Provincia de Cádiz

Embajadores de Milwaukee

  • La pasión por las Harley-Davidson renace en la provincia gracias a la implicación de un rejuvenecido club de propietarios para el que esta mítica marca es sinónimo de libertad

Su pasión no es el mundo de las motos. Su pasión se limita a una sola marca de motos, las míticas y centenarias Harley-Davidson, y a una sola máquina, aquella por la que un buen día realizaron una inversión considerable y que hoy cuidan con mimo como si fuera de la familia. Son los harlistas, los máximos exponentes de un estilo de vida que en los últimos años ha cobrado nuevos bríos en la provincia de Cádiz gracias a la implicación progresiva de un rejuvenecido club de propietarios que tiene como denominador común el espíritu de ilusión y de libertad que, afirman, les proporciona un medio de locomoción genuino como pocos.

"En Harley-Davidson no vendemos motocicletas y vehículos recreativos. Vendemos experiencias vitales sin igual. Ser un entusiasta de Harley-Davidson es conocer la vida como otros sólo pueden soñarla", reza uno de los eslóganes más conocidos de esta compañía que naciera después de que en 1903 William S. Harley y Arthur Davidson idearan en un jardín de Milwaukee (Wisconsin) la primera de unas máquinas que con el paso del tiempo se convertirían, y aún lo siguen siendo, en santo y seña de la cultura estadounidense más enraizada.

Las exhibiciones de Harley-Davidson vienen repitiéndose con asiduidad en enclaves diversos de la provincia. El puerto de Cádiz ha sido la pasarela de algunas de sus concentraciones más llamativas, tanto durante la pasada Regata de Grandes Veleros, en julio, como en la Feria del Mar y de las Libertades celebrada en 2011 en este mismo recinto portuario. "Intentamos acudir a todas las citas donde nos invitan, sobre todo a actividades benéficas, aunque no siempre es posible por cuestiones de agenda. Y lo hacemos gratuitamente, porque es una excusa para reunirnos y para disfrutar y porque así le damos publicidad a una marca que se ha convertido en nuestro estilo de vida", reflexiona en voz alta Eduardo Ramos Torrejón, director del Cádiz Chapter de Harley-Davidson.

Este club de propietarios tiene la peculiaridad de que nació y se ha criado, como los demás de Harley-Davidson, bajo el patrocinio de la propia marca. En 1983 la compañía decidió crear el Harley Owners Group (HOG), que hoy cuenta con más de 1.300.000 miembros en todo el mundo. Esos HOG, que tienen un responsable en cada país, están localizados en los diferentes concesionarios de la compañía. En la provincia de Cádiz el único concesionario de Harley está en El Puerto y el HOG depende del propietario del mismo o leader, Joaquín Anelo. Bajo su patrocinio funciona el Cádiz Chapter, que tiene actualmente un número de socios que supera el medio centenar y que residen a lo largo y ancho de toda la geografía provincial, incluso de Gibraltar. En reuniones trimestrales estos socios establecen el calendario de sus salidas oficiales y, a cambio de la publicidad que le dan a la marca, el HOG les da cobijo regalándoles la cuota de socios en el primer año posterior a la adquisición de la moto, pero también aportándoles una sede o facilitándoles rebajas en hoteles o seguros colectivos para viajes en grupo, entre otras prestaciones.

Las normas internas se circunscriben al ámbito de la seguridad vial. Es decir, hay que cumplir a rajatabla los límites de velocidad y de ruido y, evidentemente, está totalmente prohibido conducir una Harley bajo los efectos del alcohol. Quien vulnere estas normas está expuesto a su expulsión del HOG e incluso se ha dado el caso de concesionarios que se han negado a realizar labores de mantenimiento en una máquina cuyo dueño fue multado.

Pero, ¿por qué adquirir una Harley y no una Yamaha o una Honda? Eduardo Ramos cree que una Harley-Davidson "está concebida para recorrer largas distancias y no para adquirir grandes velocidades". Y añade que lo que le atrae de la marca "no es la máquina en sí, que también, sino todo el universo único que se ha creado a su alrededor", tanto en lo vinculado a la cultura estadounidense como las múltiples opciones para caracterizar la moto o la posibilidad de ir reuniendo las chapas de los concesionarios que se visitan o los cómputos personalizados de kilometraje registrado.

Un sambenito con el que se ha acostumbrado a vivir esta marca es la alta inversión que conlleva su adquisición y mantenimiento. Y eso es cierto, aunque con matices. "Sí, el precio de compra de una Harley es mayor que el de otras marcas de motocicletas. Pero la diferencia está en que para un harlista su moto es, por lo general, sú único medio de locomoción", reflexiona Ramos. Hoy en día la Harley-Davidson más barata puede tondar los 6.000 euros; la más cara no tiene precio porque depende de la imaginación de su propietario y de los accesorios que quiera introducirle.

Son ciudadanos normales, de profesiones y poder adquisitivo muy diversos, que cuando llega el momento de subir a su Harley se transforman en auténticos embajadores de Milwaukee en Cádiz para dar rienda suelta a un hobbie que es su pasión: pilotar una moto, su moto, en libertad.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios