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20 vivencias del 20

El coronavirus, el peor de los temporales para la flor cortada

  • El agricultor chipionero Juan Pérez relata los devastadores efectos del año del Covid en el sector.

El agricultor chipionero Juan Pérez, en su invernadero de flor cortada.

El agricultor chipionero Juan Pérez, en su invernadero de flor cortada.

El agricultor chipionero Juan Pérez, de 43 años, ejemplifica los devastadores efectos de la crisis del coronavirus en el sector de la flor cortada. Es autónomo de una empresa familiar que suma la experiencia de tres generaciones y que, hasta la irrupción del Covid-19, nunca se había enfrentado a una “catástrofe” de estas características.

Juan recuerda que “en las últimas décadas hemos sufrido varias crisis muy importantes, pero lo peor de ésta es que es imprevisible y total. Cuando estalló la pandemia, la caída del consumo de flores fue drástica, cayó totalmente de la noche a la mañana”.

Buen conocedor de este sector que funciona como auténtico pulmón económico de Chipiona, cuenta que se trata de una actividad que vivía tanto del mercado nacional como de la exportación, de manera que tiraba hacia adelante en las distintas épocas del año conforme a la variada demanda de diferentes países. “Como es agricultura intensiva, en unas fechas del año la producción se podía destinar al mercado nacional y en otras, a la exportación. O había quienes se dedicaban únicamente a la exportación. Es decir, que teníamos varias opciones. El problema del coronavirus es que ha destrozado todos los mercados, dejando a los productores y las comercializadoras sin ninguna salida por las medidas estrictas que ha supuesto”, destaca.

Con respecto a las ayudas públicas destinadas al sector para paliar la situación, Juan subraya que son “muy importantes”, porque “aunque no sean la solución definitiva”, permiten a los agricultores, por ejemplo, “sembrar una nueva campaña o reducir algo sus deudas”. “No queremos vivir de las subvenciones, sino ser productivos”, asegura.

En relación a este asunto, resalta que las ayudas de la Junta de Andalucía y el Estado “han llegado por primera vez a los pequeños agricultores, porque antes siempre eran para grandes explotaciones”. Juan tiene aprobada una subvención de algo más de 16.000 euros que, como ocurre en el conjunto del sector, todavía no ha recibido. Considera que, para autónomos como él, supondrá un “empujón” a su actividad, a diferencia de las grandes empresas, que necesitan ayudas más elevadas por la envergadura de sus pérdidas.

Del apoyo público también destaca que “se haya reconocido la floricultura como un sector generador de empleo que tiene futuro”. Más allá de las ayudas directas, espera también de las administraciones competentes gestiones como la consideración oficial de la flor cortada como “producto esencial”, una de las demandas del sector que ha hecho suya el municipio de Chipiona.

A Juan le gustaría difundir un mensaje positivo con respecto al futuro, pero lamenta que está marcado por la incertidumbre. Lleva seis meses invirtiendo en las flores del próximo 14 de febrero, una de las fechas señaladas en el calendario anual por la conocida costumbre de regalar flores en el Día de San Valentín. “Hay un pesimismo, un malestar, un ambiente enrarecido instalado en la sociedad que no invita a comprar. El panorama con vistas al Día de los Enamorados y la Semana Santa es de total incertidumbre”, afirma deseando que el sector pueda superar cuanto antes la situación de ruina que sufre debido al coronavirus.   

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