España, ante el reto de la gestión eficiente del agua
Sequía
El informe internacional 'Drought Hotspots 2023–2025' sitúa al país entre los territorios más amenazados en el Mediterráneo
El país podría experimentar una caída del 14 al 20% en las precipitaciones para 2050

Pese a las lluvias acaecidad en el último invierno la propsectiva apunta a una futura caída de reservas, cosechas arruinadas y ciudades al borde del colapso hídrico. La combinación de olas de calor sin precedentes, lluvias cada vez más escasas y una agricultura en crisis revela una vulnerabilidad creciente. España figura en la lista de regiones más expuestas al impacto de la sequía según la evaluación global coordinada por la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD) y plasmada en el informe Drought Hotspots Around the World 2023-2025 (Puntos críticos de sequía en el mundo 2023-2025). Este informe identifica las regiones del mundo más afectadas por las sequías entre 2023 y 2024 y advierte de que, si se mantienen las tendencias actuales, el país podría experimentar una caída del 14 al 20% en las precipitaciones para 2050, alterando significativamente su clima y provocando una transición de condiciones mediterráneas a semiáridas en amplias zonas del sur y este peninsular.
Agua bajo mínimos: alerta en el suministro urbano
El periodo 2022–2024 ha sido especialmente duro para España. La sequía, que comenzó tras el verano más cálido de Europa en 2022, se extendió hasta inicios de 2025. En marzo de 2023, el país apenas recibió el 36% de las lluvias habituales, mientras que abril registró temperaturas cercanas a los 39°C. En mayo, la mayor parte del territorio estaba bajo condiciones de alerta por sequía, según el Observatorio Europeo de la Sequía.
Frente a esta crisis, el Gobierno español lanzó un ambicioso plan de inversiones por valor de 22.840 millones de euros para modernizar regadíos, reforzar el suministro urbano y fomentar el uso de desalación y reutilización de aguas. Sin embargo, las medidas no han evitado que regiones como Cataluña o Andalucía sufran una presión hídrica extrema.
En Cataluña, tras 25 meses con precipitaciones mínimas, el sistema Ter-Llobregat cayó al 16 % de su capacidad en febrero de 2024, lo que obligó a declarar la emergencia por sequía. Las restricciones afectaron a seis millones de personas, con recortes drásticos en el riego agrícola (hasta un 80 %) e industrial (25 %), y un tope de 200 litros diarios por persona en usos domésticos. Pese a los esfuerzos por paliar la situación con agua desalada de Valencia o la instalación de nuevas plantas móviles, el informe destaca que solo una de cada cuatro localidades grandes disponía de un plan de sequía actualizado. Algunas comunidades perdían hasta el 80 % del agua potable por fugas.
En el sur del país, provincias como Málaga, Córdoba o Alicante vivieron episodios críticos: embalses secos, cortes nocturnos de agua, pozos contaminados y reparto de agua embotellada entre residentes y turistas. En el Campo de Gibraltar, más de 270.000 personas sufrieron restricciones severas. Las desaladoras, vistas como salvación a corto plazo, presentan costes elevados: en Málaga, su operación ascendía a 10 millones de euros al mes.
Agricultura asfixiada: olivos secos, viñas en ruinas y protestas en el campo
El sector agrario ha sido uno de los grandes damnificados. En abril de 2023, el 60 % de las tierras agrícolas estaban en condiciones de sequía, con 3,5 millones de hectáreas afectadas. La falta de lluvias y las altas temperaturas provocaron siembras tardías, cosechas escasas y una fuerte degradación del suelo. La región mediterránea española vivió uno de los episodios más intensos de estrés vegetal registrados hasta la fecha.
La producción de aceite de oliva se desplomó un 50 %, disparando los precios y dando pie incluso a robos organizados en almazaras. En la provincia de Málaga, la cosecha de 2024 fue incluso peor que la de 2023. En paralelo, el cava catalán también cayó en picado: de los 300 millones de kilos recogidos en 2021 se pasó a 230 en 2023, con previsiones aún peores para 2024. Algunas bodegas del Penedès anunciaron despidos del 80 % de su plantilla. En Valencia, la vendimia de 2024 se anticipaba como la peor en tres décadas, con pérdidas del 42 %.
El recorte en los regadíos del sureste, para proteger el caudal ecológico del Tajo, avivó las protestas del sector. El plan gubernamental implicaba un riesgo de pérdida de 25.000 empleos. Para compensarlo, se destinaron 8.000 millones de euros a mejorar la eficiencia hídrica con soluciones como la reutilización y la desalación.
Incertidumbre estructural y necesidad de adaptación
El informe advierte que las lluvias de enero de 2025 no bastaron para revertir la sequía en el sur peninsular. Aunque el norte del país mostró signos de recuperación, Andalucía oriental y el sureste continúan en situación crítica. La Asociación de Saneamiento y Abastecimiento de Andalucía advierte que se mantendrán las condiciones de emergencia en la Costa del Sol y otras zonas costeras.
España, mayor productor mundial de aceite de oliva y uno de los líderes del sector vinícola europeo, se enfrenta a un reto mayúsculo: reconstruir su seguridad hídrica sin sacrificar su base agrícola ni comprometer el bienestar de millones de ciudadanos. La modernización de infraestructuras, la diversificación de cultivos y el refuerzo de la gobernanza del agua son claves para afrontar el futuro.
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