Entrevista | Antonio Martínez Ares

“Con ‘La ciudad invisible’ vamos a arriesgar muchísimo, ojalá se comprenda bien”

  • “La gente tiene muchas ganas de Carnaval, de escuchar, de saber, pero a mí me está consumiendo”

  • “Aunque el Concurso lo organice el Ayuntamiento, la involución sigue ahí”

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Antonio Martínez Ares, ayer en el colegio donde su grupo ensaya de cara al Concurso 2023.

Antonio Martínez Ares, ayer en el colegio donde su grupo ensaya de cara al Concurso 2023. / Miguel Gómez

–Le veo con cara de resfriado.

–Pues sí, tengo un catarro grande, de estos que no se quitan, pero con ganas de cantar. Me hubiera gustado hacerlo un poquito más tarde, yo al menos, los míos no, los míos están contentos. Igual tiene su parte buena, tiene su táctica, todo lo que tú quieras, pero yo no estoy aún metido en manteca. Hoy, por ejemplo, no soy consciente de que en 24 horas canto. Es verdad que todavía tampoco tenemos los tipos…

–¿Cómo?

–Jajaja… llegarán, llegarán, no hay problema. Nos los probaremos y esas cosas y para adelante.

–¿Le ha resultado duro meterse a crear otro repertorio tan pronto?

–Mucho. No sé como estarán los demás compañeros, pero a mí me está resultando insufrible. Daría mi reino por un poco de tranquilidad. Hemos terminado un Concurso y sin pausa hemos tenido que empezar a preparar otro, más largo además, de ocho pasodobles y ocho cuplés, encima en febrero, que parece que en mayo no te la jugabas tanto. La gente tiene ansia de escuchar, de saber, y a mí me está matando, me está consumiendo muchísimo.

–Igual su cuerpo está somatizando el Carnaval malamente.

–Pues eso he pensado. Que esta parte de catarro, de malestar, de cansancio, puede deberse a que estoy sicosomatizando tanto estrés.

–Aunque no pueda desvelar mucho, ¿qué podemos encontrar con ‘La ciudad invisible’?

–El estilo no ha cambiado, las incorporaciones nuevas, Ramoni y Jesús Cateto, por Fali Vila o Fali Figuer, no cambian el sonido del grupo. No vamos a descubrir América ahora con estas dos voces.

–Ramoni nunca había salido con usted hasta ahora.

–No. Es una espinita que teníamos clavada. Estuvo conmigo el año de La Gran Final, de la obra de teatro, pero es un tío con 44 años de Carnaval a sus espaldas y no se habían dado los astros. Y en cuanto a lo que nos vamos a encontrar este martes, pues, en resumen, algo muy gaditano. Aún le estamos dando vueltas a pequeños detalles, soy muy tiquismiquis con las cosas de la comparsa, pero vamos a intentar hacer una propuesta muy gaditana. Vamos a arriesgar muchísimo. Cuando lo veáis vais a entender por qué lo digo.

–Porque su idea original de ‘La ciudad invisible’ no era esta.

–No, en su momento cambió y ha pedido que sea así. El esqueleto tiene que ver con la idea original, en su concepto, pero al final nos ha llevado al lego ‘La ciudad invisible’ a nosotros, nos ha dicho, no, no, esto tiene que ir por aquí. Y ahí vamos.

–¿Es un poco seguir la línea de ‘Los sumisos’?

–Más o menos lleva ese hilo conductor, de comparsa muy de Cádiz. Ojalá se comprenda desde el minuto uno, ojalá conecte bien con el público, que haya química, en fin, no es fácil.

–¿Sigue teniendo el mismo nivel de exigencia?

–Totalmente. Ahora mismo además estoy en ese momento en que no puede hablarme nadie. Más vale dejarme. Pero es que me queda parte de la vida de la comparsa, más la disciplina de que todos los días tenemos que ensayar, y que esto es un Concurso muy duro.

-¿No le resulta más complicado ser, además de autor, componente de la agrupación?

-Mucho más. Yo no salía en su momento precisamente por eso, porque llegaba un día determinado, aunque era de los pesados que iba casi todos los días, pero si igual te planteas ir un par de veces a la semana, y llevas material, pues con eso vale. Este no es el caso. Es que además canto, estoy, me quito muchas horas, y hace que me tenga que preparar horarios muy tempranos para trabajar.

–¿Es muy disciplinado a la hora de crear?

–Depende. Hay momentos en los que soy muy disciplinado y otros en los que necesito descansar porque no puedo más. Pero vamos, yo soy de los que se levanta a las cinco de la mañana y me pongo a trabajar, para estar de guardia por si surge una idea.

–El hecho de que este año estemos en un Carnaval casi en precampaña electoral, ¿cree que puede provocar que haya letras más críticas?

–No lo sé. Visto lo visto, la gente no se mete mucho en harina. Le va a dar exactamente igual. Vienen buscando pan y circo y le es indiferente si es el último año del Kichi. Pensará, pues será el primero de otro.

–¿Ha notado en algo el modelo de Concurso por el hecho de que no esté organizado por el Patronato y haya vuelto a manos del Ayuntamiento?

–No, la involución sigue estando ahí, igual que siempre. Creo que el modelo este año es: vamos a darle una vuelta de tuerca al hecho de que antes de que empiecen a cantar tiene que haber silencio total. Nos vamos por las ramitas, por las cositas. Y cuidado con estas cosas que parecen tontería pero no lo son en. A ver si vamos a tener que preguntar si puedo toser, si puedo beber antes de cantar… Con la venia señoría. Me parece que lo importante es cantar y que la copla que tú vas a ofrecer al público tenga sentido. El resto es lo de siempre: contenido y continente.

–¿Qué espera de este Carnaval en general?

–Lo que veo es que estamos cansados. Yo al menos. Según me dicen, la gente está muy ilusionada, que lo aplaude todo. Pero es normal, hemos vivido una situación bastante jodida y hay ganas de alegría, de jolgorio. No obstante, eso es una cosa y luego están todos los problemas que seguimos arrastrando y que dan igual, porque me sorprendería que se fueran a resolver. Al final hay que dejarse llevar y en paz.

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