Excelsos Herrera y Alterio

Crítica

Algunos actores y actrices con el paso de los años se convierten en verdaderos referentes del arte dramático

Héctor Alterio y Lola Herrera, durante la representación de la obra 'En el estanque dorado'.
Héctor Alterio y Lola Herrera, durante la representación de la obra 'En el estanque dorado'.
Manolo Morillo / El Puerto

12 de abril 2015 - 01:00

Ficha técnico artística: Pentación Espectáculos. Obra: En el estanque dorado. Autor: Ernest Thompson. Dirección: Magüi Mira. Versión: Emilio Hernández. Reparto: Etel - Lola Herrera, Norman - Héctor Alterio, Bill Rey - Camilo Rodríguez, Chelsi - Luz Valdenebro, Billy Rey - Adrián Lamana. Escenografía: Gabriel Carrascal. Iluminación: José Manuel Guerra. Música original: David San José. Vestuario: Rodrigo Claro. Día: viernes 10 de abril. Duración: 1 hora y 45 minutos (sin entreacto). Lugar: Teatro Municipal Pedro Muñoz Seca en El Puerto. Aforo: Lleno.

A veces no hace falta texto. Algunos actores y actrices con el paso de los años se convierten en verdaderos referentes del arte dramático, les ocurre como a los buenos vinos de nuestra tierra que, bien ensoleraos son capaces de convencer a los paladares más exquisitos.

Y eso es lo que ocurre con Lola Herrera y Héctor Alterio en esta representación de la archiconocida obra de Thompson, ellos, Herrera y Alterio están muy por encima de la adaptación de Emilio Hernández. Ya bien que merece la pena pagar la entrada tan sólo por ver al actor argentino entrar parsimoniosamente en la casa aún deshabitada del estanque, echar un vistazo a su alrededor e iniciar un soliloquio textual y gestual que bien pudiera considerarse toda una clase magistral -dejémonos de anglicismos- con la que los alumnos de cualquier escuela de teatro tendrían que empezar a primera hora de todas las mañanas.

El porteño del barrio de Chacaritas con sus 85 años a cuesta y la pucelana de la Comunidad de Castilla León con sus 79, justifican con pasión cada vez que se suben a un escenario que probablemente esa sea una de las muchas, o pocas, quién sabe, razones que hacen que se levanten cada día. El veneno del teatro que los tiene atrapados intuyo hasta el silbato final, nos está permitiendo disfrutar del talento de estos próceres de la escena con la prórroga de la que nos habla el pesimista de Norman.

Lola Herrera -Etel-, contrapunto eficacísimo de un compañero de viaje que lleva 48 años hablando de la muerte y esperándola como si fuese unas vacaciones largas, nos ofrece la cara amable de la senectud, el amor incondicional por encima de cualquier mal carácter, un amor a toda costa que consigue por sí mismo que el mundo siga girando. Y la Herrera se impone a un personaje dulce que va moviendo a su antojo los hilos de un envejecimiento que se aviene minuto a minuto.

Aseados en su acompañamiento en escena Luz Valdenebro, Camilo Rodríguez y Adrián Lamana cumplen su cometido con pulcritud y honradez profesional.

Desde una interpretación hiperrealista, casi de película en sus diálogos, no se entiende que los actores no portaran micrófonos inalámbricos que ayudarían a que una gran parte del público lograse enterarse de la totalidad de los parlamentos, sobre todo de Héctor Alterio. Con tan sólo los micrófonos de ambiente no todo el mundo lo consiguió. Imagino será una propuesta de la propia compañía. Desde mi punto de vista a corregir.

Como diría el esquizoverborréico de Norman, la edad desinhibe y te permite decir lo que piensas en cada momento. Pues eso.

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