Cádiz CF | Opinión

¿Y si vuelven los italianos?

  • Análisis del periodista Carlos Medina sobre el último auto judicial relacionado con Sinergy

Florentino Manzano (i), Antonio Muñoz y Alessandro Gaucci, el día de la venta del club a Sinergy.

Florentino Manzano (i), Antonio Muñoz y Alessandro Gaucci, el día de la venta del club a Sinergy. / J.P.

Esta es la pregunta que más me han hecho, cadistas y aficionados, en las últimas 24 horas. Redacto estas líneas, después de leer la información de este Diario en referencia a la sentencia del juez Pablo Sánchez (por cierto gaditano y con nombre y apellido igual que el futbolista que fue el máximo goleador del Cádiz B en su historia, hoy técnico del club), que ordena la inscripción del 49,5% de acciones del Cádiz, que el 3 de diciembre de 2013 fueron subastadas en la Notaría de Carlos Cabrera, y en cuyo acto (en presencia de los entonces administradores concursales, Pascual Valiente, Pedro Pablo Cañada y José Luis Molina), yo fui el apoderado de la sociedad mercantil sevillana, en la que estaban Vizcaíno, Pina y Del Nido. Y para evitar sobresaltos, disgustos y minimizar la lógica alarma que la noticia suscitó en gran parte del cadismo, contesto enseguida a la pregunta del titular: los italianos nunca volverán.

Y menos mal, respiren tranquilos los cadistas y hasta el fútbol español en general, incluidos los profesionales. Nadie puede olvidar –menos los que siguen casi a diario la historia y trayectoria del club amarillo- lo que hubo que ‘hacer’ para evitar, aquella temporada 2012/13, que el equipo bajase a Tercera División, tras tener varios entrenadores, entre ellos el inolvidable Ramón Blanco –al que le costó la vida su pasión y entrega por ‘su’ Cádiz-, acumular deudas, realizar gastos innecesarios personales de algunos dirigentes italianos y no pagar ni a los técnicos, profesionales y empleados del club, sin contar otras lindezas.

Cada cierto espacio de tiempo, el abogado Rodríguez Zarza da pelos y señales de una ‘bomba’ que lleva vendiendo varios años. En Córdoba duró semanas y está siendo investigado por su gestión como secretario del Consejo de Administración del club verdiblanco, que lo cesó. Aquí todavía dura. En su momento ya ‘consiguió’ que aquella subasta se declarara nula, pero aquel acto notarial –pese a quien le pese, porque hay a quiénes le pesa- evitó que el Cádiz desapareciera en pocas horas. La jueza de lo mercantil, Nuria Orellana, tenía en su mesa el documento de extinción. Hubiera sido definitivo y el Cádiz hubiese tenido que empezar de nuevo.

No pretendo ser experto jurídico, pero según mis conocimientos, las acciones no valen ahora lo mismo que hace siete años, ni el porcentaje de las 67.813 acciones que se subastaron. En la actualidad esa cantidad podría suponer un 3% aproximadamente del capital. Algo irrelevante, aunque esto, quizás, no llegue a gran parte del aficionado de a pie, que no conoce lo que es real y práctico y que está harto de sustos y que ‘su’ club siga estando demasiadas veces en los juzgados.

Si esas acciones hay que devolverlas a 30.5 euros que era su precio entonces, la cantidad supondría unos dos millones de euros, y loco está Rodríguez Zarza por ese montante que, si es real, no se sabe con quién repartirá ya que Sinergy, dicen, está ‘en paradero desconocido’, aunque el abogado está en contacto con Naninni, uno de los italianos que entonces pintaba poco, ya que Gaucci –que ha tenido la desgracia de perder a su padre hace poco tiempo-, De Bono y Silvestrini eran las cabezas más visibles. De todos ellos Giulio, amigo personal de Alessandro, encontró novia y se quedó a vivir y trabajar en Cádiz. Recordar que tuvieron un presidente, Florentino Manzano, cartagenero, que hizo todo lo que pudo para evitar el caos, lo que fue imposible.

Por otra parte, otro dato importante si esas acciones vuelven a Sinergy, lo primero que tiene que hacer es pagarlas. Pagar a Antonio Muñoz, cuyo contencioso con los italianos no ha acabado. ¿Volvería Muñoz? Seguro que no. Vizcaíno, que controla bien, está ahí atento a todo. A nadie escapa que el sevillano se ha defendido a capa y espada de todas las críticas y ataques –incluso de los míos- y su respuesta, en el transcurso de su gestión en estos años, es incontestable: solo hay que ver dónde y cómo está el club. En qué circunstancias lo encontró y cómo lo tiene deportiva (firme aspirante a Primera División), económica (prácticamente saneado y cumpliendo sus compromisos) y socialmente, siendo una entidad respetada por los organismos federativos, por Hacienda, Seguridad Sociales y hasta por los bancos. Y él mismo, con el carisma y el prestigio que da pertenecer a las comisiones delegadas de LaLiga y la Federación, los dos entes más importantes del fútbol español, y el Cádiz es el único que tiene representación en ambos.

Así que, según mi criterio, tranquilidad. Tiempo al tiempo. Zarza seguirá con sus ‘pelotazos’, saliendo en los medios de comunicación; el Cádiz buscará el ascenso, con su afición en el corazón pero fuera del estadio; y aquí seguiremos, una temporada más, con la guerra Pina/Vizcaíno. No todo puede ser perfecto.

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