CÁDIZ CF

Alerta roja en el Reus, próximo rival cadista

  • Debe dos meses al plantel, casi un millón de euros a proveedores y tiene una deuda de cinco 'kilos'

  • El club no cuenta con dinero para el mantenimiento del césped y está en preconcurso de acreedores

Isaac Cuenca no pudo ser inscrito por el Reus en verano debido al límite salarial.

Isaac Cuenca no pudo ser inscrito por el Reus en verano debido al límite salarial.

Alerta roja en el próximo rival del Cádiz. El Reus Deportiu atraviesa por uno de los momentos más delicados a pesar del éxito que supone para la modesta entidad militar en Segunda A. El límite salarial, las nóminas pendientes, la deuda a proveedores y la imposibilidad de mantener como merece el césped de su campo, hacen que el panorama en el club no invite al optimismo.

Joan Oliver es el máximo accionista del Reus; el hombre que hizo historia al llevar al modesto equipo de fútbol del hábitat habitual de Tercera y Segunda B al sueño de la división de plata. Pero parece que la inercia vencedora se empieza a agotar. De héroe a villano, Oliver adeuda al plantel los meses de septiembre y octubre cuando la campaña no ha hecho más que empezar. El débito a los proveedores se acerca al millón de euros y no hay liquidez para afrontarla. La deuda total alcanza los cinco millones de euros y la entidad está en preconcurso de acreedores. Todo eso en los despachos, ya que sobre el césped el problema es igualmente grave. El límite salarial dejó sin poder inscribir a Isaac Cuenca, Yoda, Tito y Silva, quienes miran al mes de enero con la esperanza de que se obre el milagro y haya dinero para que les den de alta.

Joan Oliver, que tuvo pasado en el FC Barcelona como director general de Joan Laporta, no para de hacer gestiones a la desesperada para encontrar una persona o sociedad que pueda asumir la ampliación de capital, de tres millones de euros, que a día de hoy es clave para seguir con vida en Segunda A.

El estado del terreno de juego del Estadi Municipal es otro asunto complejo. No hay dinero para un mantenimiento correcto y la fase de parchear ha provocado que la queja de los jugadores se produzca con amargura. Incluso los técnicos de LaLiga se acercaron a verlo el pasado lunes y tomaron muestras de la tierra y la hierba. El estado del terreno es tan malo que el equipo ha cambiado su forma de jugar en casa al ser imposible apostar por la posesión.

Con una masa social de 2.000 socios -muy escasa para la categoría-, el Reus está al límite del colapso y con la amenaza de que una tercera nómina sin pagar pueda permitir la marcha de los jugadores y, por lo tanto, una desbandada de consecuencias imprevisibles.

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