¿Halloween o Holywins?
Tribuna Libre
En la naturaleza humana desde sus orígenes, y por supuesto mucho antes de que se empezara a escribir la Biblia tan solo hace 3500 años, ha estado presente la tendencia a la cooperación como forma de supervivencia frente a los impulsos egoístas; el concepto de sociedad frente al individualismo; la eterna dualidad del bien y el mal de la que desde Platón a Ortega y Gasset pasando por San Agustín o Kant se ha escrito mucho y se seguirá escribiendo.
En la naturaleza cuando un nicho ecológico lo deja libre una especie es ocupado por otra. Los valores morales son más antiguos y amplios que cualquier religión, no son necesarios el cielo, el infierno o el purgatorio para creer en ellos. El vacío moral y político que dejó la caída del Imperio Romano fue hábilmente ocupado por la Iglesia erigiéndose como única autoridad moral.
De nuevo estamos atravesando otro periodo de carencia de valores en el que el individualismo gana a lo colectivo; la mentira a la verdad; la guerra a la paz; en el que el mal gana al bien. Por lo que buscamos refugio en el único lugar donde erróneamente creemos encontrar estas virtudes de la naturaleza humana: en Dios y su Iglesia. Hasta las estrellas de la música desde sus conciertos y videoclips nos invitan a ello autoproclamándose en santidades salvadoras a las que idolatrar. El tema Berghain que acaba de sacar Rosalía, que, seguro que lo petará, en la que se nos presenta como cualquier dolorosa que se podría procesionar en Semana Santa, nos canta que “[…] la única manera de salvarnos es mediante la intervención divina […]”, con el siguiente estribillo “[…] Su miedo es mi miedo // Su ira es mi ira // Su amor es mi amor // Su sangre es mi sangre […]”.
Moisés rompió las Tablas de la Ley al bajar del monte Sinaí por ira tras encontrar a su pueblo, al pueblo de Israel, al pueblo elegido por Dios idolatrando a un becerro de oro. Durante la Edad Media y el Renacimiento la Iglesia usó las imágenes para educar en la religión a los que no sabían leer. Hoy día, aún, las calles a diario se llenan de vírgenes, cristos y santos para expulsar el pecado de nuestras ciudades y que no se reproduzcan unas nuevas Sodoma y Gomorra; los nazarenos entran en los hospitales para hacer el milagro de sanarnos y las soledades pasean por los cementerios para resucitarnos, todo tal cual hace XV siglos. Que poco hemos evolucionado.
Este último viernes 31 de octubre, en El Puerto fui testigo de esta eterna escenificación, a modo de lucha medieval, del bien frente al mal. El uno, el bien, atrincherado en una amurallada Plaza de España y Basílica Menor, acosado por el otro, el mal, desde el Castillo de San Marcos; creyentes frente a paganos; santos liderados por un párroco frente a huestes de zombis y vampiros comandados por un concejal; ángeles frente a demonios; la celebración de la vida frente a la de la muerte; Holywins, la santidad vence, frente Halloween, truco o trato. ¿Quién ganará?
También te puede interesar
Lo último