"La izquierda ha sido incapaz de dibujar un futuro tangible"
juan torres | economista

HOJA DE RUTA PARA CAMBIAR EL MUNDO. “He escrito este libro -dice Juan Torres- porque me duele el mundo en el que vivo”. Torres (Granada, 1954), catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla, se refiere al título Para que haya futuro (Deusto). Para el economista, en el escenario actual se hacen urgentes nuevas formas de dibujar y pensar la realidad: algo que la extrema derecha (en expansión) intenta evitar, y para lo que la izquierda se ha demostrado inútil. Para ello, es fundamental tratar de romper la disociación con la existencia en la que estamos sumidos.
–Coincide con Miguel Brieva al decir que, para que exista un futuro, lo primero es imaginarlo.
–Uno de los grandes problemas en todo el mundo es que quienes dirigen nuestros destinos están tan concentrados en el presente que no sueñan, no piensan que el mundo pueda o no tener un mañana, según lo que hagamos. Eso es lo que está ocurriendo, al menos, en la cultura occidental: oriente es diferente, son capaces de tener marcos de 125 años, y el hecho de que piensen así va a hacer que el mundo cambie de sentido hegemónico. Pero, desde luego, seguro que no vamos a ningún sitio si no sabemos adonde vamos. Nuestros dirigentes, y nuestras sociedades, están enfermos de presentismo.
–El modelo neoliberal hace que el capitalismo sea más capitalismo que nunca. El fenómeno de desposesión es evidente, pero no se señala a los verdaderos culpables.
–No hay ningún carterista que te pare en la calle para contarte cómo te va a desvalijar: trata de desviar tu atención o de hacerte creer que todo es una casualidad o un malentendido. Pues esto es igual. Los grandes grupos financieros y económicos no sólo están quedándose con todo, sino que quieren privatizar la sanidad y las pensiones para ganar más. Mientras, la gente cada día esta mas desposeída y no termina de espabilar. En 2008 empezó a despertar y entonces, poco a poco, se fue desarrollando una estrategia de la mentira: son los inmigrantes, son los okupas... Todo ello, con la connivencia de malos políticos y medios de desinformación.
–Y en esta línea entra la nueva extrema derecha, que se vende como antisistema, pero que de antisistema no tiene nada.
–Estos grupos existen precisamente para llevar a cabo estas nuevas estrategias. Ese es su papel: lanzar este tipo de discurso para confundir a la gente. De paso, también contaminan a otras derechas, más democráticas y centradas, que reproducen ese discurso, que está muy bien financiado y orquestado.
–Apunta que cambiar el alma y los corazones de la gente, como decía Thatcher, fue algo esencial.
–El gran éxito de las políticas neoliberales fue que no se basaron sólo en cambiar la economía, sino que sabían que para dibujar el sistema socioeconómico que querían había que crear un ser humano ensimismado, individualista, hacerlo responsable absoluto de cualquier cosa que le ocurriera (cuando lo eran las políticas que se adoptaban), que no se preocupara por los demás porque no eran cosa suya, y con libertad para hacer lo que quisiera. Fue un éxito, porque las izquierdas no supieron combatirlo, fueron incapaces de generar en la práctica un ser social diferente.
–Otra de las características de esta nueva ultraderecha es el principio de autoridad. Miel sobre hojuelas: el 41% de la población de la OCDE no confía en su gobierno.
–Es lo normal que ocurra cuando las fuerzas democráticas y de izquierdas pierden valores consustanciales. Si renuncias a la seguridad, la certidumbre, la soberanía... la gente se ve desprovista de protección y la busca en otro sitio. La tradición universalista se ha perdido en una amalgama de reinvidicaciones identitarias que diluyen la posibilidad de articular mayorías sociales amplísimas, que son las que hacen falta para enfrentarse a un poder tan grande como el que domina el mundo. No puedes centrarte, por ejemplo, en que no hay diferencia entre sexo masculino y femenino porque no vas a crear un apoyo de mayoría, te vas a colocar en una esquina del acuerdo social. Los intereses y reivindicaciones de grupos minoritarios son necesarios para acabar con la discriminación, pero no son valores que pueda asumir el universo de la población, y eso es lo que ha intentado hacer la izquierda, fragmentándose de manera ilimitada.
–Las izquierdas ha renunciado a la ilustración, dice. Y al materialismo. ¿Como ha sido posible?
–No han sido capaces de diseñar el futuro, de crear experiencias que a la gente le permita pensar que hay otro mundo que se puede tocar con las manos. No han sabido crear mayorías sociales y de contrapoder para cambiar las cosas. Al final, han tirado por el camino fácil del activismo y de la agitación, y de levantar mil banderas.
–Mil, y contradictorias.
–Por supuesto, porque es imposible estar a todos los frentes. Claro, esa fragmentación suele ir acompañada de animadversión, de incapacidad para entenderse, en líneas bastante totalitarias. Al final, se han envenenado con el veneno del neoliberalismo que pretendían evitar.
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