Cádiz CF

Un líder natural

  • Sebastián Herrera afronta el partido más difícil de su vida tirando de recuerdos: "En su momento se movió algo para haber podido dirigir al Cádiz"

  • Con el objetivo de "vivir día a día", el técnico se refugia en su fe

Un líder natural

Un líder natural

Sebastián Herrera García. Sebas para los amigos. El fútbol mantiene una deuda importante con uno de los entrenadores gaditanos que ha sido líder en la transmisión de valores humanos. Un técnico diferente con el que nada es igual en dos situaciones idénticas. Una persona total en todo el sentido de la palabra y en el contexto de su vida. Un ser único. Sebas Herrera ha perdido la cuenta de los entrenamientos y los encuentros, muchos de ellos en el Ramón de Carranza y en las instalaciones de El Rosal, que se ha echado a la espalda tras pasar por su corazón. Sólo sabe que ahora afronta el partido más difícil de su carrera, de su etapa como entrenador y persona. Un partido que, alejado del verde césped, le lleva a sacar toda su estrategia para vencer a un enemigo inesperado, vengativo y que no tiene cabida en el deporte ni en la cara más hermosa de la vida. Esa a la que se aferra desde su fe.

Sebas Herrera tiene mucho que contar del amarillo y azul, del Cádiz. Fue capaz de devolver al filial a Tercera División tras seis campañas en Regional Preferente (de 1998 a 2004). Por sus conocimientos y sus manos han pasado infantiles, cadetes, juveniles y seniors de la entidad capitalina, donde su huella es alargada. Un educador que exportó a la ciudad deportiva cadista sus valores salesianos, que no es poco en un deporte como el fútbol. La historia esconde un episodio de Sebas y el Cádiz del que se ha hablado poco y escrito menos. Al acabar la temporada 2003-04, con el equipo asentado en Segunda División A gracias a Jose González, el banquillo se quedaba libre porque el ex delantero aceptaba una aventura con el Albacete en la elite. Antonio Muñoz y sus personas de confianza, entre ellas el ex director deportivo Alberto Benito, estudiaban candidatos para el cargo. Y con el Cádiz B recién ascendido a Tercera, el nombre de Sebas Herrera llegaba a la mesa del consejo de administración. El propio Sebas lo recuerda. "Se movió algo y me creí que tenía opciones. Me dijeron que yo era una de las alternativas. Me sondearon y yo me sentía fuerte y capacitado. Había tenido un contacto muy cercano con la plantilla de Jose. Incluso había jugadores que veían con buenos ojos que yo fuera el entrenador". Aquel momento, aquel ya lejano año 2004, este humilde trebujenero llegó a soñar con la posibilidad de lo que hubiera sido lo máximo de su pasión. Pero pronto los pies regresaron al suelo, justo el tiempo de ser elegido Espárrago. "Creo que me faltó un 'padrino'. Alguien del club que hubiera optado por una apuesta arriesgada. Pesaba mucho el nombre de Víctor Espárrago".

Aparcando el pasado, mira al presente cadista con optimismo. "Salir de Segunda B era muy difícil. Ahora se están poniendo las bases para una estancia segura en Segunda A. La afición no merece menos".

Sebas Herrera tiene un recorrido profesional a su espalda simplemente admirable. Pocos saben que fue monaguillo antes que fraile dentro y fuera del fútbol. En los campos, como futbolista, jugó en los infantiles de los Salesianos, en los juveniles del Trebujena, en el Imperial de Murcia, la UD Cabezo de Torres, el CD Sanlúcar la Mayor y el Triana CF. En la década de los 80 cuelga las botas y obtiene el título juvenil y regional de entrenador, y en 1990 el nacional. Enumerar los banquillos en los que ha trabajado permite entender que sus valores han llegado a diversos puntos de la geografía provincial y regional. Salesianos de Cádiz, Deportes Romero, Flamenco de Cádiz, Tiempo Libre, Xerez, Cádiz B, Balón juvenil, Balón cadete, Cádiz infantil, La Granja infantil y las selecciones gaditanas cadete, infantil, alevín y benjamín. Todo ello sin olvidar que fue coordinador de la cantera del desaparecido Racing Portuense, ojeador del FC Barcelona (2001-2011) y del Real Madrid (2011-2014) hasta que su enfermedad le hizo comenzar un partido muy distinto. Hace dos años se vio envuelto en una 'competición' que no estaba prevista en el calendario. "Llevo dos años pachuchillo. Los primeros quince días de caer enfermo fueron un tormento. No veía salida y aunque tenía el apoyo de la familia, me sentí solo, entre tinieblas. ¿Por qué a mí? Me he hecho muchas veces esa pregunta y no encuentro respuesta. Mis males me han hecho más sensible a las dificultades de otras personas. La enfermedad me ayuda a ser feliz prestando mi apoyo a los demás".

El entrenador que ascendió al Cádiz B y que dejó su libro de estilo en la cantera cadista no oculta sus sentimientos mientras atiende a Diario de Cádiz. "No tengo miedo a la muerte, pero sí al sufrimiento. Eso aterra a cualquiera. Las personas que están enfermas saben de lo que hablo. No se está preparado para el sufrimiento de un tratamiento", añade apenado. Una pena controlada, lógica, pero controlada. "Me queda mucho por hacer", admite. "Tengo el sueño de seguir ayudando a muchos niños a ser personas y futbolistas". Y es que sus males están en la mochila que a diario se echa a la espalda para dirigir al Trebujena juvenil. "El deseo de entrenar lo quiero mantener. Aún más ahora con el partido tan difícil al que me estoy enfrentando. Es el partido de la vida para vencer a esa maldita enfermedad. Nadie quiere marcharse de esta vida siendo tan feliz como soy yo".

Son muchos los escudos que ha lucido en su pecho, pero el de su Trebujena natal y el del Cádiz son más especiales. Y eso que su mayor éxito en la capital, el ascenso del Cádiz B, dejó luces y sombras. Recuerda ambas cosas. "Cuando puse titular al desaparecido José Mari Cifuentes en Castilleja de la Cuesta, en el play-off. ¡Qué gran recuerdo! Qué partidazo hizo en unas condiciones tan adversas siendo juvenil. Su pérdida fue un palo muy grande". ¿Y las sombras? "La derrota en Lepe, en el primer partido del play-off. Fue la derrota más amarga; un partido de mucha tensión. Recibí muchas críticas por alinear a Dani Miguélez en lugar de Falcón. Pero yo en aquel momento sabía que Falcón estaba firmado por el Atlético de Madrid y pensaba que Dani era un portero de futuro. Nada más. Pero aquello -continúa- no empañó un gran ascenso a Tercera; lo más bonito que he vivido en el fútbol".

Un deporte que es una energía que vive "día a día en un presente intenso" porque, para Sebas Herrera, no hay pasado ni futuro cuando se trata de vivir y soñar.

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