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El Cádiz cierra la primera vuelta con derrota en casa

  • El equipo amarillo cae ante un Valladolid superior  tras un grave error de Cifuentes

Rubén Cruz se lamenta en la acción del 0-1.

Rubén Cruz se lamenta en la acción del 0-1. / Jesús Marín

El Cádiz extravió la fórmula mágica con la que había firmado una excelente racha que llegó a su fin tras caer en casa ante el Real Valladolid fruto de un error garrafal de Cifuentes que propició el único gol del partido. El equipo amarillo, sin brújula en la medular, con voluntad pero sin acierto, no ofreció argumentos para superar a un rival que demostró oficio y calidad y devolvió a los de Álvaro Cervera a la realidad de la competición. El revés no evita que el Cádiz conserve la cuarta posición al cierre de la primera vuelta,

El preparador cadista practicó dos cambios en relación al ultimo partido. Eddy Silvestre ocupó la plaza del sancionado Garrido en la medular y Salvi volvió a la titularidad en detrimento de Nico Hidalgo, que pasó de salir de inicio en Elche a ser el futbolista descartado de los 19 convocados al padecer un proceso febril.

El conjunto pucelano salió más enchufado que un rival contagiado por el frío enredado en un quiero y no puedo. Le costaba un mundo hilvanar un juego descosido ante tanto desatino. Los de Paco Herrera no tardaron en dar su primer aviso en el minuto 4 con el pase la muerte de Juan Villar a Mata que abortó Aridane a lo justo cuando el delantero se disponía a colocar el 0-1.

El susto no fue sino la señal del peligro a la contra de los visitantes. Los locales debían andar con especial vigilancia atrás para no verse sorprendidos y cuando parecían haber tomado el control llegó un mazazo en el minuto 16 poco después de que Salvi cabeceara al larguero y Ortuño, en el rechace, rematase fuera. Joan Jordán soltó un disparo inocente desde la frontal del área fácil, muy fácil para Alberto Cifuentes. Era tan sencillo de parar que ocurrió todo lo contrario. El arquero se tragó la bola en un error tan clamoroso de esos que suceden muy de vez en cuando. Se disculpó y enseguida encontró la comprensión de sus compañeros y el público. Al Cádiz le suele acompañar la suerte y alguna vez tenía que chocar con la fortuna esquiva. La afición aplaudió a su portero y Rubén Cruz se acercó hasta él para darle ánimos.

No era la primera vez que los gaditanos se veían por debajo en el marcador en casa aunque disponían de tiempo de sobra para evitar la ruptura de la buena racha.

Los blanquivioletas se vinieron arriba merced a su dominio en el centro del campo, donde provocaron un cortocircuito en la creación de los anfitriones, atenazados por las frecuentes pérdidas. La comodidad con la que circuló el esférico el Valladolid contrastó con las enormes dificultades de un Cádiz espeso, con el motor medio gripado que funcionaba a tirones.  

Más cerca estuvo el 0-2 que el empate. De hecho, en el 24, Cifuentes sí acertó a despejar el cuero tras un misil esquinado de Mata.

No terminaba de estar a gusto el equipo local, que sin embargo apretó en la recta final de la primera parte en busca de una igualada que no logró aunque no anduvo lejos. En el 37, un testarazo de Rubén Cruz delante de la portería, con todo a su favor, se escapó alto por muy poco y cinco minutos después, de nuevo de cabeza, se topó con un inspirado Becerra.

El descanso irrumpió con una desventaja mínima de los amarillos, obligados a dar un giro en el segundo y definitivo periodo.

Los locales no pararon de intentarlo pese a su escasez de recursos en el juego. En el 51, un cabezazo de Aridane tras un córner metió el susto en el cuerpo a los visitantes, pero la pelota no encontró puerta.

La solución tenía que llegar desde el banquillo y Cervera, desde el lugar que ocupase en la Tribuna, ordenó el ingreso en el terreno de Dani Güiza con media hora por delante. El jerezano, como había hecho en Elche, se incrustó entre los centrales junto con Ortuño, con Rubén Cruz de enganche.

Los amarillos no daba con la tecla frente a un adversario superior, valiente en la presión y en la apuesta por el fútbol de toque. Los pucelanos perdonaron la vida en el 65 cuando Mata, solo delante de Cifuentes, se entretuvo más de la cuenta y un posterior zapatazo de Jordan rebotó en Carpio.

El Cádiz, sin centro del campo, iba a menos con el paso de los minutos y la penúltima baza de Aitor tampoco surtió efecto, ni siquiera la variación táctica de los dos puntas y Rubén Cruz retrasado a la media. Los anfitriones empujaron con más corazón que cabeza, con Santamaría como último recurso, pero no hubo manera.

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