Provincia de Cádiz

'Mamarru', el etarra que quiso raptar a Don Juan, primer 'Parot' de El Puerto

  • Sólo un familiar acompaña al histórico Isidro Garalde, condenado por tres asesinatos, en su salida de Puerto 1 La sentencia de Estrasburgo le ha librado de siete años de cárcel

"Irredento", calificaba el informe penitenciario a Isidro Garalde, alias Mamarru, que ayer pasadas las ocho de la noche salía de la prisión de Puerto 1, una penitenciaría pequeña y vieja sin módulos de respeto. Una cárcel con todas las letras. Garalde es el primer etarra beneficiado por la revocación de la doctrina Parot que sale del complejo carcelario de El Puerto. Primero fue un carrito repleto de maletas y un policía explicó a los fotógrafos que "lleva más de diez años aquí, ¿qué esperabáis? Maletas..." A continuación, el etarra, sexagenario (62 años), tozudo, que nunca quiso saber nada de los cambios que se producían más allá de las rejas, se abrazaba a su hermano. Dos hombres con la inofensiva mirada que otorga la edad. Pero lo cierto es que Garalde fue un hombre clave en la ETA de los años del plomo.

Garalde nunca descabalgó, según cuentan los funcionarios que le trataron. Vivía en los años en que diseñó aquel plan 'glorioso' por el cual don Juan de Borbón sería secuestrado en Mónaco. Corría 1974 y él ya era un veterano. Esperaba al conde de Barcelona en Niza. Se le escapó. Dos años antes ya había huido a Francia y estaba dentro del 'staff' de la banda que todavía no había matado a Carrero. Mamarru era muy joven y todo hubiera salido a pedir de boca con el padre del entonces Príncipe si alguien no se hubiera ido de la lengua. Años después, mató al chivato. También se le implicó posteriormente en la muerte del alcalde de Galdácano, Víctor Legorburu. El otro crimen que se le imputa, en 1976, es un supuesto error, la muerte de un mecánico, Julián Galarza, en Zizurquil.

Sin embargo, Mamarru, detenido en Biarritz en 1984 por tenencia ilícita de armas, no era temido por su espíritu ejecutor. Durante los años 70 fue la mano derecha de Txomin, el hombre fuerte de la ETA más sangrienta. Mamarru, uno de los duros cuando era un veinteañero, se encargaba del adiestramiento de los nuevos reclutas etarras que posteriormente entregaba al jefe del comando Argala, Henri Parot.

A partir de su detención en Francia se inició una de esas leyendas tan jaleadas entre los círculos abertzales. Por entonces la cooperación con Francia no era fluida. Garalde iba a ser deportado a las Seychelles cuando se escabulló de la policía francesa. Volvió a ser capturado un año después y se le juzgó como delincuente común (malhechores, según su terminología). Condenado a siete años, su nombre figuraba entre los que llevaron los negociadores de Argel para su canje a cambio de una tregua duradera. Allí murió su gran amigo Txomin en un accidente de tráfico. Fue excarcelado en 1990 e históricos etarras fueron a recibirle a la salida de la cárcel de Toulouse. Sólo tres meses después el juez Carlos Dívar, el de los fines de semana caribeños, ordenó su detención tras la declaración de Henri Parot, que le señaló como el verdadero jefe de los comandos etarras franceses. Garalfue uno de los 'trofeos' entregados por la justicia francesa cuando en 1993 se formalizó la cooperación en materia antiterrorista entre ambos países.

Ya contabilizaba 28 años entre rejas y el hombre del eterno canje se hizo un dinosaurio en Puerto1. Según la doctrina Parot, el que le delató y que está encarcelado no muy lejos de él, en Puerto 3, tendría que haber salido en 2020. Sin ella, habría estado en la calle en febrero de 2010.

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