Visita del Jefe de Estado a la provincia

La Armada muestra los tesoros del nuevo Museo Naval de San Fernando a Felipe VI

  • El monarca inauguró este espacio expositivo de La Isla, donde también presidió la entrega de despachos a los nuevos sargentos de la Armada.

Felipe VI visitó ayer de nuevo la provincia de Cádiz para acudir a dos importantes citas, ambas en La Isla. Una, la inauguración oficial de la nueva sede del Museo Naval de San Fernando,con el descubrimiento de una placa. Su Majestad estuvo acompañado de numerosas autoridades, tanto civiles como militares, entre ellos el almirante jefe del Estado Mayor de la Armada, Jaime Muñoz-Delgado y Díaz del Río. La otra, la entrega de despachos a los nuevos sargentos de la Armada.

La Armada Española. Cádiz y su entorno es el título que recibe la exposición permanente que acoge el nuevo Museo Naval de San Fernando, cuyos fondos expuestos y guardados durante años en el edificio Rey Carlos III han sido trasladados para su exhibición a la antigua Capitanía General, un palacio ubicado en la calle Real, en pleno centro de La Isla. El Rey Felipe VI fue el encargado de inaugurar esta sede que ofrece "una museografía nueva y renovada puesta al servicio y disfrute de los ciudadanos".

Su Majestad recorrió las dependencias expositivas guiado por las explicaciones de su director, el vicealmirante Fernando Zumalacárregui; del conservador del Museo Naval de San Fernando, el capitán de navío Vicente Pablo Ortells; y de la directora técnica y conservadora, Berta Gasca Giménez. Según la información facilitada por el Ministerio de Defensa, en esta nueva etapa se ha optado por plantear una museografía que sigue los parámetros de la museología actual. La intención es dar a conocer la historia de la Armada en el entorno de la Bahía y los acontecimientos de ultramar que se impulsaron desde estas tierras desde una clara vocación de comunicación. Desde principios del siglo XVIII hasta la actualidad, con los fondos expuestos, se busca recordar los orígenes de la fuerza naval en estas aguas, la participación en combates y batallas a nivel nacional y ultramar, la importancia de la ciencia en la evolución de la Armada, mostrando instrumentos de navegación, las expediciones científicas y el trabajo de cartografía realizado; la formación de marinos españoles y la historia de personas ilustres vinculadas a la propia Armada. Por eso recoge el desarrollo naval durante el siglo XVIII, la decadencia del XIX, con claros ejemplos como la batalla de Trafalgar o las pérdidas de Cuba, Filipinas y Puerto Rico, haciendo hincapié, eso sí, en la Guerra de la Independencia y el Sitio de Cádiz; y de los procesos de industrialización de navíos de guerra en el siglo XX, con la transformación evidente hacia la marina moderna y una mención al siglo XXI.

Como ejemplo del patrimonio que se atesora en la antigua Capitanía, está una foto histórica de Don Juan, el Rey Juan Carlos I y el ahora Rey Felipe VI que cuelga en una de las salas o un ejemplar de la bandera de combate del crucero Carlos V (1885) -una bandera roja y amarilla de la Armada del siglo XVIII, origen de la enseña nacional-. Diferentes banderas, uniformes de unidades históricas, insignias y condecoraciones, un apartado dedicado a la Infantería de Marina en San Fernando, instrumentos de navegación como sextantes de distintas épocas u objetos de arqueología subacuática relacionada con la Armada son otros elementos que reflejan la historia de una institución tan arraigada en tierras gaditanas, de la que se dio cuenta ayer a Don Felipe.

Antes de abandonar el edificio de Capitanía, el Jefe de Estado firmó en el Libro de Honor del Museo Naval y se hizo una foto con todo el personal de las instalaciones. Aguardaban ya entonces a su salida numerosos isleños que, conocedores de la presencia del Rey o soprendidos por la noticia, no quisieron desaprovechar la oportunidad de saludarlo -aunque fuera de lejos- y de captar su imagen móvil en mano. Apenas unos segundos duró este momento, mientras Don Felipe se introducía en el vehículo que ls trasladaba a la población naval de San Carlos para el acto militar que allí estaba previsto.

Bajo un sol de justicia el batallón de alumnos que iban a recibir sus reales despachos formaban en la plaza de armas de la Escuela de Suboficiales. Sus familiares y amigos, ataviados con sus mejores galas, iban ocupando los palcos y tomaban las primeras instantáneas de la jornada, una hora antes de que llegasen las autoridades y pudiese darse por comenzado el acto de entrega de nombramiento de los sargentos de la LXXVII promoción.

Pocos minutos antes de las once de la mañana se incorporó la bandera española junto a los nuevos suboficiales en el patio de armas. A pesar del gentío se mantuvo el sepulcral silencio hasta la llegada de las autoridades, listas para presidir el solemne acto.

Los 154 jóvenes que ayer ingresaron en la escala de suboficiales accedieron al curso por promoción interna. De los nuevos sargentos, 131 forman parte del Cuerpo General de la Armada - entre los que se cuentan 20 damas alumnas- y sólo 23 pasan a engrosar el cuerpo de Infantería de Marina, donde únicamente hay una dama alumna. La edad de los nuevos sargentos oscila entre los 23 y los 33 años y llevan un tiempo medio de servicio de siete años.

En esta promoción más de la mitad de los alumnos son andaluces, de los que 63 son de Cádiz, que es la provincia que más alumnos ha aportado a la promoción. No todos los nuevos sargentos han nacido dentro de las fronteras españolas: 11 sargentos tienen pasaporte alemán, colombiano, ecuatoriano, venezolano o marroquí.

A las 11:30 horas aparecieron las diferentes autoridades al acto. El Rey Felipe VI, que presidía la entrega de despachos, estuvo acompañado, entre otras autoridades, por la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz; el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz; la alcaldesa de San Fernando, Patricia Cavada; el delegado del Gobierno andaluz en la provincia de Cádiz, Fernando López Gil, y Jaime Armario en representación de la Diputación Provincial..

Tras pasar revista al batallón, la bandera española se trasladó al pie de las escalinatas del palco de autoridades. Fue el momento entonces de que Felipe VI impusiera las cruces del mérito naval con distintivo blanco a los sargentos José Manuel Lois Costa y Guillermo Constantino Porras Chavarino, números uno de cada cuerpo.

El resto de los nuevos sargentos recibieron sus despachos de manos de las diferentes personalidades antes de desfilar bajo la enseña nacional y homenajear a los caídos. El comandante-director de la Escuela de Suboficiales, el capitán de navío Juan Castañeda Muñoz, dedicó unas palabras a esta nueva promoción antes de que se entonase el Himno de la Armada y el desfile diera por terminado el acto, momento en que los familiares invadieron el patio de armas en busca de sus seres queridos.

El comandante-director de Escuela de Suboficiales, que mañana mismo cumplirá un año a la cabeza de esta institución militar, fue el encargado de pronunciar unas palabras a los nuevos sargentos. Se trataba del primer discurso que pronuncia como su comandante en una entrega de reales despachos en la escuela isleña.

Castañeda Muñoz agradeció a las autoridades su presencia en el evento. Tras lo cual transmitió a los nuevos sargentos unas últimas reflexiones antes de que asumieran sus nuevas responsabilidades. "Debéis sentiros orgullosos por lo conseguido, pero al mismo tiempo creo que no podéis dar por finalizada vuestra formación", afirmó haciendo alusión a las necesidades de la Armada de una formación continua del personal para adaptarse a las circunstancias siempre cambiantes en las que el Ejército español desempeña sus funciones. También animó a los nuevos sargentos a seguir ascendiendo en el escalafón militar.

Este mando militar hizo especial hincapié en la necesidad de reconocer que cada uno de los componentes de la Armada es parte de un mismo equipo con objetivos comunes. "No debéis caer en el error fácil de considerar al compañero como competidor: competiréis contra vosotros mismos", comentó en referencia a las pruebas a las que se tendrán que enfrentar para poder seguir ascendiendo.

El discurso estuvo plagado de metáforas marineras hasta el final cuando anunció que era el momento de "largar amarras y es hora de navegar por sí solos" hacia sus nuevos destinos.

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