¡Alirón!, ¡alirón!
Fútbol
El grito de la victoria, al principio santo y seña de un Athletic acostumbrado a los títulos, lo crearon los mineros vizcaínos al castellanizar la expresión 'All iron'
Hay un pueblo, situado al norte peninsular, que guarda en sus entrañas toda la épica del pasado minero. Ya desde los tiempos de los romanos, el historiador Plinio El Viejo se refiere a "una gran montaña de hierro" en la costa cantábrica. Allí, en los montes de Triano, en Gallarta, existió un inmenso yacimiento cuyas vetas fueron de las más productivas de Europa.
La fiebre del hierro estalló durante los años setenta del siglo XIX. El final de la guerra carlista, la supresión de aduanas y las facilidades para la exportación atrajeron al capital, y las empresas, en su mayoría británicas, comenzaron a instalarse en la margen izquierda del río Nervión. Porque siempre gozó de prestigio el mineral vizcaíno. Durante mucho tiempo se usó la palabra bilbo como sinónimo de hierro; el mismo Shakespeare lo cita en su Hamlet: "I lay worse than the mutines in the bilboes" (Me sentí peor que los amotinados con sus grilletes).
La calidad de la materia prima, la proximidad de un gran puerto y su mano de obra barata desataron una oleada de inversiones en la zona: fábricas, industrias, infraestructuras ferroviarias, astilleros, compañías navales... El hogar del hierro favoreció el despegue económico de la comarca. Época de floreciente actividad y explotación tan intensa que, con el paso de los años, fue destruyendo el paisaje. Ahora apenas se cita, pero el desarrollo de Vizcaya se construyó sobre hombros mineros. Por eso, la memoria de aquellos tiempos impone recordar sus extenuantes jornadas laborales y miserables condiciones de vida: hacinados en barracones y chabolas alrededor de los yacimientos, los hombres tenían que cumplir el cupo de extracción diaria (no menos de 15 toneladas).
Una palabra representaba el triunfo. Los trabajadores cobraban su salario en función de la pureza del hierro; sin embargo, el mineral no siempre tenía la calidad que los patrones exigían y era mal pagado, independientemente del esfuerzo dedicado a su extracción. Pero si el hierro resultaba muy puro, los mineros cobraban paga extra. El operario inglés analizaba la muestra y, si arrojaba una gran pureza, le escribía con tiza "All iron" (Todo hierro). Entonces la cuadrilla estallaba de alegría y, unos a otros, se pasaban la feliz noticia por las galerías con un grito: "¡Alirón!, ¡Alirón!". Otros historiadores sostienen que, si bien la expresión proviene de la castellanización de dicho término inglés, su origen lo ubican en Huelva, concretamente en las Minas de Río Tinto. La lógica parece favorecer más a la primera tesis, pues el hierro era una actividad minera masiva y exclusiva en Vizcaya, comparado con el carácter secundario -después del cobre- que tenía en territorio onubense.
Por aquel tiempo, los trabajadores españoles de las minas y los ingleses tenían por costumbre desafiarse a un sport que, bajo la atenta mirada del público, causaba furor: el fútbol. Y el alirón era el grito de la victoria. Más adelante se convirtió en el santo y seña del Athletic de Bilbao para celebrar sus primeros triunfos. Hoy ha quedado institucionalizado, y su canto remite al club que consigue alzarse con la Liga española; cuando un equipo gana el título, se dice que entona el alirón.
La canción original, de Álvaro de Retama (autor de la letra) y Gaspar Aquino (música), retomaba la moda de la época que imperaba en la capital de España, señalar la impronta amorosa de las mocitas madrileñas: "y las niñas orgullosas/ hoy le dan su corazón/ a cualquiera de los once del Athletic campeón/ ¡Alirón!, ¡Alirón!/ ¡el Athletic campeón!". Existe una curiosa versión que sitúa el nacimiento de este verso en el estribillo de un cuplé. Cuando en cierta ocasión fue cantado por una tonadillera con intención picante, "alirón, pon, pon, pon", y el desenfadado público corroboró tan lírico mensaje con un pletórico "¡el Athletic, campeón!".
Señalemos, para finalizar, que esta expresión de júbilo tiene otras interpretaciones. La Real Academia Española establece que su etimología es árabe. El término alirón, expresión utilizada para celebrar la victoria en una competición deportiva, -según el DRAE- tiene raíces en la voz alí ' lán, que quiere decir "proclamación".
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