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Trump ha lanzado el pistoletazo de salida de la guerra comercial con Europa y Andalucía saldrá muy mal parada. En concreto, va a imponer un arancel a partir del 18 de octubre del 25%, por valor de 7.500 millones de dólares (6.900 millones de euros) a productos como el aceite de oliva, la aceituna de mesa (también la verde), el vino, el queso, algunas frutas como los cítricos o el jamón, entre otros. Curiosamente, la venta de aeronaves y sus componentes está gravada con un porcentaje menor, el 10%, pese a que el sector aeronáutico está en el origen del conflicto. El pasado miércoles la Organización Mundial del Comercio autorizó a la Administración Trump a imponer tasas con el fin compensar a Estados Unidos por los daños producidos por las ayudas de la UE a Airbus, declaradas ilegales.
Para esta compensación, el presidente norteamericano ha elegido el sector agrario como blanco y lo ha hecho en el peor momento posible y para hacer el mayor daño. Respecto a la fecha, toma esta medida cuando la UE está con la Comisión aún en proceso de cambio de carteras, y a las puertas del 'Brexit'. En el caso español, el Gobierno está en funciones, cuando España es, con Francia, el país más perjudicado. En lo que se refiere a la forma, la lista no se aplica igual a todos los países de la UE, sino que hay un listado general y otro para los países del consorcio aeronáutico de Airbus: Reino Unido, Francia, Alemania y España. Así, el arancel del 25% al aceite de oliva y la aceituna de mesa –los dos productos estrella de las exportaciones andaluzas– sólo se aplica a estos territorios. No afecta ni a Italia, ni a Grecia ni a Portugal, los potenciales competidores de España. Con esto Trump busca dividir a los países, ya que teóricamente Italia o Grecia salen beneficiadas en lo económico al no tener arancel al aceite de oliva o vino.
Están en juego 1.000 millones de exportaciones y de ellas, más de la mitad, unos 500 corresponden a Andalucía. Rafael Picó, director general de Asoliva, la asociación de exportadores de aceite de oliva, no tiene reparos en hablar del “peor escenario que se podría imaginar” y de un posible cierre de mercado para las empresas españolas, que “en cinco o seis años” han conseguido ser líderes en EEUU. El norteamericano, explica, es un mercado que –al margen del segmento gourmet– se guía mucho por el precio, “donde cada centavo es una ventaja”, lo que significa que un impuesto del 25% en aduana es “insalvable”. O más bien es insalvable para el envasado, porque EEUU no ha impuesto ninguna limitación al aceite a granel.
Las empresas podrían tener una salida por ahí, pero lo cierto es que la imagen de marca que se había creado se perdería. Picó plantea la posibilidad de que se reexporte aceite español desde Italia, aunque envasado en el país transalpino. Es decir, un paso atrás. No está claro, sin embargo, que EEUU permita esa maniobra. Es una de las cuestiones pendientes aún de aclaración. Si dijera no, el perjuicio sería aún mayor, porque a las 110.000 toneladas que van a EEUU desde España cada año habría que añadir una cantidad similar desde la propia Italia. El director general de Asoliva habla, más allá de esto, de “un daño considerable” que afectará toda la cadena. “Si no puedo exportar no puedo comprar a los productores y eso no ayuda”, dice, en referencia a la crisis de precios en origen que afecta aún a miles de agricultores andaluces.
EEUU es el primer mercado de fuera de la UE para el sector oleícola andaluz, séptimo en total. El año pasado se vendió aceite al país por valor de 329 millones, 366 en 2017 y 352 en 2016. En aceituna el valor ascendió en la última campaña a 117 millones en verde y 45 negra, 162 en total. Entre estos dos productos suman cerca de 500 millones en ventas, casi el total andaluz. Para otros, el efecto es mucho menor, aunque puede ser considerable para los afectados: 12 millones anuales es el valor en el caso del queso, otros 12 en el del vino y un millón en del jamón. Cooperativas Agroalimentarias se refiere, de hecho, de 500 empresas afectadas: 376 cooperativas de aceite, 71 de aceituna de mesa, 28 de vinos, 6 de porcino y 24 de cítricos. En este último caso, el de naranjas, mandarinas o limones, las exportaciones directas a EEUU son inexistentes, pero sí puede haber un efecto negativo ya que en gran parte este producto se comercializa al mundo desde Valencia. Igual sucede en el caso de la aeronáutica, donde una espiral de aranceles crecientes afecta a todo el mercado aunque desde Andalucía no haya venta directa a Estados Unidos.
En el sector agrario hay mucha preocupación. Eduardo Martín, secretario general de Asaja-Sevilla afirma que, “aunque se lleve hablando de esto mucho tiempo, verlo plasmado en un papel ya asusta y más si se entra en una espiral de y tu más (represalias por parte de la UE)”, dice, y añade:“El Gobierno debe coger el toro por los cuernos y liderar este asunto dentro de la UE” porque “no sólo hablamos del sector productor, es toda la industria auxiliar y la propia vida de los pueblos andaluces”.
Desde Asemesa, la patronal de la industria de la aceituna de mesa, se explica, sin embargo, que no hay una especial preocupación entre las empresas porque a los aranceles del 34% a la aceituna negra se les sumen los de la verde. La razón estriba, según explica Antonio de Mora, su director general, en que el liderazgo español está muy consolidado, “con una gran variedad de formatos y productos”. Ahora mismo, “no hay alternativa” por parte de otro país, ya que se trata de un producto que se vende directamente en los lineales –no va a pizzas o ensaladas– y exige “una mayor preparación”. Sí admite De Mora que la subida de aranceles puede afectar a los precios y, por tanto, al consumo. Por lo tanto, habrá daño, admiten, pero no tanto como para provocar un cierre del mercado, como sí temen los aceiteros.
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