Opinión

Lyon, coraje y corazón

En 1986 yo estaba más tieso que la mojama. Me había casado hacía poco ,mi hija era muy pequeña y mi mujer no trabajaba. El Atleti de Luis Aragonés y Arteche llegó a la final de la Recopa y a mi padre se le antojó ir. Tanto me insistió que incluso hice planes de coger el coche desde Cádiz y colarme en Lyon tras hacer cerca de dos mil kilómetros. Él se iba a ir en avión a Ginebra y se cogió un buen hotel en el centro, menudo era el Capitán. Yo, como dije, estaba pegao a la pared y por más cuentas que hice no me salieron los números así es que, con gran pesar de mi corazón, no pude ir. Luego me alegré tras ver el baño que le pegó el Dinamo de Kiev de Oleg Blokhin al Atleti pero siempre tuve la espinita clavada de no haber acompañado a mi padre . Por entonces no era habitual ver al Atleti jugar finales europeas así que aquello era una experiencia singular, hasta que llegó Hamburgo 2010 donde una nutrida delegación gaditana pudimos disfrutar del triunfo del Atleti y del inicio de un ciclo histórico.

Así es que este año no tenía más remedio que ir, por mucho que a la mayoría de mis colegas ya les sabe a poco una final de la Europa League. La gente se ha acostumbrado al jamón de pata negra y no se acuerdan de cuando comíamos mortadela. Yo tenía una deuda pendiente con mi propia biografía y con la memoria de mi viejo. No creo en la existencia de otra vida así que no puedo imaginarme a mi padre tomándose un Jhonny Walker disfrutando de los goles de Griezman , del empuje de Gabi o de la jerarquía de Godín, a Simeone como si fuera el Sabio de Hortaleza. Creo que el cielo es la memoria de los seres queridos y en la mía estará siempre mi padre unido al Atleti, a aquellos partidos en el viejo Calderón con lluvia y con frío, a los recuerdos que me contaba del Metropolitano cuando se sembraba ajo en la portería o cuando mi abuela le pagó un carnet en la Gradona, el Tendido de los Sastres. Así que la victoria del miércoles fue una manera de venganza de aquel lejano día de hace 32 años. La ribera del Ródano ha visto cerrarse un ciclo, el de un viejo atlético que no pudo ver ganar a su equipo en una final. Su nieta pudo disfrutar del Niño Torres levantando la copa aunque, como él decía, El Niño era Enriquito Collar.

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