Consecuencias de la pandemia en las pymes

Barbiana: papas aliñás frente al Covid-19

  • El Barbiana de Sanlúcar es una de las empresas familiares de Cádiz que se han unido a la campaña ‘Damos la cara’ para poner en valor su papel en la recuperación

Clientes en la terraza del Barbiana en Sanlúcar.

Clientes en la terraza del Barbiana en Sanlúcar. / F.J.F.

Las papas aliñás del Barbiana constituyen una de las citas ineludibles si uno quiere adentrarse en la gastronomía de Sanlúcar. Abierto en 1944, este establecimiento está en manos ahora de la tercera generación, aunque “la cuarta ya está colaborando en el negocio”, según indica Ramón Otaolaurruchi.

Como empresa famliiar orgullosa de sus orígenes, Barbiana es una de las compañías gaditanas que se han embarcado en la iniciativa Damos la cara, impulsada por el Instituto de la Empresa Familiar, y con la que se quiere mostrar su importancia en el tejido productivo de cara a la recuperación económica. Más de 1.400 empresas se han embarcado en este movimiento, al que se han sumado empresas andaluzas como Osborne, Atarfil, Acesur, Barbadillo o Cosentino.

A todas les une un ADN ligado a la tierra y la vocación de aunar fuerzas para impulsar la iniciativa privada como motor de la actividad económica hacia un futuro sostenible. “Nuestro objetivo es dar a conocer las empresas famliares porque tenemos un doble componente, afectivo y mercantil, que no tienen las demás”, insiste Otaolaurruchi.

La pandemia ha supuesto un gran impacto en la actividad económica, especialmente en el ámbito de la hostelería en el que se inscribe Barbiana. “El cierre fue un palo tremendo pero no hubo más remedio. Todos los días le dábamos vueltas al BOE para ver qué podíamos hacer”, recuerda el propietario del establecimiento, que cuenta con veinte personas en plantilla, a las que se les aplicó un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE). “La primera idea que nos surgió fue repartir a domicilio. Incorporamos al cocinero y dos personas, y sólo en fin de semana porque no dejamos de ser una taberna muy tradicional. Pero funcionó”, recuerda.

Con la desescalada, llegó el dilema: reapertura o cierre. “Había mucho miedo. Nadie quería abrir en nuestra área de centro y Bajo de Guía. Pero al final, haciendo muchos números y contra viento y marea, fuimos de los primeros en hacerlo”, señala Ramón Otaolaurruchi. El primer día fue algo desastroso: “fue un jueves en el que cayó una manta de agua y sólo hicimos 15 euros de caja”. “Pero llegó el fin de semana, y como había tantas restricciones, la gente lo cogió con mucha alegría. Ahora ya hemos sacado prácticamente a toda la gente del ERTE. Aunque tenemos una enorme preocupación con el tema de los rebrotes”, sostiene.

Con la cancelación de la Feria y las Carreras de Caballos, cualquier comparación con las cifras de negocio del año pasado es odiosa. “En mayo, el objetivo era llegar a un 25% de ventas de 2019 y no lo cumplimos. En junio, como ya había más animación y se abrieron las fronteras provinciales, la cosa empezó a animarse y el objetivo estaba en el 50% y lo superamos. Pero a partir de ahí no lo veo tan claro”, explica. Las dos barras del interior del negocio están cerradas “por responsabilidad”. “Somos una taberna tradicional, pero aunque podíamos tenerlas abiertas, es imposible mantener las distancias”, relata el propietario del establecimiento.

La evolución de la pandemia ha provocado un cambio del enfoque del negocio, en el que se vive prácticamente al día. “No podemos hacer previsiones más allá de 48 horas, lo que hace que todo sea mucho más complicado”, insiste Ramón Otaolaurruchi, que es optimista a pesar de todo. “Hemos aprendido que de lo malo hay que sacar lo bueno. Hay que ser valiente, pero a la vez extremadamente cumplidor de todas las normativas”, señala el propietario de Barbiana, que concluye con un mensaje a los propietarios de pequeños y medianos negocios como el suyo: “mucha cautela, pero a la vez ánimo y valentía”.

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