Conjuros contra Sánchez
Dietario de España
El PP anticipa su congreso tras comprobar que el presidente no cae; con el objetivo de salir con Feijóo convertido en un líder creíble y bajo presión "amiga"

Quienes llevan años posicionándose contra la reforma de la Constitución piden ahora su reforma urgente para echar al PSOE del poder. La Carta Magna se ha reformado sólo tres veces desde 1978. En 1992 para adaptarse al Tratado de Maastricht permitiendo el voto de los extranjeros en las municipales; en 2011, cuando se introdujo el principio de estabilidad presupuestaria; y en 2024 para eliminar el término "disminuido" sustituyéndolo por "personas con discapacidad". Ninguna reforma es baladí pero ninguna de esas tres ha entrado en el meollo de los cambios constitucionales que exige la España de 2025. La propuesta de reforma constitucional es correcta, los motivos que algunos aducen son cortoplacistas y sectarios. Ninguna reforma ad hominem saldrá adelante ni se justifica por sí misma.
La Constitución española, dado su origen y su carácter de parteaguas de la historia tras una larga dictadura y en plena y procelosa transición política, se ha sacralizado por quienes hoy critican su caducidad simplemente porque no es una maza lo suficientemente efectiva para golpear a Sánchez en la cabeza y arrastrarlo fuera de la Moncloa. El proceso ha derivado en la fosilización de nuestra ley fundamental. "¡Manca finezza!", decía Andreotti de la política española hace medio siglo. Y ahí seguimos, sin finezza pero con mucho garrote.
El afán de sacar al presidente socialista de la presidencia no invalida exactamente algunos de los argumentos que se manejan, pero el motor de un cambio constitucional no puede ser ese. No es un atajo para sacar al del PSOE y poner al del PP. Una reforma debería ser un proyecto colectivo de modernización del Estado, de actualización de conceptos, competencias, leyes y principios así como la reparación de sus vías de agua. Sorprende que el argumento de la falta de consenso que es el que lleva clausurando la puerta reformadora –incluso su mero debate– hace décadas desaparezca como por ensalmo. ¿Alguien piensa que una reforma ad hoc contra Pedro Sánchez sí tendrá el consenso necesario? Técnicamente, la mayoría de tres quintos (210 diputados en el congreso) en las dos cámaras no se alcanzan hoy sin el PSOE. Políticamente es una derrota anunciada. Es evidente que las dificultades para una reforma constitucional es un fracaso político, o sea un fracaso de todos. Alemania la ha reformado más de 60 veces, Suecia, 34, o Portugal lo ha hecho siete veces. Salvo que pensemos que los demás van con el paso cambiado, somos nosotros los que no cogemos el ritmo.
¿Qué se pretende?
Si tal reforma no se va a producir en estos términos y con ese objetivo, la pregunta es por qué se propone. La idea sirve como bandera y toque de corneta: hay que hacer lo que sea para echar a Sánchez. Se supone que es una iniciativa que cohesiona y pone el foco en lo importante. Pero cuando desde algún círculo influyente de la capital, donde se integran periodistas, ex jueces, altos cargos socialistas y populares entre otros, se propone tal reforma sólo se está pensando en cambiarle el motor al avión en pleno vuelo a ver si se la pega. Creen que echar a Sánchez es un objetivo que amerita cualquier esfuerzo y se asume, en esos ámbitos, como una misión patriótica mucho más relevante y prioritaria que un mero cambio constitucional.
Ya hemos visto ese comportamiento en España en tiempos pretéritos. Era cuando se llevaba el Estado de derecho a sus límites para sacar a González del poder. Reverdecen las inercias, son odios circulares. Paradójicamente, algunos de los que entonces denunciaban como víctimas a aquel sindicato del crimen militan hoy en una bandería similar adaptada a los tiempos.
Se impulsa ahora la idea de la reforma constitucional para marcarle la agenda a Feijóo, que ha anunciado el adelanto del congreso del PP para el 5 y el 6 de julio. Para el líder popular es un congreso para rearmar al partido ante un hipotético cambio de ciclo político mediante un debate ideológico, una reforma estatutaria y la renovación de cargos. Para las derechas organizadas en el perímetro del PP es una oportunidad para convertir a Feijóo en un segundo Aznar y al PP en una máquina de morder, como si ya no lo fuera. Lo que quieren es desacomplejar al partido clave del centro y la derecha española y convencerlo de que esto no va de mellados pegando dentelladas en el Congreso sino de forzar toda la maquinaria del Estado, empezando por la Constitución, para acabar con Sánchez y de paso tabicarle la puerta de regreso. A Feijóo no le piden reformas, le exigen ruptura. No le piden más decibelios, le demandan otras herramientas. Quieren una guerra cultural en toda regla para desmontar lo construido durante años y socavar la aceptación de los principios, conceptos y hallazgos políticos instituidos por la izquierda. Una deconstrucción del país actual. Lo que quieren es que Feijóo cimbree todo hasta que caiga quien tiene que caer. Y eso pasa por tener una Constitución no interpretable y que sea más un corsé contra los otros que un instrumento de todos. El espíritu de la Transición ha muerto, dicen. No sabemos qué toca ahora.
Literalidad e interpretación
Se culpa a la Constitución de lo que consideran desmanes de Pedro Sánchez. Como si el resto de presidentes hubieran sido hermanitas de la caridad dedicadas a honrar y abrillantar pulcramente cada artículo de la Constitución. Obviamente, hay holguras e interpretaciones constitucionales de las que este Gobierno se beneficia. Por ejemplo, la ventaja de seguir gobernando sin presentar unos presupuestos. Y es posible que la "interpretación evolutiva" del texto, como lo llaman los expertos, sea un problema a corregir, aunque por su propia naturaleza, la interpretación del texto ha creado escuelas de pensamiento discrepantes respecto a su necesaria literalidad o a los riesgos de tomar como axioma cada palabra. La nueva escuela extrajudicial lo que propone es diferente: fijar la literalidad de los principios que les convienen hoy y ahora contra Sánchez. Propuestas como la del grupo de catedráticos coordinados por Santiago Muñoz Machado son de sumo interés. Pasan por aplicar "técnicas del federalismo" y por la construcción de un modelo territorial sólido que no pueda ser fácilmente deslegitimado, entre otras cuestiones. Pero arrimar ese ascua a la sardina de echar como sea a quien gobierna es una maniobra burda.
Ángeles contra demonios
Pero, en cualquier caso, presentar esta reforma/ruptura como la necesidad de actuar ante el abuso y la deslealtad de quienes gobiernan y de quienes la interpretan (el TC) demuestra una desmemoria selectiva. ¿Que hay que clarificar definitivamente las competencias del Estado y las comunidades? Obviamente. Pero este es un asunto del que llevan décadas hablando y discutiendo el PP y el PSOE sin que ninguno haya tenido interés en acometerla. Busquen en los cajones de los ministerios: encontrarán decenas de informes con análisis y propuestas. ¿Que hay que reforzar el artículo 155 incluyendo mecanismos penales? Pero si ya Rajoy utilizó el 155 cuando el referéndum ilegal catalán y le funcionó. Otra cosa es abonarse al todos a la cárcel o el ayusiano tos palante. Proponen reformar todo lo relativo a la Fiscalía General del Estado y del CGPJ para evitar injerencias del Ejecutivo. Muy de acuerdo, a la espera de la letra pequeña, claro. ¿Pero no fue Aznar quien nombró a Jesús Cardenal fiscal general del Estado, quien a su vez nombró a Fungairiño como fiscal jefe de la Audiencia Nacional contra la opinión de todo el Consejo Fiscal? ¿No fue Cardenal quien jugó un papel muy discutible en el caso Pinochet muy en concordancia con los deseos de Aznar? ¿O quien amparó a los fiscales que colaboraron con el fiscal Gómez de Liaño, condenado por prevaricación por el TS, por una persecución contra un grupo de comunicación en una acción alineada con los intereses de aquel PP pilotado por Álvarez Cascos, quien por cierto ha acabado en el banquillo porque creía que la tarjeta de crédito de su partido asturiano era un regalo de los Reyes Magos? ¿No era Cardenal el fiscal que aludía a sus fuertes convicciones religiosas en los aspectos que gestionaba, como el aborto, reflejo de la "mediocridad ética" de las sociedad de su tiempo? ¿No regía entonces la misma Constitución? Hay que acabar con Conde Pumpido y sus "soldados" del TC, proclaman. ¿Pero no fue elegido presidente del TC Pérez de los Cobos, militante del PP, a instancias del propio PP gobernando Rajoy e incumpliendo a la vez la misma Constitución que prohíbe a un magistrado la afiliación política? Bueno, bueno. No parece que el mal uso y disfrute de la Constitución sea algo exclusivo de Sánchez. Más bien es un vicio no oculto de la política española. Como lo es el de sobar todas las instituciones y empresas públicas. En esto no hay buenos y malos.
Hagamos un congreso, que Sánchez no cae
Feijóo va a adelantar su congreso porque ya ha constatado que Sánchez no cae y empieza a dar por hecho que igual no va a caer. Porque se ha cansado de anunciar su final o, alternativamente, de exigirle que se vaya, con ímpetu o como Gila: pidiéndole al enemigo que por favor ataque después del fútbol. Siempre sin éxito. Los muertos que anuncia el PP gozan de buena salud. Así que empieza a prepararse para el declinar natural de la legislatura a mitad de 2026 o para una inopinada convocatoria anticipada, que sería un desenlace sorpresa muy del gusto del presidente del Gobierno. Lo demás es literatura. Y como el camino se hace largo y el PP lleva abusando de las mismas técnicas y cantinelas desde que empezó la larga marcha pues necesita coger oxígeno, encalar la fachada del partido, refrescar el ideario y cambiar caras. Justo lo que temen los más cafeteros: que el congreso sea un pequeño remozamiento y un baile de nombres de similar intrascendencia.
En realidad, los tiempos le exigen moverse a Feijóo. Respecto a su liderazgo, la pregunta que debe hacerse es por qué no se dispara aunque sea en contraste y en oposición a Pedro Sánchez, sumido en mil crisis. El no gobernar pasa facturas largas, el ruido interno con Ayuso a la cabeza distrae y confunde, sus cualidades personales no arrastran ni entusiasman a los suyos y sus pactos con Vox despistan a parte de la hinchada.
El poder es la argamasa
El poder es la argamasa. Sin poder hay que buscar pegamentos alternativos. Un congreso, a su manera, siempre lo es. El líder parece más líder de lo que es cuando acaba la fiesta y los militantes salen enfervorizados. En lo tocante al mundo de las ideas es todo más complejo porque si los posicionamientos clásicos se ven condicionados por los pactos y terminan asumiendo cosas en las que no creen pero que necesitan para gobernar (como el PSOE, por ejemplo) pues poca revolución es esa. Lo que necesita Feijóo, pues, es algo que difícilmente puede hacer: clarificar sus pactos con Vox. Preparar una estrategia para ir a la campaña con algo que decir a ese respecto. Si Abascal será su muleta o no lo será. Aunque da igual lo que diga, todo indica que lo será, como ya lo es para sus gobiernos autonómicos. Aunque sigue sin ser una buena operación para el PP. En la radicalidad siempre ganará Vox. E ignoramos cuál es el techo de la ultraderecha española. No hay razones concluyentes que garanticen que ha alcanzado sus límites. El viento europeo lo tiene de popa y sus desgastes, incluso cuando apoya a Trump contra los intereses de España, son arañazos menores.
Un proyecto de país
Lo que aún no se le conoce a Feijóo es una visión global de España. No conocemos su proyecto político nacional. Sigue pareciendo un presidente autonómico remozado, no un líder nacional. Puede que ya no le sirva con mantener las constantes vitales de un partido liberal-conservador bien anclado en una buena parte de la población, reconocible y predecible. Pero lo que sí le urge es salir de su congreso pareciendo un líder, no sólo ser el que gana los congresos sin oposición interna. Un líder puede manejar las ideas y los posicionamientos de su partido. Es quien lleva el machete y se abre paso en la jungla seguido de los suyos. Esa es la forma de ganarle a Sánchez. El poder no se conquista esperando tu turno. Ni con conjuros ni exorcizando al rival, por mucho diablo que crean que lleva dentro el líder socialista. Hay que ir a por la victoria y eso requiere algo más sofisticado y sólido que el raca raca semanal. A Sánchez no lo va a sacar de Moncloa ninguna solución de laboratorio ni una ruptura constitucional ni unos apretones extemporáneos. Llegado el caso, lo sacarán los ciudadanos o sus propios errores.
"¡Apreteu, apreteu!", decían los CDR del independentismo catalán inspirados por Quim Torra, quien aunque parezca mentira llegó a ser presidente de la Generalitat. "¡Apreteu!". Y acabaron como acabaron.
BREVERÍAS
De Benegas a Sánchez
Se ignora quién está detrás de la filtración de los whatsapps de Pedro Sánchez con Ábalos. El PSOE quiere que se llegue hasta el final pero esa dinámica es más antigua que la humedad. Quizás la primera filtración sonada de la historia política moderna fueron aquellas cintas que al parecer grabó un camionero desde una emisora de radioaficionado a Txiki Benegas, entonces secretario de Organización del PSOE. Año 1991. Benegas llamaba "dios" a Felipe Gonzalez, "enano" a Solchaga, "el italiano" a Berlusconi, "el del bastón" a Miguel Durán, entonces director general de la ONCE. Benegas calificó aquello de "terrorismo teléfonico". Qué tiempos. A Sánchez se le ve deslenguado y demasiado suelto de manos por el whatsapp teniendo en cuenta que acababa de ser objeto de un espionaje por el sistema Pegasus en su anterior móvil. Respecto al contenido no desvela nada que no supiéramos o intuyéramos. El afectado y los apelados tienen razón en enfadarse pero este es un juego de doble puerta. Bien utilizó el PSOE el "¡Luis, sé fuerte!" que Rajoy envió a Bárcenas. Y en todo caso, quien crea que resiste la prueba del algodón si se publicaran sus mensajes que levante la mano.
La terminal
Un episodio surreal es el de las personas que viven en el aeropuerto de Barajas. Un asunto que había ido filtrándose entre las noticias diarias hasta que un documento de una organización vinculada a la iglesia le ha puesto número y circunstancias: hasta 421 personas duermen cada noche en la T4. La radiografía es una suma de muchas de las realidades sociales más acuciantes: exclusión residencial, empleo precario, inmigración, discapacidades, problemas mentales o sinhogarismo. El 78% son hombres, la mitad tiene entre 45 y 64 años. El 74% son extranjeros y proceden de 33 países. La mitad duerme en el aeropuerto hace ya seis meses. Y ojo porque el 52% está empadronado en Madrid. Este concentrado de desafíos sociales requieren una respuesta urgente por las autoridades y de forma especial por el ayuntamiento de la capital, donde la mayoría está empadronado y más allá de sus circunstancias tienen derecho a los servicios públicos.
La tienen de mármol
Algunas agencias inmobiliarias son realmente creativas. La Ley de Vivienda de 2023 les prohíbe cobrar comisiones a los inquilinos por la gestión del alquiler de una vivienda. Pero no renuncian. Algunas incluyen una cuota del primer mes equivalente a la antigua comisión en concepto de servicios y atenciones a clientes que nadie solicita. El vericueto más llamativo es que el empieza a florecer entre las condiciones económicas: una mensualidad a un personal shopper. Se ignora su necesidad y sus funciones, pero ahí está: 1 mes de fianza + 1 mes de garantía adicional + 1 mes en curso + mes de mensualidad de personal shopper + IVA. Alguien debería mirar esto.
Extranjeros, welcome
Si no fuera por la mano de obra extranjera ni la economía española ni la alemana estarían creciendo, según un estudio del Banco Central Europeo. En España el 80% del crecimiento desde 2019 está directamente relacionado con estas personas, Alemania habría contraído su PIB durante los últimos cinco años y, de forma más moderada, habría ocurrido igual en Francia y Holanda. Los extranjeros suponen un 9% de la fuerza laboral en la zona euro pero representan a la vez el 50% del crecimiento del número de trabajadores el último trienio. Son hechos. Y son más aplastantes que los discursos demagógicos.
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