Esta afable coplero respira Cádiz por los cuatro costados. Cuando no está liado con el coro, hace guardias en el Hospital Puerta del Mar como enfermero en Cirugía Vascular.

–¿Cuál es el momento más complicado que ha vivido en su profesión?

–Por desgracia, en la unidad en la que trabajo hay momentos complicados cada dos por tres. Allí trabajo una noche sí y otra no. La noche que no trabajo voy al ensayo del coro.

–¿Es usted hormiga o cigarra?

–Hormiga, sin duda. De hecho, el coro está basado en sus componentes, en la forma de ser de ellos. Un grupo muy currante. La cigarra molesta, solo hace ruido, aunque uno aprende a sobrellevarlo.

–¿Ya le han hecho socio de Tugasa?

–Jajaja. Casi. La que tiene la tarjeta es mi mujer. Somos unos enamorados de esta cadena de hoteles. Incluso celebramos el bautizo de mi segundo hijo, Nacho, en el Hotel Las Truchas de El Bosque. Paella y una tarta de una confitería del pueblo.

–Recomiende un libro.

–Poesía en la oficina, de Mario Benedetti. Soy más de poesía que de novela. La poesía es más directa, con más contenido en un menor espacio. Borges también es uno de mis favoritos.

–Y una película.

–El silencio de los corderos. Me gusta porque da mucho que pensar. La locura tiene muchos recovecos. Me seduce la inteligencia de Hannibal Lecter. En algunos momentos, aunque cueste trabajo, hay que darle hasta la razón. Alimentarse del cerebro de los demás es también muy humano.

–¿Un rincón de Cádiz para inspirarse?

–Soy muy casero. Donde me inspiro es en mi casa, la verdad. Y me encanta mi plaza de San Francisco.

–¿Es usted cofrade?

–Pues sí. Soy hermano de cuatro cofradías. Cigarreras, Buena Muerte, donde llevo 25 años como cargador del Cristo, Medinaceli por mi padre y Vera-Cruz, donde también he sido cargador del Cristo varios años.