Los números reflejan una realidad palpable. El Cádiz sufre un atasco más que evidente en los últimos metros, en la zona donde se deciden los partidos. En las últimas diez jornadas no ha sido capaz de marcar más de un gol por encuentro. Siempre se mueve el filo de la navaja. A veces basta con un tanto para conseguir la victoria, pero otras no es suficiente cuando el rival también ve puerta.

La producción anotadora del conjunto amarillo se ciñe a un máximo de un gol en cada cita desde el séptimo capítulo liguero. Dio una vez en la diana contra La Hoya Lorca, Melilla, San Roque de Lepe, Linares, Balona, Sevilla Atlético, Almería B y Mérida y se quedó a cero frente a Real Murcia y Betis B. El gol le sirvió para vencer a Melilla, Linares, Balona y Almería B, aunque no le llegó para batir a La Hoya, San Roque de Lepe, filial sevillista y Mérida, con los que empató a uno. La pólvora mojada le costó una igualada en casa frente al colista, el Betis B, y la única derrota liguera hasta la fecha ante el líder del grupo IV, el Real Murcia.

La dificultad de la escuadra gaditana para hacer gol contrasta con la facilidad con la que anotaba en los primeros partidos en el estadio Ramón de Carranza. Cuatro al Cartagena, tres al Algeciras y otros tantos al Villanovense en la sexta jornada liguera a finales de septiembre. Hace dos meses y medio que el Cádiz no marca más de un gol a lo largo de 90 minutos, que no gana un encuentro con cierta holgura. El sufrimiento es la línea constante en la que se mueven los amarillos, que saben que los partidos los tiene que sacar adelante desde la defensa porque en ataque la puntería es un bien escaso.

En las últimas diez jornadas hizo ocho goles en 900 minutos, mientras que en las seis anteriores, las primeras de campeonato, acertó en 12 ocasiones en 450 minutos. La solvencia en el remate ha disminuido de manera considerable hasta convertirse en uno delos puntos débiles de un equipo que trata de encontrar el camino correcto. El sábado tiene un nuevo examen en casa contra el Jumilla.