Era un secreto a voces lo que ha sucedido esta tarde, que cualquiera de los dos equipos de la segunda semifinal del Trofeo Carranza que podía enfrentarse al Cádiz femenino -como partido de presentación- le pasaría por encima. Es la realidad en un conjunto amarillo en crecimiento y aún muy lejos de la élite. Quizás pudo existir otra forma de premiar a las chicas de Emilio Soler sin necesidad de someterlas a un repaso del que poco se aprende porque su liga es otra.

Hablar del encuentro sobra por completo, y mejor quedarse con aquello de que el Cádiz femenino jugó por primera vez en el estadio Carranza. No hubo partido como tal, con un mínimo de fuerzas que acercara a algo de equilibrio; el Betis mandó siempre y la sangría pudo ser mayor porque estrelló el balón en el larguero en tres ocasiones, más dos postes y buenas intervenciones de las porteras. 0-10, duro pero pudo ser peor.

La competición debe ser otra cosa para las amarillas en el estreno de la nueva categoría, y de lo que se trata es que olviden que el día que jugaron por primera vez en el templo del cadismo recibieron un correctivo al que no deberían haber sido expuestas. No había necesidad cuando un partido contra un equipo de su misma categoría hubiera brindado una bonita e igualada tarde de fútbol.

Aunque este encuentro no forme parte del cartel, el Trofeo Carranza está resultado el mismo fracaso de los últimos años. Y lo sucedido esta tarde con el Cádiz femenino tampoco ayuda a remediarlo. El club debería analizar las decisiones tomadas al respecto.