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XXXII Festival de Teatro de Comedias

Teatro Balbo, la pasión, el talento y la frescura de la brisa gaditana

Los actores de Balbo, el lunes en el patio de San Luis.

Los actores de Balbo, el lunes en el patio de San Luis.

Título: Mercator (El mercader)

Autor: Plauto

Patio Porticado de San Luis Gonzaga. El Puerto de Santa María.

Día: Lunes 14 de Agosto de 2023

Dirección/Adaptación y dramaturgia: Dioni Torres

Reparto: PLAUTO: Chema de la Flor ; CARINO: Adrián del Pozo; DEMIFÓN: Efraín Cruz; LISÍMACO: Manolo Morillo; DORIPA: Raquel Ceccolin ; ÉUTICO: Vicente Bononato; PASICOMPSA: Julia Mena; ACANTIÓN: Antonio Matiola; ESCLAVA: Inés Rejano; SIRA: Candela Olmo; COCINERA: Sandra Campos

Coro Balbo: Pablo Bohórquez, Aymara Romero, Marina Rostoll, Manuela Peregrina, Chiara Ceccolin, Antonio Matiola, Inés Rejano, Carlos Rivera

Espacio sonoro: Toni Ramos

Diseño iluminación: Manuel J. Segura

Escenografía: Sucesores de Ángel Martínez, S.L.

Vestuario: Susana López

Atrezzo: Kiki Guerrero

Regiduría: Sandra Campos

Encargado de escenografía: Adrián del Pozo / Vicente Bononato

Encargada de vestuario: Raquel Ceccolin

Maquillaje: Aymara Romero

Coordinador técnico/Redes sociales: Pelayo García Seco

Diseño cartel: Efraín Cruz

No podía ser de otra manera, ni resultar más entrañable. Teatro Balbo y su artífice Emilio Flor siguen trayendo frescura y mucho ímpetu a la escena portuense. Nada que envidiar de las grandes compañías. Y si me apuran, mucho que aprender de este grupo portuense, a pesar del escaso apoyo que recibió hasta la fecha y de las piedras en las ruedas. Pero

eso es otro cantar. Lo que aquí me trae es contar -y cantar-, lo mucho que dio de si en su participación el pasado lunes día 14 en el 32º Festival de Teatro de Comedias, que organiza el área municipal de Cultura, en el patio porticado de San Luis Gonzaga.

En este caso fue la obra de Plauto: Mercator, versionada y dirigida por el sanluqueño Dioni Torres -consumado actor de Balbo-, que viene pegando fuerte con la dirección de las Comedias del teatro grecolatino. Que fueron llevadas por media España. Hatillo y mata, que se dice. Las semillas de Emilio Flor se extienden sin solución de continuidad.

Teatro Balbo representa y da cuerpo a una asociación, sin ánimo de lucro, que hace 49 años promociona y mima el teatro grecolatino. Como una familia, bajo la atenta mirada del “Pater” (nutridor, protector y sustentador), Emilio Flor, los jóvenes y los adultos se dan cita sobre las tablas para mirar la palabra y oír el cuerpo. Él -como pocos-, de manera desinteresada, lleva toda una vida enseñando y transmitiendo. Todo un ejemplo a seguir.

La obra se desarrolla en torno a un conflicto -¿les suena de algo?-, entre un padre (Demifón) y su hijo (Carino) por asegurarse la propiedad y el cariño de la joven Pasicompsa. El enamoramiento de ambos trae consigo un enredo, que acerca la trama a ese vericueto, siempre oportuno y necesario, de la risa. Versiones distintas, entre ambos enamorados, desenvuelve la trama entre discusiones, convencimientos, intrigas, maquinaciones y malos entendidos…

Al final se insinúa el peculiar tono moralizador de Plauto. Como debiera ser, padre e hijo coinciden en su amor. Es curioso como de nuevo, se pone de manifiesto que el amor con mayúsculas se produce cuando se renuncia a ese otro amor con minúsculas. La batalla del amor cae del lado del corazón. Como debiera ser…

Puesta en escena digna de un Festival que se acrecienta y va dando cuerpo a este agosto portuenses. Interpretaciones ajustadas y de mucho peso. Manolo Morillo, Chema de la Flor y Efraín Cruz supieron sacar a tiempo el niño que llevan dentro. Y los jóvenes, como una piña dieron esa fuerza necesaria y acertada en una obra clásica adaptada y dirigida con profesionalidad, especial sensibilidad y mucha pasión por Dioni Torres.

La inteligente manera de enfocar la obra desde una adaptación ajustada y respetuosa con el texto original, hizo que el respetable se divirtiera y sacara a pasear las sonrisas. Dioni Torres, con ilusión desmesurada sabe aunar el arte de componer y representar una historia sobre el escenario. La importancia de lo humano y de la vida en suma, se puso de manifiesto sin ambages. El tiempo y el espacio dejaron de tener importancia. Ya dejó escrito Arthur Miller que el teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a si misma.

El numeroso público que abarrotaba el Patio Porticado de San Luis y que participó de manera activa, quedó satisfecho. Los espectadores -como dijera Emilio Flor-, nos llevamos a casa la importancia de “evocar las palabras de reencuentro con el pasado, que hagan esponjar piedras y rocas antiguas con el aire de la brisa gaditana”. Y todo a través del teatro. Momentos para recordar. Respiremos hondo.

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