El tacatá

Doña Cuaresma

23 de enero 2024 - 06:00

No me gustan los tacatas. Me hacen vieja. Y yo siempre he sido presumida. Recatada pero presumida. Lo que pasa es que la artritis me está matando. Me duelen las caderas y en algún momento llego a perder la estabilidad (no me refiero a la emocional, que tampoco soy una veinteañera enamorada de un comparsista con tatuajes). El caso es que, después de mucho cavilar, esta mañana me planté en el centro de salud de Cervantes y, después de subir la escalera, porque una vez más el ascensor estaba estropeado, me adentré en la consulta de mi doctora. Le expliqué la situación e iniciamos los trámites. Dentro de poco seré otra vieja a cuatro patas. Qué ordinariez. Antes cogía el carrito de la compra y me servía de apoyo, pero claro, con los precios de los alimentos cada vez compro menos, y estoy viendo que el día menos pensado voy a meterme un crismazo completamente cuaresmal, y no pienso darle ese gusto al pelmazo de Don Carnal. Aquí hay vieja para rato. Y más desde que me he enterado de algo que me ha hecho sacar fuerzas de flaquezas. Mi amiga Pura me ha informado que esta semana canta una de estas bandas de chiquilicuatres que se dan en llamar ‘La comparsa de Doña Cuaresma’. Voy a estar atenta a Miriam y Enrique, que, a todo esto, para mí que se ha puesto botox, porque tiene la cara más estirada que el pellejo de la caja de la chirigota del Bizcocho. El caso es que como se pasen lo más mínimo, cogeré mi nuevo tacatá y lo utilizaré de barricada para plantarme en la puerta del Falla e impedir que escapen hasta que no llegue la Policía Armada y los lleven a la Prevención. Qué buenos tiempos aquellos.

stats