Esta es la curiosa historia de una de las piezas más singulares que embellecía el Carnaval de Cádiz hace más de 95 años
La réplica del jarrón árabe de 1929 se puede ver en el patio interior de la Casa del Carnaval
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La Casa del Carnaval, situada en el interior del Palacio de los Marqueses de Recaño, guarda grandes secretos que merecen ser descubiertos. Si quieres aprender todo lo relacionado con esta fiesta de Interés Turístico Internacional, podrás sumergirte en un apasionante recorrido por sus diferentes salas y deleitarte con las exposiciones y curiosidades de este Centro de Interpretación del Carnaval de Cádiz.
En una de sus salas podrás contemplar una increíble maqueta del Gran Teatro Falla, realizada por Luis de la Vega Romero. Pero antes de llegar a la sala donde se encuentra, nada más cruzar la puerta de la Casa Palacio, te dará la bienvenida un impresionante jarrón árabe iluminado con bombillas.
Esta pieza es una reproducción, realizada por RAS Artesanos, del histórico jarrón árabe de Antonio Accame y Federico Godoy que en 1929 se alzaba en el centro de la plaza de San Antonio como uno de los más bellos exornos del Carnaval de Cádiz por aquel entonces.
Historia del jarrón árabe de 1929
Cuando llega el Carnaval de Cádiz, las calles de la ciudad lucen con los ornamentos más espectaculares. Si este año el Dios Baco ha sido el gran protagonista, allá por 1929 el jarrón árabe fue «una de las más singulares y bellas arquitecturas efímeras de Antonio Accame y Federico Godoy que se construyó para el Carnaval de Cádiz de 1929». Esta impresionante pieza tenía una medida de trece metros de altura y estaba colocado sobre un tablao circular y, como otros muchos exornos, se alumbraba por la noche con bombillas eléctricas.
Según explican en la Casa del Carnaval, el Domingo de Piñata de 1929, los costados del jarrón árabe, en su parte central, se alzaron a modo de marquesinas, dejando ver el interior del exorno, convertido en un lujoso salón rojo, desde el que aparecieron asomadas varias mujeres arrojando al público flores, palomas y dulces.
El jarrón tuvo mucha similitud con otro jarrón nazarí, que se había descubierto dos años antes en Jerez de la Frontera. Es probable que Accame y Godoy se inspirasen en dicho hallazgo que, casualmente y formando parte de la superficie exterior de una bóveda, apareciera a finales de febrero de 1927 en la Cartuja de Jerez. El referido jarrón nazarí, meses después de la ejecución de este exorno, fue exhibido en la Exposición Iberoamericana de Sevilla, para finalmente, el 29 de julio de 1930 ingresar en el Museo Arqueológico Nacional. Se ignora cómo llegó la pieza a Jerez, pero por sus características técnicas se incluye en el grupo de grandes vasijas conocidas como “Jarrones de la Alhambra”.
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