Una de las claves del prolongado éxito de Rafa Nadal radica en su capacidad de sacrificio. A sus indiscutibles condiciones para el tenis le añade horas de dedicación que luego dan sus frutos. Recoge lo que siembra con la ambición siempre necesaria pero sin perder la compañía de la humildad.

El tenista español no sólo tiene habilidad dentro de la pista. Juega como los ángeles con una mezcla de talento, explosividad y fortaleza mental que le hace ganar una y otra vez. Por algo, tras la victoria en el Open USA, colecciona 19 Grand Slam y se coloca a sólo uno de los 20 que atesora Roger Federer.

Pero si hay algo que el campeón español sabe hacer tan bien como desenvolverse en la pista es rodearse de personas que le ayudan en su carrera. Detrás del éxito del balear hay un arduo trabajo de un equipo que abarca muchas facetas.

Entre los miembros de su equipo hay rostros conocidos como Carlos Moyá, Francis Roig, Carlos Costa... Hay otros que lo son menos pero ejercen un rol importante. Es el caso del gaditano Benito Pérez Barbadillo, director de comunicación de Rafa Nadal prácticamente desde los inicios del manacorí como profesional.

Nacido en Jerez, Pérez Barbadillo conoce al dedillo la ATP, para la que trabajó ante de unirse al tenista. Antes de aterrizar en el mundo del tenis fue jefe de prensa del Circuito de Velocidad jerezano.

Pérez Barbadillo se encarga de hacer de filtro entre los medios de comunicación y Nadal y de asesorarle cuando acude a actos. Quién quiera entrevistar a Rafa antes debe pasar por su responsable de prensa.

La fotografía que ilustra esta información plasma una imagen de algunos miembros del equipo de Nadal con el tenista que luce su copa de ganador del Open USA después de derrotar al ruso Daniil Medveded en una final épica que llegó al quinto set y a las casi cinco horas de duración.

Pérez Barbadillo aparece en la foto el segundo por la izquierda, junto a Sebastián Nadal (padre de Rafa), Jordi Robert, el campeón del torneo, Carlos Costa, Rafael Maymó y Carlos Moyá. Posaron sobre la pista en la que minutos antes Nadal había añadido una gesta más a su extenso currículum. Un día inolvidable.