Vallas y andamios que terminan formando parte del paisaje urbano

Pese a las críticas de comerciantes y vecinos, las molestias a peatones y usuarios y el perjuicio estético al centro, estructuras como las de La Vega o Padre Caro se eternizan sin solución alguna

Vallado de uno de los edificios en la calle La Vega y el detalle del cartel con la fecha de fin de obra.
Vallado de uno de los edificios en la calle La Vega y el detalle del cartel con la fecha de fin de obra.
A.f. González / Chiclana

05 de octubre 2009 - 01:00

El de la revitalización y puesta en valor de determinadas zonas urbanas como el centro histórico y comercial es un tema de actualidad en la ciudad, sobre todo tras las recientes medidas de peatonalización de calles tradicionalmente transitables como La Plaza, Arroyuelo o Nuestra Señora de los Remedios.

Pero a menudo pasan desapercibidas otras medidas tan importantes y necesarias o más que la anterior cuando el objetivo es conseguir un centro atractivo, interesante para chiclaneros y visitantes, cómodo y agradable para comprar o pasear. Y contra estos objetivos chocan de frente situaciones como las que, a menudo, se repiten en el caso histórico de la ciudad, como la colocación de vallas y andamios que se eternizan en el tiempo, con las consiguientes incomodidades para vecinos y comerciantes, las molestias para peatones y usuarios de estas calles y el evidente perjuicio estético y de higiene a una zona que debe tener precisamente en su estética y ornato una de sus principales bazas para resultar atractivo.

Ejemplos de este problema siguen siendo vallas y andamios como los que permanecen en las calles La Vega, perteneciente a una obra con licencia hasta junio de 2009, o Padre Caro, en una construcción que acumula años de inactividad sin que se le ponga solución.

Resulta curioso comprobar que cuando estas estructuras impiden el paso de vehículos por alguna calle suele controlarse con mayor rigidez su permanencia en el tiempo, algo que no parece medirse de igual manera cuando se trata de molestias a peatones, celebraciones festivas o religiosas (como pueden ser un carrusel de coros o una procesión) o el simple afeamiento de la zona, unos aspectos, estos últimos, vitales para cualquier centro urbano que se precie, y más cuando el objetivo es, como se resalta por cuantas administraciones y equipos de gobierno pasan por el Ayuntamiento, su revitalización y puesta en valor.

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