Los triunfos dan alegría. Las victorias dan confianza. El ganar permite tener una dosis importante de esperanza. Y el conseguir los tres puntos en un partido complicado da un aire a un equipo que tenía, de una vez por todas, que ratificar su juego con la recompensa deseada.

El San Fernando doblegó a todo un favorito del grupo, a un equipo que, en determinadas fases del campeonato, se ha mostrado intratable, que aspira a terminar el año que viene en la categoría de plata del fútbol español y que demostró que tiene un tremendo potencial.

Pero es que los de La Isla están demostrando, una y otra jornada, que cuentan con los argumentos necesarios para salir de donde se encuentran, para abandonar la zona comprometida de la tabla y para afrontar el tramo final de la temporada de manera mucho más tranquila.

Ante el Ibiza, el equipo de Alfredo Santaelena volvió a mostrarse como en las últimas jornadas; serios en defensa, minimizando al rival y no cometiendo errores de bulto en los metros que domina Fuoli. A esto se le unió que, por fin, se acertó en una de las múltiples ocasiones con las que cuenta y eso permitió una victoria que, se nos antoja, importantísima.

Bien es cierto que los de San Fernando lo pasaron mal en determinados momentos del encuentro, pero no es menos cierto que los de Santaelena supieron leer el partido, aprender de los errores, no cometer fallos y tuvieron oportunidades, en el tramo final del partido, para lograr una mayor renta, pero de nuevo apareció el déficit de fallar incomprensiblemente ocasiones muy claras de gol.

Con todo esto, el técnico madrileño tuvo que volver a afrontar el partido repleto de dudas porque, si al perro flaco todo se le vuelven pulgas, el equipo isleño jugó tan importante partido con cuatro bajas de reconocido carácter de importantes. A las de larga duración de Pau Martínez y Alfonso, se les unió las de últimas horas en las personas de Ángel Sánchez y Dani Aquino que dejaban bastante mermadas las posibilidades en el ataque azulino.

Por si fuera poco, el partido se disputó bajo un aguacero de justicia que no aflojó su insistencia durante la totalidad del desarrollo del choque. Pero Santaelena sabe lidiar ante las dificultades, sabe salir airoso de los problemas y tanto uno como otro, quedaron solucionados en un abrir y cerrar de ojos, el primero, el de las bajas con tener enchufado al resto de la plantilla jornada, tras jornadas, y el de la lluvia convenciendo a sus pupilos que la situación beneficiaría más a los azulinos que al exquisito toque de pelota que atesoraban sus rivales.

Además, se ha ganado para la causa a Dani Molina. La presencia del onubense en el centro del campo le da muchas más opciones al equipo, equilibrio y se consigue el demandado último pase de cara a la puerta contraria.

Los primeros compases del encuentro se tradujeron en un estudio completo de uno y otro rival en pos de conseguir encontrar los resquicios que podrían dejar en el transcurso del envite. Por ello, la primera jugada de peligro no llegó hasta el minuto 22 en un disparo de Dani Molina desde lejos que se fue desviado.

Esto pareció despertar al equipo balear, que dio su respuesta en el 26’ en otro disparo lejano, en esta ocasión del visitante Soko al que respondió Fuoli con una segura intervención. Las ocasiones comenzaron a llegar y si en el 27’ el cancerbero isleño se tuvo que emplear a fondo ante un siempre presente Obolskii, en el 37’ fue Cristian Herrera el que avisaba a centro de Biabiany. Precisamente, el mediapunta llegado en el mercado de invierno del Sabadell fue el que enganchó tres minutos después un tremendo disparo que se convirtió en el definitivo uno a cero.

Con los isleños envalentonados y los ibicencos demasiado deseosos, terminó el primer acto. Como era de esperar, los de Ibiza apretaron en el inicio del segundo periodo, pero el San Fernando no perdió, en ningún momento, la compostura y supo bregar con las acometidas rivales.

Es cierto que Cedric en el 61’, Javi Jiménez en el 76’ y Obolskii en el 77 tuvieron sus oportunidades para igualar la contienda, pero, igualmente, los isleños parecían un fortín inexpugnable y no daban un ápice de oportunidad a su rival para que no saltase de nuevo la desesperación en el seno azulino.

Con el partido roto en los últimos instantes por la insistencia de los ibicencos en encontrar el empate y el orden ofrecido por los isleños, llegaron tres claras oportunidades para que los de Santaelena encontrasen recompensa a su esfuerzo, pero ni Cristian Herrera, en el 76’, en un córner directo que se envenenó, ni Nahuel Arroyo, en el 86’, en un mano a mano que termino lamiendo la base del poste ni Marcelo, en el 90’, cuando falló inexplicablemente un remate que era más complicado tirar fuera que meter en la portería visitante permitieron tener un descuento a prueba de infartos para que, definitivamente, los tres puntos se quedaran en Bahía Sur, esos que no se sumaban desde mediados de enero.