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El Puerto

La reversión de los polvorines se ralentiza al no ser ya una prioridad

  • El ex alcalde Alfonso Candón dio un impulso a las negociaciones, que han vuelto a quedar en segundo plano Uno de los problemas sería el de asumir la vigilancia y mantenimiento del enclave

Parece que la reversión definitiva de los antiguos polvorines de la Sierra de San Cristóbal a manos municipales tendrá que seguir esperando. Si bien durante el pasado mandato municipal el entonces alcalde Alfonso Candón, a la sazón diputado nacional, se marcó como una de sus prioridades recuperar estos terrenos para la ciudad, tras el cambio de gobierno y la llegada del tripartito las gestiones en este sentido se han vuelto a quedar paradas, entre otras cosas porque para el tripartito que preside David de la Encina este asunto no es ahora mismo un asunto urgente.

Es indudable el valor patrimonial y medioambiental que presentan estos terrenos, que hasta los años 40 del siglo XX fueron municipales. Ya a principios de los años 80 del pasado siglo el arqueólogo Diego Ruiz Mata se volcó en un proyecto muy ambicioso que abarcaba no sólo el yacimiento arqueológico de Doña Blanca, sino también estos terrenos en los que a punto estuvo de llevarse a la practica un proyecto cultural y turístico que con el yacimiento como eje, contemplaba además un museo sobre el mundo fenicio, terrazas ajardinadas y en la parte más alta de la Sierra, un restaurante mirador acristalado. En las cuevas-cantera también se barajó la apertura de salas de exposiciones, conciertos y espacios para la representación de obras teatrales, un proyecto que incluso estuvo plasmado en una maqueta que se exhibió públicamente en el año 1989 en el hotel Santa María.

Incluso el enclave despertó el interés del arquitecto y urbanista canario César Manrique, que quedó maravillado con las posibilidades de la zona y que estuvo en El Puerto invitado por el equipo de gobierno de entonces y un grupo de hosteleros portuenses. Definitivamente, aquella debió ser la ocasión de involucrarse en un proyecto de tal envergadura, ya que ahora, pasados los años y con una crisis que ha azotado especialmente a los ayuntamientos, las administraciones implicadas cada vez cuentan con menos recursos para este tipo de actuaciones.

Aunque desde el gobierno municipal no se dice abiertamente que se vayan a paralizar las negociaciones, y se anuncie que se quiere convocar una nueva reunión con las partes implicadas para limar el convenio, lo cierto es que hoy por hoy el Ayuntamiento no tiene recursos para sacar adelante un proyecto que requeriría destinar fondos del presupuesto municipal a garantizar la seguridad en la zona, al margen del proyecto futuro que se quisiera desarrollar allí.

En estos momentos la vigilancia de la zona corresponde a Defensa pero aún así es frecuente la proliferación de actos vandálicos, habiendo desaparecido incluso el vallado perimetral del recinto. De pasar la titularidad de los terrenos a manos del municipio sería el Ayuntamiento el encargado de las labores de vigilancia y mantenimiento, lo que supondría una nueva obligación económica para unas arcas municipales que en estos momentos no están en absoluto boyantes, por no hablar de que de momento no hay previsto ningún proyecto concreto para desarrollar allí. Es decir, que si los terrenos pasaran mañana a manos municipales el Ayuntamiento tendría que asumir una carga con la que ahora no cuenta, sin la posibilidad de sacar rendimiento a los terrenos a corto plazo ya que en estos momentos la zona no cuenta con ningún tipo de suministro. Entre las obligaciones que esta cesión conllevaría para el Ayuntamiento figuran, según un informe municipal, la demolición de edificios en estado de ruina, el afianzamiento de otros edificios que puedan ser utilizados en el futuro, el cerramiento y vigilancia de los terrenos, la limpieza de los puntos incontrolados de vertidos, el arreglo de los caminos interiores, la instalación de nuevas señalizaciones de seguridad y el diagnóstico sobre el estado de las cuevas y galerías de las antiguas canteras, lo que podría sumar una inversión de otros 500.000 euros, al margen de los 450.000 correspondientes al valor del suelo.

Así las cosas, parece que en estos momentos la recuperación de los antiguos polvorines se sitúa a la cola de las múltiples necesidades que tiene la ciudad, y todo ello a pesar del indudable atractivo que supondría poner en marcha en este enclave un proyecto turístico y patrimonial que serviría como reclamo para un municipio en horas bajas.

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