"Forcejeamos y se disparó"

El acusado de pegarle un tiro a otro cliente en un club de El Puerto dice ahora que él no apretó voluntariamente el gatillo, que esgrimió el arma sólo para asustar

El club Oh Palace, donde sucedieron los hechos que ha comenzado a juzgar la Audiencia Provincial.
El club Oh Palace, donde sucedieron los hechos que ha comenzado a juzgar la Audiencia Provincial.
T. Ramos / Cádiz

08 de mayo 2009 - 05:01

J.L. cambió ayer su versión. Al juez instructor le dijo en su día que sí, que fue él quien le disparó a A. en el club de alterne Oh Palace de El Puerto la madrugada del 6 de diciembre de 2007; que lo hizo con una pistola que era suya. Ayer, en la Audiencia Provincial de Cádiz, en el juicio por esos hechos, J.L. explicó que la pistola no era suya, que se la dio un desconocido, que se fue hacia A. esgrimiendo el arma para asustarlo, que A. agarró entonces la pistola por el cañón con una mano y con otra le pegó y que, en fin, al tirar A. hacia sí del arma, la pistola se disparó accidentalmente. "Si yo no sabía ni que estaba cargada. Es mentira que yo quisiera matarlo. Yo jamás en la vida mataría a nadie", aseguró el acusado. Entonces, ¿por qué admitió ante el juez que usted disparó? ¿Por qué dijo que había comprado la pistola en un bar? "Porque estaba muy nervioso".

Sentado también en el banquillo pero distante, también esposado, A. escuchaba a J.L. dar su nueva versión sabiendo que después le tocaría hablar a él. ¿Qué hizo con la pistola?, preguntó la fiscal. "Estaba asustado y la tiré a un contenedor".

J.L., en prisión preventiva, está acusado de intentar matar a A. y de tenencia ilícita de armas. La fiscal pide para él 11 años y 6 meses de prisión. A. está acusado de una falta de maltrato por estos mismos hechos y la fiscal reclama que pague una multa. No está en prisión por esto, claro. Tiene alguna otra historia por ahí que lo ha llevado a la cárcel.

Antes del disparo o de los disparos (porque hasta en eso hay discrepancia) J.L. y A. discutieron. La versión de J.L. es la que sigue. Ambos estaban en la barra del local tomando unas copas, por separado, y A. se fue para J.L. y le espetó que por qué le mandaba callar. Así empezó todo, con unas palabras. Entonces, A. le pegó tres puñetazos a J.L. y le rompió tres dientes. J.L. salió afuera. En el aparcamiento, estaba solo junto a su coche, limpiándose la sangre. Desde unos cinco metros, un hombre, un desconocido, le arrojó una pistola y le dijo: "¡Entra y asústalo!". De modo que cogió el arma, regresó adentro y ahí vino el forcejeo, el otro que agarra el arma, la pistola que se dispara.

Llegó después el turno de A. y el hombre empezó a declarar sereno. Pero a medida que avanzaba el relato, ante preguntas que le reclamaban precisiones, alzaba la voz, se encendía. "¡Venía a matarme! ¡venía a matarme!", gritó. El presidente del tribunal le llamó una vez la atención, le pidió que no gritase. "Disculpe usted, señoría, pero es que estoy muy jodío. Si casi me mata. Ahora tengo una prótesis para toda mi vida. Si es que venía con una pistola a matarme, si se lo vi en la cara de loco que traía...".

A. explicó que todo comenzó cuando él se fue hacia J.L. a preguntarle que por qué lo miraba de forma amenazante y despreciativa. Forcejearon y fueron separados. "No le pegué en la cara. En la cabeza, en todo caso". A. contó que se apartó de allí, que se fue un rato hacia una sala del local con una chica que trabajaba en el club (en la discoteca, dijo). Al rato volvió de nuevo a la barra. Y entonces fue cuando vio que venía J.L. con una pistola en la mano. Forcejeó con él y un amigo suyo los separó. "En ese momento, desde uno o dos metros de distancia, J.L. me encañonó y me disparó dos veces. Caí al suelo y me arrastré buscando un cuarto de baño, allí cerca. Trataba de evitar que me rematase". Una bala lo alcanzó en el abdomen.

Un amigo de A. que estaba en el local con él, la persona que los separó, afirmó que hubo dos disparos seguidos y no durante el forcejeo. Un policía explicó que halló una marca de un balazo en el suelo y un rebote en una tragaperras. Otro policía dijo que un empleado del club le entregó dos casquillos que encontró en el suelo al limpiar. Otro agente comentó que el propio herido les informó de que le había disparado J.L., que les dijo el nombre del agresor, en que barrio vivía y que tenía un BMW verde.

Ayer hubo varias menciones a un vídeo en el que está grabado lo que sucedió en el club. El juicio, en la Sección Cuarta, continuará el próximo día 29. Será el momento de ver el vídeo y conocer si las imágenes son más partidarias de una versión que de otra.

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