Verano de libros

Crónicas del retornado

Guillermo Alonso Del Real

03 de octubre 2021 - 06:00

Cuando el verano ha dicho adiós y hasta el año que viene es un buen momento para hacer balance. Cada uno de nosotros relaciona el verano con una cosa. Por ejemplo, estimado lector, querida lectora, habrá quien lo relacione con la playa, cosa que el retornado no puede hacer, puesto que no ha pisado la playa ni un solo día. Y no porque no le guste el mar, que le gusta muchísimo, particularmente si puede disfrutarlo a bordo de una embarcación cualquiera, pero no ha sido el caso.

Otros lo asociarán con las vacaciones, pero los jubilados las notamos menos, porque por suerte o por desdicha no trabajamos, disfrutamos de unas vacaciones permanentes, por más que con cierta frecuencia añoramos los tiempos en que teníamos obligaciones laborales. Sorprendente, ¿no? Aclaro que esa nostalgia corresponde a personas que hemos trabajado en algo que nos gusta. Éste es mi caso, ya que me jubilé enseñando y haciendo teatro. Seguro que si hubiera estado poniendo ladrillos o ensamblando metales no echaría de menos el andamio o el taller.

Pues, a lo que íbamos, uno asocia el verano con los libros: éste ha sido un verano de libros.

Lo iniciamos teniendo que mover una gran parte de la biblioteca, porque había que pintar el salón. ¡Toma libros! No sé si usted ha disfrutado de la muy gozosa experiencia de trasladar unos cuantos kilos de libros en banastas de plástico prestadas por un amigo frutero, para, finalizada la pintura, restaurar los tomos a su primitivo emplazamiento. Se trata sin duda de un ejercicio saludable, que posee la ventaja adicional de reencontrarse con algunos títulos que había perdido de vista hacía tiempo. Es como encontrarse con amigos que no veíamos desde hacía meses o incluso años. No obstante, no osaría yo recomendárselo a nadie, porque resulta algo fatigoso.

Pero lo importante es que en verano podemos leer mucho, bastante más que lo habitual. Podemos; otra cosa es que lo hagamos. Para gustos están los colores.

Me he entretenido en comprobar qué he ido leyendo a lo largo de esos tres meses y veo que he leído bastante novela policiaca, un género que me gusta mucho. Volví sobre el maestro Andrea Camilleri, creador del famoso comisario Montalbano, pero también autor de obras menos conocidas y en verdad excelentes. Por ejemplo “El rey campesino”, “La ópera de Vigata” o “La intermitencia”. El mundo de Camilleri es extenso y variado y recomiendo visitarlo y disfrutarlo.

El griego Petros Márkaris fue otro genial acompañante de temporada. El comisario Jaritos es muy diferente a Montalbano, porque es un policía muy doméstico y familiar, pero coincide en el sentido del humor, la conciencia política y el gusto por la comida, si bien sus apetencias son mucho más sencillas; no lo saques de los tomates rellenos y los “suvlakis”. Nada de los refinamientos marítimos de Motalbano.

Claro que para gastrónomo policiaco, el Pepe Carvalho de nuestro Manolo Vázquez Montalbán, a quien he retornado con admiración y, sobre todo con cariño. Uno de los rasgos de las novelas de Carvalho que más me interesan y sorprenden es el espacio que deja al lector, especialmente en los desenlaces abiertos de muchos de sus libros. Manolo no se empeña en entregar platos servidos, sino que invita a reflexiones finales muy estimulantes.

Otras lecturas del género han sido Obras de Jean Louis Izzo, un autor que no conocía. Naturalmente he vuelto a Simenon y a Agatha Christie y he descubierto a una escritora francesa que firma Fred Vargas. Total: que me he empapuzado de la novela llamada “negra”, denominación que a mi me parece muy discutible, porque toda generalización lo es.

Por cierto: he alternado la lectura en papel con la del libro electrónico. Puede que algún purista encuentre desafortunada esa mescolanza, pero a mi me parece la lectura en libro electrónico tan digna como otra cualquiera. Es sumamente cómoda, los libros salen más baratos y uno puede manipular el cuerpo de letra a su antojo. En éste, como en muchos otros temas creo que no hay que tener prejuicios.

Algo de historia también he transitado. “España 1808 – 2008” de Raymond Carr es un libro excelente, si bien tal vez adolezca de un excesivo enfoque economicista, pero no se le puede negar rigor y documentación. Pero a un nivel más próximo, no por ello menos importante, acabo de finalizar la obra de mi amigo Joaquín García Contreras sobre las participación británica en la Guerra de la Independencia. Como Joaquín me ha hecho el honor de participar en la próxima presentación de su libro, me reservo los comentarios para ese momento. Adelanto que me ha gustado mucho.

Y para finalizar con un alarde e de inmodestia, he dedicado bastantes horas del verano a revisar una novela mía que va a salir en breve: “J Marat poeta y detective”. Como la vamos a presentar en Chiclana dentro de un par de semanitas, no adelantaré nada sobre ella. Todo a su tiempo.

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