Crítica de teatro/La vuelta de Nora

Cadenas rotas

  • Aitana Sánchez-Gijón protagonizó esta secuela de 'Casa de muñecas' el sábado en el teatro Pedro Muñoz Seca

Aitana Sánchez-Gijón y Roberto Enríquez, en un pasaje de la obra.

Aitana Sánchez-Gijón y Roberto Enríquez, en un pasaje de la obra.

Clásico entre los clásicos, la obra Casa de Muñecas, de Ibsen, se ha mantenido como uno de los títulos mas admirados del teatro moderno, desde su estreno en Copenhague el 21 de Diciembre de 1879 y su fama no ha hecho mas que crecer, convirtiéndose en lectura obligada en muchos centros educativos nórdicos.

Como ocurre en el mundo del cine, en el que a cada película de éxito, le siguen secuelas, precuelas y spin off, también a Casa de Muñecas le ha salido una secuela, Casa de Muñecas 2, escrita por Lucas Hnath en 2017 y que ahora acabamos de ver sobre las tablas del Teatro Municipal Pedro Muñoz Seca.

Quince años después del final de la obra original, tras abandonar su casa y su familia, Nora, la protagonista de Casa de Muñecas ya se ha convertido en una escritora feminista de éxito que decide regresar a su casa para formalizar el divorcio con su ex marido. La obra reivindica el papel de la mujer en la sociedad y aunque Ibsen negó que su obra fuera feminista, es considerada unánimemente como la primera obra teatral verdaderamente feminista de la Historia. También representa la necesidad de que los hombres se sumen a este movimiento y a estas reivindicaciones de las mujeres.

La historia está ambientada en los inicios del siglo XX, aunque utiliza un lenguaje contemporáneo para remarcar las similitudes en ambas épocas y lo poco que se ha avanzado en muchos aspectos, respecto a las desigualdades a las que debe enfrentarse la mujer en la sociedad, en la de hace 150 años y en la de ahora.

Para una obra de estas características, hacía falta un reparto verdaderamente brillante y de una profesionalidad demostrada y en esta ocasión se ha conseguido sobradamente. Aitana Sánchez-Gijón es Nora, la protagonista, que representa a esa mujer que no acepta las costumbres de la época en la que le ha tocado vivir ni su responsabilidad dentro de familia y decide romper las cadenas que la unen a esa sociedad machista y patriarcal en la que vive lo cual, en el momento de su estreno, supuso un "escándalo" que hizo que fuese prohibida en muchas ciudades.

El papel de Anne Marie, la fiel ama de llaves que renuncia a su vida para asumir las labores de Nora cuidando de su marido y sus hijos, lo interpreta la gran actriz de carácter María Isabel Díaz Lago, quizás la mejor del elenco. El papel del marido abandonado es interpretado, muy convincentemente por Roberto Enríquez que, en el texto de la obra original de Ibsen, era paternalista y de un carácter agresivo, pero en esta obra, después de los 15 años pasados desde el final de la original, ha descubierto que él también era esclavo de los usos y costumbres de la sociedad en la que vivían y en la que habían sido educados lo que no impide que Nora, en su enfrentamiento con él en una de las escenas mas duras de la función, le grite “No has cambiado nada”.

La hija del matrimonio que aparece en la obra, durante toda la primera parte, sobre el techo del salón, cubierta con una túnica blanca, como una pesada losa que oprime a todos los miembros de la familia, pero que bajo esa túnica, cuando se la quita y entra en escena, la vemos vestida como una mujer moderna que se enfrenta a su madre en una escena en la que mas que a una madre y su hija, vemos enfrentadas dos épocas y dos formas de ver la vida.

La interpretación de todos ellos es perfecta, así como la dirección de Andrés Lima, Premio Nacional de teatro y poseedor de cuatro premios Max, del que ya hace tiempo pudimos admirar en nuestro teatro su labor como director en la obra Urtain, de Juan Cavestany.

La obra comienza con la llegada de Nora a la casa familiar, llamando a la puerta que cerró de un portazo 15 años atrás cuando abandonó a su marido, a sus hijos, a la fiel ama de llaves y una cómoda situación económica y social. Continuando la obra escrita por Ibsen, esta función de Lucas Hnath desarrolla la acción, explorando el conflicto creado por la vuelta a casa de la protagonista que será interrogada por toda la familia sobre el tiempo que ha permanecido lejos de la familia, siendo recriminada por las consecuencias que ha tenido su marcha, desde el punto de vista de cada uno de los personajes que incluso han llegado a darla por muerta.

Mención aparte merece la escenografía, de corte clásico, con un salón en el que la inclinación del techo y de las ventanas, le confieren una perspectiva que le da una mayor profundidad de la que realmente tiene. También espléndido el vestuario y la utilización de la música en determinados momentos.

Magnífica función que disfrutaron los numerosos aficionados al teatro de nuestra ciudad, que premiaron con una cerrada ovación a todos los intérpretes al final de la obra.

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