Cádiz CF

'Conexión Chiclana'

  • El Málaga-Cádiz será el reencuentro de los chiclaneros Manu Vallejo y Diego González, formados ambos en el Sancti Petri y en la cantera amarilla, donde llegaron a jugar juntos

  • El atacante y el defensa son amigos y compartieron colegio y el sueño por triunfar

Cuánta magia habrá el viernes sobre el césped de La Rosaleda entre Manu Vallejo y Diego González, amigos de la infancia en su Chiclana natal, compañeros de colegio y de jugador en formación en el Sancti Petri y la cantera del Cádiz, donde llegaron a jugar juntos a pesar de que el hoy futbolista del Málaga es dos años mayor. La historia escribirá el viernes un episodio lleno de sentimentalismo por lo mucho y profundo que hay detrás de dos chiclaneros que pisan fuerte para que su nombre siga escribiéndose en un lugar destacado.

El APA Sancti Petri, un referente del fútbol base chiclanero, tuvo en sus filas a estos dos jugadores antes de que ambos dieran el salto a la cantera del Cádiz. De amarillo, Manu y Diego entrenaron y jugaron juntos en el Cádiz juvenil, y compartieron sesiones de trabajo en el Cádiz B antes de que el defensor fuera cedido al Granada B. Por esta causa no llegaron a tener más presencia juntos en el filial cadista.

El calendario firma su reencuentro a las puertas de la Navidad, cuando el que más y el que menos vuelve a casa. En el momento en el que el árbitro decrete el inicio no habrá amigos ni recuerdos entre dos chiclaneros de pura cepa. Las horas de juego en el colegio La Salle de Chiclana serán secundarias; los entrenamientos y partidos en el Sancti Petri y la cantera amarilla estarán en ese recuerdo grato que les unió un día para siempre.

Resulta curioso que Diego González, nacido el 25 de enero de 1995, haya compartido muchos momentos con Manu Vallejo, que es de febrero de 1997. Esos dos años no les han privado de amar por igual y a la vez el fútbol por y para el que viven. De Chiclana a El Rosal y viceversa, muchos días para entrenar y jugar por ese sueño que se llama triunfar y en cuyo vagón están subidos en dos buenos equipos de la categoría de plata del fútbol español.

El patio del colegio era el lugar en el que cualquier pelota servía para jugar a ser campeones; Manu y Diego, Diego y Manu departían entre regates y goles para dar forma al sueño de ser profesionales del balompié y entrar por el ‘arco del triunfo’.

La Rosaleda les espera como protagonistas chiclaneros de un derbi regional que históricamente dio mucho que hablar, sobre todo con el desaparecido CD Málaga. A buen seguro que los whatsapp entre ambos estarán echando humo en las últimas horas. Amigos desde siempre y enemigos desde el respeto el próximo viernes. Cuando el balón ruede, los sentimientos tendrán que esperar más allá del minuto 90. Es la ley del fútbol hasta para los hermanos de sangre cuando hay en juego tres puntos.

Manu es un recién llegado a la puerta de los elegidos, en la que Diego lleva algún tiempo más. El atacante cadista sigue creciendo a pasos agigantados para ser, por propio derecho, una de las sensaciones de LaLiga 1|2|3. En su primera temporada en un conjunto profesional, su rendimiento es el asombro de los que no le conocían y hasta de los que saben de él desde la ‘cuna futbolística’, como puede pasar con Pepe Núñez o Chano Tinoco, entre otros, de esa inagotable cantera de grandes jugadores como es el APA Sancti Petri. Manu ha llegado para quedarse y, mientras ‘don dinero’ lo permita, lo hará vestido de amarillo para gloria del cadismo, orgulloso de que la puerta se haya abierto, por fin, de verdad.

En cuanto a Diego, vive su cuarta campaña como profesional con solo 23 años. En el Sevilla Atlético y en el primer equipo hispalense acabó por explotar el pedazo de futbolista que lleva dentro. Ese jugador comodín que puede actuar en cualquier demarcación menos en la de portero pero que, ahora sí, ya está asentado como defensa central.

Recorrió el mismo camino que Manu del Sancti Petri a la cantera cadista, de El Trovador a El Rosal, y desde muy joven se le apuntó con la exigencia del primer equipo cuanto contaba con apenas 16 años. Creció de amarillo y sufrió, como pocos, la mano de los italianos de Sinergy por una renovación que se atascó un mundo. El salto al Granada B y luego al Sevilla Atlético fue su eclosión en la élite para permanecer dos años a caballo entre el primer y el segundo conjunto de Nervión. En el verano de 2017 recaló en la Costa del Sol, donde permanece desde entonces.

Manu y Diego no se han enfrentado nunca desde que son profesionales, por lo que el viernes se puede producir un reencuentro muy directo porque, por posiciones de uno y otro, el defensa tendrá que verse las caras con el atacante, como esos amigos que desde la etapa colegial han compartido un mismo sueño.

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