Carmelo García: "Todo lo que fui en el Carnaval se lo debo a Enrique Villegas"
Retrocarnaval
Aunque se le resistió el primer premio, tuvo el honor de salir con grandes autores como Villegas, Antonio Martín, Pedro Romero o Joaquín Quiñones
Gueli Villegas: “No salí en ‘Braceros de pueblo’ y me perdí la obra cumbre de mi padre”

Recuerda Carmelo García que su padre, en la Imprenta San Rafael, hacía los libretos de las grandes agrupaciones de Paco Alba o Enrique Villegas. Ese fue su primer vínculo con la fiesta antes de que debutara en 1977, con el primer Carnaval en democracia, en la chirigota ‘Los tigres de Malasia’ -estaba de moda la serie ‘Sandokán’- gracias a que aprendió a tocar la guitarra con las monjas de las Reparadoras en la calle Benjumeda.
Para 1978 se formó en El Mentidero una comparsa juvenil, segundo premio, llamada ‘Los segadores’, de Tomás Bertón y José Moreno. “Venían con nosotros José Mari, nieto de Fletilla, y los hermanos Alcántara, José Luis y Jaime”, recuerda. Otra comparsa juvenil, ‘Aires hispanameños’, le esperaba en 1979, haciendo la música el propio Carmelo. “Ahí salían Ángel Subiela, Antonio el Tarta…”, destaca. Y prolongó su participación en la cantera siendo también músico, con letra de Amaro Portillo y dirección de Andrés Cruz, de la comparsa juvenil ‘Los truhanes’, en 1980. “Buen grupo también, con Mario Rodríguez Parra y mucha gente que venía de las comparsas de Bustelo, que nos echó un cable”, relata.
En 1981 también compuso música para una comparsa juvenil, en este caso ‘Isla Margarita’, donde estaban futuros grandes carnavaleros como José Luis Mejías o El Cabra. Y ese mismo año se produjo el debut de Carmelo en adultos, con una chirigota llamada ‘Los viciosos del bingo’. “Vino a buscarme para salir Manolito el Cariñoso, que era el director”, precisa para ubicar la acción de su fichaje.
En esta chirigota vivió una de sus más grandes anécdotas como carnavalero, con sobresalto incluido. “A mí me coge el 23-F cantando en el Falla y yo estaba haciendo la mili. Vino una dotación de la Policía Militar a buscarme al teatro porque había orden de acuartelarse. Me dio tiempo de ir a casa y quitarme el disfraz, aunque no de quitarme el pelo blanco pintado y así entré en el cuartel, que me dijo el capitán que si tenía el pelo así del susto”.
Su primera comparsa de adultos llegó en 1982. Se llamaba ‘Estampa lorquiana’ y cuenta Carmelo que la escribía “Sebastián Gómez Cama, hermano de Antonio Cama el que jugó en el Cádiz. Este autor era de la CNT, de izquierda pero izquierda, que escribía cosas muy radicales incluso para la época. La música era de Pepe Moreno”, destaca.
Iba dando pasos cortos pero seguros antes de llegar a grandes grupos. Para 1983, el grupo de ‘Dioses del Olimpo’, ganadora en el 82, se dividía en dos: ‘Robots’ y ‘Discípulos del diablo’. Carmelo salió en la segunda. “Con Juanelo, el Formi, Subiela… un grupo muy bueno. Íbamos vestidos del grupo Kiss, con letra de Antonio Miranda y música de Paco Rosado”, evoca.

Y ya en 1984, además de hacer la música de la comparsa juvenil ‘Boleros’, con letra de José Manuel Manzano, entra en el grupo de Enrique Villegas, aunque Carmelo precisa que ya estuvo cerca de hacerlo el año antes. “Fui a probar para salir en ‘Comuneros’ y me abrió la puerta en el local de ensayo El Alemania. Le dije a qué iba y me dijo que trajera al día siguiente dos fotos de carné, una instancia y un sello. Y hasta ahí, ya no fui más. Cuando entré al año siguiente me dijo que se quedó esperándome y yo le dije que me trató mal, que se había cachondeado conmigo. El Alemania me aclaró que era broma”, expone.
Carmelo entró en el verano de 1983 para empezar a ensayar en septiembre con ‘Quince piedras’. “Comencé tocando la guitarra, pero Villegas me dijo que la dejara. Pensé que me iba a echar, pero me dijo que me pusiera en la punta. ‘Te voy a convertir en el mejor punta de Cádiz’, me aseguró. Me ponía espejos para que me mirase cantando y para que aprendiera. Era un fenómeno y fue mi padre en el Carnaval. Todo lo que fui en el Carnaval se lo debo a él”.
‘Quince piedras’ fue una de las sensaciones de 1984, con un pasodoble que quedará para la historia. “El tipo era arriesgado, con un mono donde llevábamos pegadas las piedras, las lapas…. Y llevábamos gente alrededor con sprays soltando aroma a bajamar. Habían cogido algas de La Caleta y habían hecho un producto para ambientar la actuación. Estaba todo muy trabajado, con profesores de baile, como Dieguito el de la Margara, el futbolista, en la presentación. A mí me costaba mucho porque siempre fui muy patoso bailando”, explica.
La comparsa obtuvo el tercer premio. Carmelo estima “que debería haber ganado”, pero “Villegas era un caballero y no protestaba nunca. Y nos tenía enseñados para aceptar cualquier premio. En la calle se vio cuál era la mejor comparsa: arrasamos”.
"En la final no nos dejaron sacar la plazoleta que llevábamos de atrezzo y sin embargo, ‘Entre rejas’ sí sacó la reja a pesar de la advertencia del jurado. No, Enrique no competía en igualdad de condiciones”
Llegaba en 1985 un comparsón como ‘Braceros de pueblo’, segundo premio por detrás de ‘Entre rejas’. “Eso estaba escrito de manera sublime, es la obra cumbre de Villegas. En la final no nos dejaron sacar la plazoleta que llevábamos de atrezzo y sin embargo, ‘Entre rejas’ sí sacó la reja a pesar de la advertencia del jurado. No, Enrique no competía en igualdad de condiciones”.
1986 fue el año de ‘Hombres lobo’, tercer premio. Villegas volvía a arriesgar con el tipo en unos años en los que también iba al límite con algunas letras, poniendo de ejemplo el inicio de un estribillo que se desechó: “Lo que hace un hombre lobo, bobo bobo, bobo, bobo, después de beber tequila, quila, quila, quila…”.
En la conversación surge la anécdota sobre la presentación de esta comparsa. “Selu Valderrama hacía el aullido del lobo y desde el gallinero gritaron ‘¡Toma pitraco!’. Fue un conocido comparsista, aunque él lo haya negado siempre”, asegura.
Y llegó la ruptura en un grupo que ha pasado a la historia y del que, gracias al aprendizaje junto a Villegas, “salieron buenos directores con gran oído como Norberto, Mosquera, o el mismo Selu García Cossío”. El caso es que para 1987 “hubo discrepancias con la forma en la que se llevaba la dirección de la comparsa”.
"Selu Valderrama hacía el aullido del lobo y desde el gallinero gritaron ‘¡Toma pitraco!’. Fue un conocido comparsista, aunque él lo haya negado siempre”
La mayoría del grupo decidió no salir y, por tanto, tomarse un descanso. Carmelo aprovechó para comprometerse con Martínez Ares para cantar en ‘Esto es Carnaval’. “Pero poco después surgió el proyecto de salir con Pedro Romero y Aurelio Real. Mis compañeros que se habían ido del grupo de Villegas me llamaron y Martínez Ares entendió que me fuera con mi gente. Y así se fraguó la comparsa ‘Con gancho’, otra comparsa recordada”, apunta.

El grupo volvió a topar con un Antonio Martín en la cumbre, quedando en segundo puesto por detrás de ‘A fuego vivo’. “El propio Antonio me reconoció al cabo de los años que había tenido miedo de no ganar, pero ganó. ‘Con gancho’ era la mejor para muchos aficionados, pero el jurado no lo entendió así”, apostilla.
Los dos mejores grupos de comparsa de la época trasladaron su rivalidad a los concursos de pasodobles que organizaba la peña Paco Alba, con la final en el Teatro Andalucía. Carmelo formaba parte de ‘Los cleriguillos’, antología que, con algunos paréntesis, ha perdurado hasta la actualidad, y los de Martín disputaban el trofeo como Los Pabellones, por ser el bar donde paraba la comparsa. “Allí se formaba un tinglado gordo, con bocinas y pancartas. Y ollas de menudo…. Ahí siempre ganábamos nosotros y en el Falla nos ganaban ellos”, afirma.
Hablamos de una comparsa “donde Pedro se destapó con la letra y Aurelio con la música". Pero el camino hasta el Falla no fue de color de rosa. “En diciembre teníamos solo dos pasodobles. Y pensando en si salir o no. Ensayábamos en Santa Cruz y Pedro no venía. Un día, que estaba lloviendo a mares, ya nos íbamos del local cabreados por no tener repertorio. Y llamaron a la puerta. Al abrir, allí estaba Pedro Romero empapado y enfadado porque no le abríamos. ‘Tomad, aquí tenéis’. Y nos tiró el pasodoble al barrio de Santa María, casi nada. Y luego nos trajo el pasodoble al Juan Sebastián de Elcano. El final, eso de ‘que se quede en Cádiz tostándose al sol’, no nos gustaba, pero él insistía: ‘eso no se toca’. Y tenía razón. Era un gran pasodoble”.
Pedro, que no era un autor constante, decidió no salir en 1988 y Antonio Busto cogió el grupo para sacar ‘Caña y mimbre’. “El peor Carnaval de mi vida. No por la comparsa, sino porque murió mi madre, que era lo más importante de mi vida, en pleno concurso. Y no podía dejar al grupo tirado y canté. Pero después de la final estuve dos semanas sin cantar con ellos, y luego me incorporé”, dice emocionado.
Con José Manuel Prada hicieron ‘Raza maldita’ en 1989. “Yo desde la presentación ya sabía que ese no era nuestro año. No conectas y no hay más que hacer”, admite.
Romero y Real vuelven para sacar con este grupo, dirigido por Faly Mosquera, ‘Solera, duende y misterio’, un tributo al barrio de Santa María en 1990. Fue segundo premio y dio, una vez más, con su archienemigo: el grupo de Martín, que ganó con ‘La mar de coplas’.
Carmelo decide salir de la comparsa junto a otros componentes, que se van con Enrique Villegas, su hijo Paco y Bustelo para hacer en 1991 ‘La señora’, que dirigió Mosquera. El grupo se quedó fuera de la final con una idea delicada y dura que tocaba el tema de la droga.
Fue el germen del grupo que luego estuvo muchos años en la cresta de la ola con Quiñones y Pepito Martínez. De hecho, fue llegar y besar el santo con ‘Suspiros de Cai’ en 1992, ganando el primer premio. Pero esta gran comparsa se la perdió Carmelo. “Cuando se forma el grupo yo ya me había comprometido con los hermanos Alcántara para salir en ‘La fragata’. Me perdí un primer premio y nuestra comparsa no pasó a la final”. ¿Fue por perder aquella letra que no se entregó al jurado? Carmelo reconoce que fue a él a quien se le traspapeló la copla al hacer el libreto en su imprenta, pero aclara que “el presidente del jurado me aseguró luego que aunque se hubiese entregado la letra no habríamos estado en la final”.
En 'La fragata' el presidente del jurado me aseguró luego que aunque se hubiese entregado la letra perdida no habríamos estado en la final”
Se reincorporó al grupo de Quiñones en 1993 para ‘Pulchinelas’, “un cajonazo que nadie se explica todavía, incomprensible”. No salió en 1994 y fue jurado del COAC, suplente de chirigotas, sumándose a la comparsa ‘Noches de Falla’ tras el Carnaval. Ensayó con ‘Charrúas’ de cara al Carnaval 95, pero, por motivos laborales, no cantó en el Falla, aunque sí estaba inscrito en la Fundación Gaditana del Carnaval y cantó todo el año con la agrupación. Carmelo perdió la oportunidad de tener un primer premio en su historial, que se le ha resistido a pesar de su brillante currículum.
Otro cajonazo “que no se entiende” llegó en 1996 con ‘El legado andalusí’. “Uno de nuestra comparsa escuchó en un bar a un miembro del jurado criticarnos porque llevábamos instrumentos. Eso era un esfuerzo tremendo, con muchos componentes aprendiendo a tocarlos sin tener ni idea y ensayando una hora antes que los demás. Eso era un trabajo de monos”.

La etapa de Carmelo con este grupo se acabó en 1997 con ‘Dando leña’ y le llegó la oportunidad de salir en 1998 con su eterno rival: Antonio Martín. “Me llamaron para salir con ‘Patiovecino’ y, lo que son las cosas, me tocó esta vez vivir cosas raras también con Antonio. Nos quitaron puntos en el tipo de una fase a otra”, indica. Se refiere a cómo la comparsa entró en la final en primer lugar, sacando 11 puntos a ‘El cielo de Cádiz’ y 14 a ‘Los piratas’, pero el primer premio fue para estos últimos, lo que provocó el enfado del coplero de la calle San Vicente, que decidió no salir en 1999 y sacar una comparsa fuera de concurso: ‘Los contrabandistas’.
Le quedaba aún un alto peldaño en su historial, saliendo con Bustelo en 2002. La comparsa se llamaba ‘Simplemente Cádiz’, cuarto premio. “Era casi todo el grupo de ‘Los contrabandistas’ porque Antonio Martín se llevó varios años sin salir. El pasodoble era una monería. Bustelo hubiera sido uno de los grandes, grandes, si hubiera tenido constancia”, argumenta.
“Me llamaron para salir con ‘Patiovecino’ y, lo que son las cosas, me tocó esta vez vivir cosas raras también con Antonio Martín"
Fue su última agrupación en la elite. “Por motivos laborales ya no podía seguir a ese ritmo. Y como me gustaba el Carnaval me metí en el coro de amigos míos como El Ensaladilla y Amaro Portillo”. Realizó luego tres últimas incursiones en la comparsa con ‘Un paseo por el tiempo’ (2009), ‘Serenata’ (2010 -la última de Enrique Villegas- y ‘El Gavilán’ (2013), ésta con muchos de sus antiguos compañeros del grupo de Villegas, con los que entonces cantaba en la antología del coplero de Ayamonte.
Cerró su vida carnavalesca con el honor de haber salido con los autores cumbre de los 80: Villegas, Quiñones-Martínez, Martín y Romero-Aurelio, amén de otros buenos copleros como Antonio Busto, Prada, Antonio Miranda, Paco Villegas, los Alcántara, Bustelo, Pastrana o Paco Rosado. Le faltó el primer premio. “Lo tengo con mi mujer, mis hijos y mis dos nietas, que son para comérselas”, sentencia.
Carmelo, el de la Copistería San Rafael
Carmelo García Muñoz nació en Cádiz, el 28 de septiembre de 1961 en el número 14 de la calle San Rafael. Estudió en el Grupo Escolar San Rafael y luego obtuvo el título de maestro industrial en Automoción en el instituto San Severiano, aunque nunca ejerció como tal. A los 17 años entró a trabajar en la imprenta San Rafael de la calle Benjumeda, regentada por su padre. Luego se independizó como copistero, trabajando desde hace décadas con diversas facultades universitarias. Tiene una tienda en Benjumeda y otra en Ancha. Está casado con Esperanza Castaño, con la que tiene dos hijos: María -que les ha dado dos nietas gemelas llamadas Estrella y Dulce- y Sergio.
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