La temporada 2023-24 arranca con novedades. Una de ellas es la intención de que el juego real de los partidos se el mayor posible. El encuentro entre el Cádiz CF y el Deportivo Alavés (1-0) duró mucho más tiempo de lo normal pero dejó una cifra llamativa.

Los árbitros tienen la indicación para la nueva campaña de tratar de velar por el desarrollo efectivo del juego. Una de las medidas es el aumento del tiempo añadido, como ya se pudo comprobar en la jornada inaugural de Liga. Una de las medidas es dar un minuto de prolongación por cada gol una vez demostrado a través de un estuvo que se pierde esa media de tiempo en la celebración.

En el duelo entre el conjunto gaditano y el vitoriano, resueltos con una victoria por la mínima de los primeros (gol de Fede San Emeterio), se mezclaron cifras curiosas. Según los datos de Opta, fue el cuarto de mayor duración de los diez que se jugaron con un total de 105 minutos y 1 segundo, sólo por detrás del Getafe-Barcelona (115' 54''), el Sevilla-Valencia (106' 03'') y el Atlético de Madrid-Granada (105' 52''). Sólo dos envites no llegaron a los 100 minutos: el Celta de Vigo-Osasuna (98' 22'') y el Athletic de Bilbao-Real Madrid (98' 48'').

Pese a el que el choque del cuadro amarillo fue el cuarto de mayor duración, fue el que menos tiempo efectivo de juego tuvo: 44 minutos y 54 segundos, es decir, menos de una mitad.

El partido con más tiempo real de juego fue el disputado en San Mamés, que llegó a los 62 minutos y medio. El segundo fue el dirimido en Getafe con 60' 49''. El entrenador del Barcelona, Xavi Hernández, se quejó después del partido de las constantes interrupciones en el juego. En su opinión, es el árbitro el que tiene que evitar las pérdidas de tiempo. Una misión nada fácil.

El debate está servido. ¿Cómo se puede se puede conseguir que el juego real de los encuentros sea mayor? ¿Es suficiente con el tiempo añadido? Hay que acostumbrarse a que los partidos se vaya por encima de los 100 minutos, una circunstancia que no es del gusto de todos por la sobrecarga que supone para los futbolistas. El primer el poner el grito en el cielo ha sido Pepe Guardiola, técnico español del Manchester City.