Cómics

Todo está en los libros

  • 'Fahrenheit 451', la distópica visión de un mundo futuro nacida del genio de Ray Bradbury, es magistralmente llevada a las viñetas por Víctor Santos

Ilustración de la portada del cómic.

Ilustración de la portada del cómic.

Estoy sentado frente a mi ordenador, tecleando esta reseña, y cuando miro hacia mi derecha me siento totalmente acompañado por esos libros que cubren completamente una pared. Lo que comenzó como un orden, ha terminado amontonado unos sobre otros debido a la cantidad de títulos, aunque casi sin mirar sé perfectamente dónde se encuentran todos.

Aún conservo aquellas primeras lecturas que me abrieron los ojos a un maravilloso camino en el que me he divertido, emocionado, sentido el más profundo de los terrores y sí, he llorado.

Sentado en mi soledad, con un libro en mis manos he viajado a lugares lejanos donde tal vez nunca ponga el pie, compartido mil y una vidas.

Tal vez la lectura sea una de las más placenteras actividades que el ser humano puede realizar. Con ella nos educamos, adquirimos valores y hasta puede encender en algunos de nosotros la chispa de la creación.

Pues ahora imaginad un mundo en el que fuerais perseguidos por poseer y leer libros. Temerosos de que vuestro vecino de la casa de al lado os denunciara y, sudando como un poseso, esperar la fatídica llamada a vuestra puerta del cuerpo de bomberos, que ya hace muchos años que dejó de apagar incendios y ahora se dedica, como una moderna e inmisericorde Inquisición, a destruir entre las llamar todos los textos que encuentra en su camino…

Ray Bradbury, inmortal maestro de las letras, ya supo ver que nuestra sociedad, la real, la de verdad, se aproxima hacia la alienación total, más pendientes todo el día de la pequeña pantalla de nuestros móviles y tablets, esperando ansiosos la noticia, ya sea fake o no, el cotilleo con el que regalar una sonriente carita a este influencer de pacotilla, que pasa horas eligiendo una postura correcta o una luz adecuada para su instantánea.

Y en su novela Farenheit 451 conoceremos precisamente a uno de esos hombres que portan portátiles tanques de lanzallamas a sus espaldas, Guy Montag, que vive una, en apariencia, feliz existencia junto a su mujer Millie, una verdadera yonqui de las enormes pantallas que ocupan toda la extensión de las paredes de su casa, donde se sumerge en los lisérgicos argumentos de los programas de telebasura, hecho este que la han transformado en una autentica zombi adicta a las pastillas.

Pero un día Montag conoce a una joven llamada Clarisse, tan libre como poco cuerda, que con pocas palabras le abre una puerta hacia un mundo hasta ahora prohibido para él, que será nada más y menos que el comienzo del fin para la pantomima de vida que protagoniza.

El hastío, una traumática e inesperada noticia, y el ansía de conocer hará que Montag lo arriesgue todo por acceder a ese mundo secreto, el de los libros, al que podrá llegar gracias a la ayuda del, en principio reticente, profesor Faber.

Pero claro, en una dictadura como en la que vive, pocos pasos no son controlados…

No voy a insistir en la calidad de la novela de Bradbury, ya que creo que a estas alturas es algo totalmente conocido por generaciones y generaciones de lectores. Lo que sí me gustaría es destacar el papel del cómic, el formato novela gráfica medio narrativo, que en esta ocasión, a través de las viñetas de Víctor Santos, se convierte en esa ventana a la que pueden asomarse un buen número de nuevos lectores, ya que este autor de cómic, con una larga e intachable trayectoria, no solo adapta con total fidelidad el texto original, sino que hace suya la obra, con ese magistral manejo que posee del storytelling.

Me llevaría varias páginas repasar su larga, larguísima bibliografía no solo en el mercado patrio, sino también en el internacional, en el que ha trabajado, y sigue haciéndolo, para las mejores editoriales. Con una producción constante y de calidad, Santos nos sorprende siempre, ya que su nuevo cómic siempre es el penúltimo.

Con una cuidada medida de los diálogos y la narración meramente visual, Santos nos convierte en un fugitivo más, perseguido por ese terrible, terrorífico can, junto a Guy Montag en su huida hacia adelante.

Para finalizar, me atrevo a robarle y transformar el título de una de esas novelas que me han acompañado en mi particular camino. Escrita por Horace McCoy, lanzo un grito que ojalá se oiga bien alto y fuerte.

¡¡Leed, leed, Malditos!!

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios