el paseo del puerto podría ser el lugar idóneo para el formato, el tamaño y el tema de la exposición. Así que a partir de ahí se pusieron a trabajar en ello.

Una selección de 23 fotografías de Miguel Gómez en honor a los volvieron, a los que no volverán, a sus hijos, sus esposas, sus familiares y amigos y con ellos a todo el pueblo de Barbate.

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