CÁDIZ | NÁSTIC DE TARRAGONA

El hastío se instala en Carranza

  • Pitidos a un equipo que acaba más en un no quiero que en un no puedo

La Policía acudió durante la primera mitad a Fondo Sur para asistir a un aficionado que se sintió indispuesto.

La Policía acudió durante la primera mitad a Fondo Sur para asistir a un aficionado que se sintió indispuesto. / lourdes de vicente

Carranza se aburre y se cansa. Un día más, más de lo mismo. La afición pasó de disfrutar a sufrir en poco más de un cuarto de hora, el tiempo que tardó el Nástic en igualar el gol inicial del Cádiz.

Deseosa de ver a su equipo regresar a la senda del triunfo, la grada recibió a los de Álvaro Cervera brindándoles todo su apoyo y mantuvo la comunión con los amarillos durante buena parte del primer tiempo, aunque en la misma línea descendente que fue describiendo la escuadra gaditana a medida que avanzaban los minutos.

El penalti y la posterior transformación de Álex Fernández representó el punto álgido para una hinchada que incluso respiraba con cierta tranquilidad por la imagen de superioridad que mostraban los suyos. El 1-0 por momentos incluso se antojaba corto para las sensaciones que transmitían los contendientes.

Sin embargo, el jarro de agua fría que representó el tanto de Luis Suárez supuso un antes y un después. Los seguidores cadistas comenzaron a inquietarse pese a que aún no se había llegado ni al descanso. Las alegrías ofensivas de los locales habían invitado a los catalanes a aventurarse en ataque hasta sacar petróleo en una acción aislada. Y un encuentro que se vislumbraba plácido empezaba a enredarse.

En efecto, la segunda mitad confirmó los peores presagios. El titular de Tarragona incluso dio un paso al frente en busca de los tres puntos. Los pitos, que comenzaron a escucharse en el Ramón de Carranza, se agudizaron cuando el entrenador decidió realizar un doble cambio dando entrada a Salvi y Jairo en sustitución de Salvador Agra y Manu Vallejo. La marcha del canterano no gustó, pero a decir verdad su relevo enganchó a respetable en un visto y no visto con regates y buscando portería desde el primer balón que tocó.

No obstante, las ganas se diluyeron y la recta final fue más un no quiero que un no puedo, para desdicha de los presentes, que no tuvieron reparos en abuchear a los futbolistas como se merecieron y que todavía pueden dar gracias al cielo por la falta de puntería de Uche en las postrimerías del choque.

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