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Desescalada en Cádiz

Coronavirus en Cádiz: Tan lejos de Cádiz

carteles en dirección a Cádiz y el aviso de la prohibición de viajes.

carteles en dirección a Cádiz y el aviso de la prohibición de viajes. / Jesús Marín

En Andalucía, hay congestión en Almería en la A-7 Roquetas de Mar sentido Cádiz, así como en Málaga y Sevilla, en las salidas A-4, A-49 y A-92”. Esto no es un despacho de teletipo de hace un año. Es un despacho de ayer. Nueva alerta de toda la DGT ante un ‘puente’ no ‘puente’. Pero esta vez no hay confusión posible. Hasta final de junio la frontera es la provincia. No podemos salir. Y no pueden entrar. El nuevo Schengen.

El estudio de movilidad del INE, publicado días pasados, demuestra que solo el viernes antes de Semana Santa llegaron a Chiclana casi 2.000 personas de otras localidades, solo en horario de 10 de la mañana 4 de la tarde. No se sabe las que llegaron esa tarde-noche. Hay urbanizaciones en las que los vecinos de todo el año han detectado un incremento de residentes con segundas viviendas. Pero habiendo sido esto una irresponsabilidad notable, no es la regla. Para la mayor parte de la gente que viene a Cádiz habitualmente conocer que serán los últimos de la última fase en poder regresar al mar ha supuesto un mazazo. “En mi grupo de whatsapp de gente de Sevilla que tiene casa en Rota llevamos toda la cuarentena intentando bromear lo más posible para mantener alta la moral y la idea de que pronto nos veremos. Fue decir el presidente que no podían venir a la playa hasta finales de junio y el grupo se quedó mudo”, relata un gaditano con amigos sevillanos que son visitantes casi de cada fin de semana de Rota desde mayo hasta octubre.

La situación es también un descalabro económico. “Puedo haber dejado de ganar 30.000 euros por culpa del coronavirus”. Quien dice esto es un pequeño autónomo que puso sus ahorros en un chalé en Chiclana con el fin de sacarlo a alquiler para fines de semana y celebraciones. Además de este gestiona otro segundo que es propiedad de su familia. Sus perspectivas para la primavera eran geniales, ya que desde finales de abril hasta la primera semana de junio tenía arrendado los dos chalés para comuniones”. No sabe cuándo podrá volver a hacerlo. Tiene una luz de esperanza y es que los que ya han modificado las fechas de sus comuniones en septiembre u octubre, han seguido con la idea de celebrarlo en sus propiedades. La otra es que cree que este año el turismo va a cambiar mucho y va a haber menos desplazamientos largos, “por lo que puede haber gente que se plantee alquilar un chalé con piscina en el verano”.

Sevillanos con ganas de Cádiz

Gabriel Lupiáñez, un sevillano con segunda residencia en Chiclana, cuenta los días por volver a disfrutar de sus vacaciones en su apartamento situado en una urbanización de Los Gallos, a escasos kilómetros de La Barrosa. Casado y con hijos, lleva más de 30 años ocupando su vivienda de Chiclana a la más mínima ocasión, ya sea durante puentes festivos, la Semana Santa o durante la Feria de Abril, pero sobre todo en verano.

Considera que a finales de junio se normalizará la situación y será a partir de esa fecha cuando ya podría viajar hasta su segunda residencia, “porque sería horroroso quedarse en julio y agosto en Sevilla. Me moriría si me quedo aquí”, dice entre risas.

Su mujer, Magdalena, piensa igual aunque matiza que habrá que esperar a ver cómo evoluciona la pandemia y que ahora está “soñando” con retornar un año más a Chiclana. “Habrá más controles, más medidas y normas para que la gente se pueda desplazar y creo que se suavizará este estado de alarma. Sería insostenible que todo siguiera igual. España vive del turismo y en especial Chiclana con miles de personas en sus playas durante el verano, muchos de ellos sevillanos”, expresa.

José Ramón Balsera es médico de atención primaria en un centro de salud de Sevilla. Tiene 65 años y está incluido entre los grupos de riesgo por sufrir varias patologías. Junto a su familia ha pasado el confinamiento en la ciudad hispalense y en estos días tenía previsto trasladarse a una casa que tienen en Vista Hermosa, a la que en situación de normalidad suelen acudir todo el año.

“Tenía confianza en haber ido para El Puerto porque la zona donde vamos está despoblada, son chalés y no hay tanta actividad como en el casco urbano de Sevilla. Yo vivo en La Estrella, en un sitio bastante céntrico, son torres de edificios de 6 pisos por planta y 12 plantas por edificio. Por riesgo, es mucho menor estar en Vista Hermosa que aquí”. En cuanto a si debería aplicarse la norma con menor rigor en determinados casos y permitir algunos desplazamientos, opina que “debería haber alguna excepción, siempre que no sea un peligro para los vecinos”.

El hecho de no poder ir hasta junio a su segunda vivienda trastoca sus previsiones, “porque tienes una residencia que tienes que mantener, son varios meses y si ha pasado algo en la casa no nos hemos enterado. Realmente no esperaba que esta situación se alargara tanto, y más que se puede alargar por los asintomáticos”. En cuanto a la gente que quiera saltarse la norma, afirma que “se arriesgan a que los puedan denunciar los propios vecinos, no sería la primera vez”.

"Tienes una casa que mantener y si en estos meses ha pasado algo no te enteras"

Ángeles Hidalgo llegó a Sevilla en 1991 para trabajar en la Expo, y allí se quedó. Es guía turística y trae a Cádiz a numerosos grupos internacionales, pero hasta hace unos meses no se decidió a comprarse un piso en su ciudad natal.Aunque nacida en extramuros, lo buscó en pleno barrio de La Viña, a pie de La Caleta. Y si antes venía de forma muy esporádica a la ciudad, ahora es para ella una necesidad. Por eso, tantas semanas confinada en Sevilla le ha provocado un aumento notable de la morriña.

“Cuando me preguntan qué es lo primero que voy a hacer cuando acabe el estado de alarma y se pueda viajar es coger el tren y marcharme a Cádiz. Me encanta el recorrido que hace el tren, el cambio en el paisaje y, sobre todo, cuando llega a la Bahía, la rodea y se ve el puente”. Y ya en Cádiz, lo tiene claro: “Ir a La Caleta, asomarme a la balaustrada y disfrutar del paisaje”.

"Lo primero que haré cuando acabe esto es coger el tren e irme a Cádiz"

Francisco José Mateos y Esther Lora son una pareja de jerezanos que vive en Ceuta desde hace 18 años. Se trasladaron allí en busca de una estabilidad laboral que en 2006 no lograron alcanzar en Jerez. En la ciudad autónoma no sólo encontraron trabajo, también compraron una casa y tuvieron a su hijo ‘caballa’. En definitiva, afianzaron su vida en Ceuta, donde la incidencia del Covid-19 ha sido bastante baja.

Francisco y Esther disponen, respectivamente, de dos segundas residencias familiares en Valdelagrana y Rota. Allí acuden todos los veranos desde el año 1981, “cuando en el paseo del Valdelagrana aún había poyete de piedra ostionera”, recuerda él.

Ahora, en plena crisis sanitaria, no saben si podrán desplazarse a sus domicilios de veraneo en los próximos meses estivales. “Para nosotros volver a Cádiz es necesario, es una inyección para cargar las pilas después de todo el año trabajando”, dice Francisco José.

Y aunque desean disfrutar de esos días de sol y mar, lo que más anhelan estos jerezanos es reencontrarse con la familia. “Fundamentalmente, queremos volver a la Península para ver y estar con los nuestros”, afirma Esther. “El veraneo es lo que menos me preocupa, lo más importante es visitar a la familia”, añade.

Eso sí, la pareja apunta que quiere pisar territorio peninsular siempre y cuando se les garantice el regreso. “Las vacaciones acabarán y tendremos que reincorporarnos al trabajo. Por eso, también debemos estar seguros de que nos dejen volver”.

Asimismo, Francisco José muestra su preocupación por otro asunto que ha pasado ya varias noches, antes de acostarse, por su cabeza. “En caso de no poder acudir a nuestras segundas residencias en la costa gaditana, estas viviendas permanecerán vacías y cerradas durante mucho tiempo. Me da miedo que alguien pueda entrar a ocupar la casa de manera ilegal o que se produzca algún robo ante la falta de movimiento en la misma”.

El fin de semana en el que se decretó el Estado de Alarma, Dolores Hernández, residente en Bilbao, tenía todo previsto para cumplir el sueño de su vida: iniciar su jubilación en su casa del centro de Puerto Real. Su segunda residencia se iba a convertir en su vivienda habitual. “Lo tuve que cancelar todo en marzo, y en el pasado 15 de abril conseguí que se hiciese la mudanza desde Bilbao a Puerto Real. Ya lo tengo todo allí, pero la que no puede ir ahora soy yo”, lamenta la mujer. “Espero que no me tengan así hasta finales de junio, porque además de que vivo prácticamente con lo puesto, no soporto estar mas encerrada en un piso sin el sol de Cádiz”.

Los madrileños y Cádiz

El coronavirus asusta a todo el mundo. Pero más en lugares como Madrid. Allí, en todo el meollo, está pasando el confinamiento Carmen y su familia. Aunque madrileña de nacimiento siempre ha tenido una gran vinculación con la provincia, donde ha vivido largas temporadas y veraneado siempre, primero junto a padres y hermanos y posteriormente con su marido y dos hijos. Su marido, santanderino afincado en Madrid, lleva tan dentro Cádiz que ha podido vérsele durante el confinamiento poniendo en su inseparable altavoz el Me han dicho que el amarillo a todos sus vecinos. Haciendo patria. Por ello Carmen y Jaime no ven el día en que puedan volver a su chalé de Chiclana. “Lo estamos deseando. No veo el día”, dice Carmen, quien reconoce que no sabe cuándo se permitirá la circulación entre provincias y que además es consciente “que la presencia de gente de Madrid puede crear algo de rechazo. Yo lo asumo. Es complicado pero también entiendo a todo el mundo. La gente tiene miedo”.

Más duro se le está haciento todavía a María José. Esta gaditana que emigró con sus padres a Madrid durante su adolescencia, también tiene un chalé en Chiclana. Sus padres, ya mayores, se vinieron a Cádiz antes de que se decretara el estado de alarma y han pasado el confinamiento encerrados en su chalé, pero ella se tuvo que quedar en Madrid por motivos de trabajo y cuidando de su hija. Además, María José es una de las personas con síntomas claros de coronavirus a la que no le han hecho las pruebas. “Llevo desde el 17 de marzo con síntomas y no se van. A veces estoy mejor pero otros vuelve el cansancio. Por supuesto que estoy deseando recuperarme, saber que ya no tengo el virus y poder viajar a Cádiz. No es lo mismo pasar esto en un piso que en un chalé donde tienes un terreno donde pasear y que te dé el aire”.

María José reconoce que “no sé cuándo permitirán a los madrileños viajar fuera de la comunidad. Esa es otra. Porque como aquí la situación es peor que en otras zonas seguramente la desescalada se hará a otro ritmo, así que no sé cuándo podré volver a ver Cádiz”.

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