Diario del Carnaval

Cabalgata del Humor| Gloria a la cabalgata de barrio

Fregonas vileda y un trío de medusas, en la Cabalgata del Humor.

Fregonas vileda y un trío de medusas, en la Cabalgata del Humor. / Germán Mesa

Ni tiene el empaque espectacular del cortejo magno, ni ha recuperado la sátira cargante y la desvergüenza de sus mejores tiempos pero la Cabalgata del Humor 2023 continúa la estela marcada en los últimos años de dignificar el concepto de cabalgata de barrio y sacar la belleza del esperpento a pie de calle. Caja, bombos, batucadas, disfraces ingeniosos, tipos mamarrachos, carrozas bajitas, ausencia de vallas, papelillos que te arrojan a la cara y mucho cachondeo. Eso es la Cabalgata del Humor de hoy. Y gloria pa ella.

Se lo pasa bien el que sale. Se lo pasa bien el que la ve. Las fregonas vileda –lo que se puede hacer con unos cubos, unos rulos de piscina, papel cebolla y mucha imaginación– no dan abasto para limpiar las calles tapizadas con el mosaico más bello que puede dejar el Carnaval, serpentinas y papelillos. Y a la Freiduría Los popis fritos –otro grupo al que no le faltan ni papelones ni la balanza para pesar el pescao– tampoco les da la vida para atender a todas los móviles que quieren inmortalizarlos durante su pasacalles.

Y es que todavía recién nacida por La Caleta –el cortejo sale del colegio de Santa Teresa para morir en San Juan de Dios–, la Cabalgata del Humor ya es jaleada por propios y ajenos en cuanto la batucada Tierra lanza los primeros compases. Están los disfraces fuera de Concurso y los que buscan premio; están algunas agrupaciones del Concurso Oficial que no faltan a la cita –desde los infantiles de Manolín Santander a la chirigota del Cascana, con El Libi, que se retira discretamente pasado el primer tramo, pasando por la comparsa infantil ‘La última savia’ o algunos de los cuartetos juveniles–; están las charangas y grupos familiares que le insuflan la verdadera vida a esta tradicional cita del segundo sábado de Carnaval –desde un par de familias Adams, a los personajes de Alicia en el País de las Maravillas–; y están las carrozas, recortadas, a pie de calles, sencillas y casi sin importancia (ni falta que hace) en este pasacalles cuyo éxito sólo depende de los participantes.

Grupo de Reina de Corazones y Sombrereros Locos, en la Cabalgata del Humor. Grupo de Reina de Corazones y Sombrereros Locos, en la Cabalgata del Humor.

Grupo de Reina de Corazones y Sombrereros Locos, en la Cabalgata del Humor. / Germán Mesa

Qué bonito está mi Cai, El caballo camina palante, el caballo camina patrás, Carnaval, febrero... Al menos, se empieza con fuerza. Los grupos familiares cantan, bailan y ponen al personal hasta arriba de papelillos. Las serpentinas ya son bolas multicolores que se arrastran en los cochecitos de bebés y carros de la compra que los participantes llevan de apoyo con más carga de papelillo y algún que otro espirituoso que encaja mucho mejor en la imagen de esta cabalgata golfa que en la de la Magna.

De hecho, no pocos grupos que abrieron de forma oficiosa el Cortejo Magno de la Avenida el Domingo pasado han repetido presencia en esta Cabalgata del Humor encontrando mejor su lugar y su cometido, interactuando con el público que, ahora, tienen a su lado y no a la distancia de una valla y una vida.

Paquito del Mentidero, en la Cabalgata del Humor Paquito del Mentidero, en la Cabalgata del Humor

Paquito del Mentidero, en la Cabalgata del Humor / Germán Mesa

Así, La fiesta pagana, Vikingo buena vista, el grupo de Alicia y unos Napoleones con sus Lolitas las piconeras, que pedían más amor y menos guerra, entretuvieron, entre otros, al público –niños y adultos– que se dejaba llevar y que celebraba las propuestas más imaginativas como la de la Familia iglulik, con trineo y todo; Aquí no dejamos fiao, tenderos dentro de sus puestos del mercado gastronómico de la Plaza; un grupo de coches choques y hasta otro que simulaban estar acomodados en los asientos de una montaña rusa.

Entre la performance –los grandes jugadores de fútbol que tiran penaltis con una pelota de pilates– y el tipo, tipo –el cuarteto juvenil ‘El gran golpe’, la chirigota adulta ‘Dios mío, qué tarde!–. Entre los referentes contemporáneos –Sherk, Miércoles, Buzz Lightyear...– y la propuesta más tradicional –un bautizo con una señora mayor de bebé chico; unas damas antiguas con su señor cura...–. Entre la crítica solapada –no faltó el toquetazo a la familia Borbón– y las sencillas ganas de pasarlo bien. Entre todos esos magmas que mueven a esta ciudad y, tantas veces, explotan en su Carnaval, se levanta la Cabalgata del Humor.

Trineo de la familia Iglulik, en la Cabalgata del Humor. Trineo de la familia Iglulik, en la Cabalgata del Humor.

Trineo de la familia Iglulik, en la Cabalgata del Humor. / Germán Mesa

Sin pretensiones, sin debes, sin obligaciones, sin tensiones. Igual unos payasos hacen pompas de jabón, que un grupo de hippies entonan el Me han dicho que el amarillo. Igual el Popo de Kichi hace pasacalles, que se pasean la Suleyma y la Yanira (la callejera ‘Si me queréis, venirse’) en su boda gay gitana a la que no le falta un perejil. Igual un bafle te dice que vives en un mundo donde Shakira está muy mosqueada con Piqué, que una caja y un bombo te recuerdan que lo maravillosa que es la vida si le echas un poquito de duende y compás.

¿Si hay humor en la Cabalgata del Humor? Todo depende de la actitud en este cortejo vivo, a pie de calle, exento de brillos y coreografías. Depende de los participantes. Y en la Cabalgata del Humor participamos todos. Gloria eterna para nosotros.

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